Un autódromo para Valencia
Peter Albers
Corría el último año del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez y su alegre administración. El Concejo Municipal de Valencia estaba presidido por Armando Celli, cuyo partido era mayoría en la lista de concejales. Fue el año cuando el sueño de Valencia por tener un autódromo se vino abajo. Ya antes había surgido la idea, y en la década anterior el Ing. Tomás Reyna (si no yerro, ese era su nombre) había presentado un proyecto para la ciudad que progresaba a velocidad de Fórmula 1.
Posteriormente, el recordado comunicador valenciano Renny Ottolina promovería también un autódromo. El mismo Renny había participado antes en carreras de carros deportivos, con un AC Bristol, bólido inglés con carrocería de aluminio y un potente motor de seis cilindros con tres carburadores. En Valencia sufrió un aparatoso accidente en la curva de la autopista de Circunvalación Este, a la altura de la hoy urbanización Las Chimeneas .
Y en el año de 1976 se presentó el ingeniero Fernando Sosa Maya, de familia valenciana y residenciado en Caracas, con una proposición según la cual el Concejo Municipal aportaba el terreno necesario y su empresa se encargaba del proyecto y construcción del autódromo. El financiamiento se estaba tramitando con varias entidades financieras, tanto nacionales como extranjeras.
El Concejo Municipal, con la asesoría del Automóvil Club Carabobo, dio el visto bueno al proyecto, ofreciendo un extenso terreno de 330 Hectáreas, constituido por una ancha franja de ejido que tenía la carretera al Central Tacarigua como lindero este, con el Velódromo y la Plaza de Toros en sus proximidades formando un conjunto turístico importante; y la Redoma de La Florida en el oeste.
Encargados del proyecto, en julio de 1977 viajamos a Daytona Beach (Estados Unidos) sede de un importante autódromo, no de Fórmula 1 sino de autos comerciales especialmente acondicionados, que en el argot automovilístico se denomina stock cars. La idea era incorporar esta modalidad al autódromo de Valencia, con el diseño de una pista ad hoc.
Realizamos un ambicioso anteproyecto con las distintas variedades de pista: motos, gran turismo, stock cars, Fórmula 1, y que además incluía un hotel que resolvería el alojamiento de los asistentes foráneos a las carreras, y de aliviadero a la alta demanda de hoteles para ejecutivos de las empresas establecidas en la ciudad, con la ventaja de la cercanía a la Zona Industrial Municipal. En los terrenos sobrantes, una cancha de golf.
El venidero año sería de elecciones, y la primera vez que serían separadas: una primera, para elegir al Presidente de la República, y una segunda para los senadores y diputados del Congreso Nacional. Ganadas por Luis Herrera Campins, los políticos que actúan en beneficio propio y de su partido, en perjuicio de su país, provocaron la invasión de los terrenos destinados al autódromo.
Empeñoso y tenaz, Fernando no cejó en su proyecto, y buscó la realización de su proyecto en el oriente del país, para lo cual le hicimos un nuevo anteproyecto en los terrenos que hoy ocupa el Complejo Criogénico de Jose, en Anzoátegui. La sola existencia de ese complejo indica que este proyecto tampoco pudo ser realidad.
El lector se preguntará sobre el motivo de esta traída al presente de un proyecto ya olvidado, e irrealizable en la circunstancia actual del país. Resulta que Fernando Sosa Maya, ingeniero, incansable, tenaz y soñador, falleció la semana pasada. Esta es mi manera de rendirle un homenaje a quien, más que mi amigo, fue mi hermano.
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
Posteriormente, el recordado comunicador valenciano Renny Ottolina promovería también un autódromo. El mismo Renny había participado antes en carreras de carros deportivos, con un AC Bristol, bólido inglés con carrocería de aluminio y un potente motor de seis cilindros con tres carburadores. En Valencia sufrió un aparatoso accidente en la curva de la autopista de Circunvalación Este, a la altura de la hoy urbanización Las Chimeneas .
Y en el año de 1976 se presentó el ingeniero Fernando Sosa Maya, de familia valenciana y residenciado en Caracas, con una proposición según la cual el Concejo Municipal aportaba el terreno necesario y su empresa se encargaba del proyecto y construcción del autódromo. El financiamiento se estaba tramitando con varias entidades financieras, tanto nacionales como extranjeras.
El Concejo Municipal, con la asesoría del Automóvil Club Carabobo, dio el visto bueno al proyecto, ofreciendo un extenso terreno de 330 Hectáreas, constituido por una ancha franja de ejido que tenía la carretera al Central Tacarigua como lindero este, con el Velódromo y la Plaza de Toros en sus proximidades formando un conjunto turístico importante; y la Redoma de La Florida en el oeste.
Encargados del proyecto, en julio de 1977 viajamos a Daytona Beach (Estados Unidos) sede de un importante autódromo, no de Fórmula 1 sino de autos comerciales especialmente acondicionados, que en el argot automovilístico se denomina stock cars. La idea era incorporar esta modalidad al autódromo de Valencia, con el diseño de una pista ad hoc.
Realizamos un ambicioso anteproyecto con las distintas variedades de pista: motos, gran turismo, stock cars, Fórmula 1, y que además incluía un hotel que resolvería el alojamiento de los asistentes foráneos a las carreras, y de aliviadero a la alta demanda de hoteles para ejecutivos de las empresas establecidas en la ciudad, con la ventaja de la cercanía a la Zona Industrial Municipal. En los terrenos sobrantes, una cancha de golf.
El venidero año sería de elecciones, y la primera vez que serían separadas: una primera, para elegir al Presidente de la República, y una segunda para los senadores y diputados del Congreso Nacional. Ganadas por Luis Herrera Campins, los políticos que actúan en beneficio propio y de su partido, en perjuicio de su país, provocaron la invasión de los terrenos destinados al autódromo.
Empeñoso y tenaz, Fernando no cejó en su proyecto, y buscó la realización de su proyecto en el oriente del país, para lo cual le hicimos un nuevo anteproyecto en los terrenos que hoy ocupa el Complejo Criogénico de Jose, en Anzoátegui. La sola existencia de ese complejo indica que este proyecto tampoco pudo ser realidad.
El lector se preguntará sobre el motivo de esta traída al presente de un proyecto ya olvidado, e irrealizable en la circunstancia actual del país. Resulta que Fernando Sosa Maya, ingeniero, incansable, tenaz y soñador, falleció la semana pasada. Esta es mi manera de rendirle un homenaje a quien, más que mi amigo, fue mi hermano.
peterkalbers@yahoo.com
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