El Carabobeño 20 de Septiembre de 2015 - 09:43 AM
ALBERTO RIAL || Es la cultura, pana...
ALBERTO RIAL || Es la cultura, pana...
albertorial@hotmail.com
En una entrevista de radio, hace pocos días, un reconocido analista político expresaba que el gobierno está en fase terminal; que ya no le queda pueblo y no hay ni que menearlo porque se cae solo. Con un tono optimista, planteó que la conducta de la gente no debía ser de resignación, sino de firmeza. Aunque no fue específico en el significado práctico de la palabra. También dijo que había que hacer inviable la permanencia del régimen en el poder, pero sin definir cómo se llega a ello.
El optimismo llegó al clímax cuando se planteó el tema del rescate de los valores y la forma de regresar a una época en la que los venezolanos formaban una sociedad magnífica. La respuesta fue contundente: La crisis de valores no es la causa, sino una consecuencia de la impunidad y del malandraje que está en el poder. Restaurada la democracia, el país volverá a ser lo que era, con el manido ejemplo del Metro de Caracas y la conducta de la gente cuando hay una autoridad que impone respeto.
Uno se revuelve cuando los valores y los rasgos sociales se tratan con tanta ligereza. El orden en el Metro se acabó, y la Pdvsa eficiente -otro éxito “cultural”- también se acabó. El Terminator del comportamiento civilizado no fue un marciano sino el gobierno que la misma gente eligió hace tres lustros, a pesar de que representaba la externalidad, la gratificación instantánea, el caudillismo, la impunidad y todo lo que supuestamente es una “consecuencia”.
La cultura de la sociedad venezolana no ha cambiado tanto como se dice. Según muchos investigadores, que todos deberían conocer pero que la gran mayoría ignora, los valores dominantes son los mismos desde hace 80 años. El chavismo reforzó las creencias más agresivas y menos productivas del soberano, pero el origen de esta calamidad estuvo en la gente que, fiel a sus creencias, votó por un militar golpista y su corte de autoritarios. La salida será difícil, y solo llegará cuando la gente quiera.
En una entrevista de radio, hace pocos días, un reconocido analista político expresaba que el gobierno está en fase terminal; que ya no le queda pueblo y no hay ni que menearlo porque se cae solo. Con un tono optimista, planteó que la conducta de la gente no debía ser de resignación, sino de firmeza. Aunque no fue específico en el significado práctico de la palabra. También dijo que había que hacer inviable la permanencia del régimen en el poder, pero sin definir cómo se llega a ello.
El optimismo llegó al clímax cuando se planteó el tema del rescate de los valores y la forma de regresar a una época en la que los venezolanos formaban una sociedad magnífica. La respuesta fue contundente: La crisis de valores no es la causa, sino una consecuencia de la impunidad y del malandraje que está en el poder. Restaurada la democracia, el país volverá a ser lo que era, con el manido ejemplo del Metro de Caracas y la conducta de la gente cuando hay una autoridad que impone respeto.
Uno se revuelve cuando los valores y los rasgos sociales se tratan con tanta ligereza. El orden en el Metro se acabó, y la Pdvsa eficiente -otro éxito “cultural”- también se acabó. El Terminator del comportamiento civilizado no fue un marciano sino el gobierno que la misma gente eligió hace tres lustros, a pesar de que representaba la externalidad, la gratificación instantánea, el caudillismo, la impunidad y todo lo que supuestamente es una “consecuencia”.
La cultura de la sociedad venezolana no ha cambiado tanto como se dice. Según muchos investigadores, que todos deberían conocer pero que la gran mayoría ignora, los valores dominantes son los mismos desde hace 80 años. El chavismo reforzó las creencias más agresivas y menos productivas del soberano, pero el origen de esta calamidad estuvo en la gente que, fiel a sus creencias, votó por un militar golpista y su corte de autoritarios. La salida será difícil, y solo llegará cuando la gente quiera.
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