Alejandro Varderi: "América sigue involucionando"
Profesor venezolano de City University of NY (CUNY), acaba de editar en Madrid un segundo texto analítico donde explora con lupa bicontinental las implicaciones sociales y culturales de íconos que se debaten entre identidad y ridículo. En sus obras destaca "la importancia de la memoria para reflexionar a fin de evitar caer en los errores del pasado".
Varderi cuestiona la "carnavalización" de los símbolos patrios (Cortesía)
ANDRÉS CORREA GUATARASMA | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
sábado 24 de octubre de 2015 10:02 PM
Nueva York.- "Un doctor andaluz de apellido Panduro me trajo al mundo, un domingo de enero de 1960 en la Clínica Victoria de Caracas. Los domingos por lo general son días de poco movimiento, ideales para nacer y también para morir", evoca Alejandro Varderi a propósito del lanzamiento en Madrid de su último libro,De lo sublime a lo grotesco. Kitsch y cultura popular en el mundo hispánico.
Allí reflexiona sobre la estética y sociología del kitsch, adjetivo y/o sustantivo que muchos usan como lugar común y hasta repiten sin siquiera detenerse a entenderlo. Varderi lo hace aquí en movimiento de rotación sobre la obra de creadores iberoamericanos como la cubana Zoé Valdés, el argentino Adolfo Aristarain, el mexicano Arturo Ripstein, el chileno Pablo Larraín, la colombiana Laura Restrepo y el venezolano Alexander Apóstol, entre otros.
Es quizá un gran segundo capítulo que maceró por casi 20 años. Este proyecto "estaba en mi imaginario desde que publiqué Severo Sarduy y Pedro Almodóvar: del barroco al kitsch. Fui recogiendo información y organizando el material a lo largo del tiempo, y aproveché un año sabático de la universidad para darle su forma definitiva. También los artículos que he ido escribiendo para distintos periódicos y revistas afinaron conceptos y aportaron su forma de mirar sobre el objeto de estudio, donde el kitsch como estética que se engrana en muchos de los procesos artísticos contemporáneos, tuvo frecuentemente cabida en mis reflexiones en torno a autores, actores, artistas y cineastas", asegura este profesor de City University of NY.
Según la presentación editorial, kitsch es una estética que para el ciudadano español "viene asociada con el exceso y el cachondeo", pero al otro lado del mapa "deposita también la ilusión de quienes lo ubican en el altar de la esperanza; ello buscando escapar de conquistas, colonialismos, caudillismos, populismos y dictaduras, culpables de mantener a Hispanoamérica constreñida entre la miseria y el atraso".
-Si tuviese que definirle la palabra "kitsch" a un niño, ¿cómo lo haría?
-Un niño es justamente el único individuo a quien no hace falta definírsela pues la comprende intuitivamente. Su capacidad no adulterada de asombrarse ante la realidad, y lo que esa realidad pone ante él, resulta ser la mejor manera de disfrutar de la carga kitsch contenida en el objeto sobre el cual inconscientemente posa su mirada.
-En el texto afirma que "en Venezuela... los símbolos patrios han entrado, con gusto, en el extenso inventario del kitsch básico"...
-La canibalización y carnavalización que, como todo régimen autocrático, el venezolano ha hecho de la bandera, el escudo y el himno nacional, ha deslastrado de su carga alegórica esos símbolos, perdiendo consecuentemente su poder de representar, convencer y conmover. Su apropiación indiscriminada por parte, no solo de los políticos sino de la población en general, ha desintegrado el sentido de pertenencia a una nación, a un país que pudimos tener una vez, dejándonos desamparados y a la deriva.
Y agrega: "nada peor entonces que arroparnos con el amarillo, azul y rojo, cambiar la postura del caballo en el escudo o vocear a grito pelado las estrofas del "Gloria al Bravo Pueblo", para reiterar nuestra orfandad. La ausencia de distancia irónica que el kitsch básico conlleva, ha minado simultáneamente la noción de admiración y deferencia hacia los fundadores de la patria, que tales símbolos tuvieron en el pasado. Por eso hoy, llevarlos en la gorra, la camiseta o la corbata, colgárnoslos del cuello con el pito en las marchas o proteger con sus colores al sacrosanto teléfono inteligente, es la mejor manera de falsearlos y menospreciarlos".
-Siendo Economista (UCV, 1984), ¿esa formación le da una visión particular a la hora de teorizar sobre la cultura popular?
-La primera regla de la economía es satisfacer necesidades múltiples con recursos escasos. A lo largo de su Historia, Venezuela no ha sabido aplicar esta medida, derrochando, malversando y malbaratando su riqueza como si fuera ilimitada. Desde mis años como estudiante de la carrera, siempre me asombré de la facilidad con la cual el país disipó el enorme caudal de bienes que la nacionalización petrolera derramó, con muy poco esfuerzo, sobre esta "tierra de gracia", nunca mejor dicho. Quizás el hecho de ser hijo de inmigrantes catalanes, huidos de los conflictos políticos y las estrecheces económicas en la España franquista, me hizo más susceptible a aquel alegre desprendimiento. Al abordar las manifestaciones de lo popular, esta susceptibilidad me ha permitido mantener la necesaria distancia irónica con qué observarlas y descifrarlas, utilizando el instrumental teórico y crítico a mi alcance.
Previamente había publicado los libros de ensayos Estado e industria editorial(1985), Anotaciones sobre el amor y el deseo (1986), Anatomía de una seducción: reescrituras de lo femenino (1994), Severo Sarduy y Pedro Almodóvar: del barroco al kitsch (1996), A New York State of Mind (2008) y Los vaivenes del lenguaje: literatura en movimiento (2011). Además de las novelas de ficción Para repetir una mujer" (1987), Amantes y reverentes (1999), Viaje de vuelta (2008) y Bajo fuego (2014).
-¿Qué temas le gustaría explorar en sus próximos libros?
-Al momento estoy trabajando en "El mundo después", quinto volumen de una saga familiar novelada. Este volumen arranca en enero de 2003, fecha que marca la pérdida del progreso económico que la nación (Venezuela) había acumulado durante cuarenta años de democracia, y donde había terminado el volumen anterior, "Bajo fuego". Como en los demás textos, lo biográfico se combina con la ficción para articular personajes oscilando entre países y culturas. El tema fundamental que ha puesto a hilar este proyecto, así como la mayor parte de los libros que he escrito y desearía escribir en el futuro, es la importancia de la memoria para reflexionar a fin de evitar caer en los errores del pasado. Algo que los pueblos de nuestra América todavía no han logrado llevar a cabo; de ahí que sigamos involucionando, mientras desechamos la importante labor que, mentes más lúcidas que las nuestras, realizaron para construir un continente más digno.
Residenciado en EEUU desde hace tres décadas, en 1995 culminó su doctorado en Español en New York University. A Venezuela no va desde 2008. "Lo que más extraño es esa "familia escogida", como decía Isaac Chocrón, que espero volver a ver allí, cuando vuelva a girar la rueda de la Historia", asegura.
Allí reflexiona sobre la estética y sociología del kitsch, adjetivo y/o sustantivo que muchos usan como lugar común y hasta repiten sin siquiera detenerse a entenderlo. Varderi lo hace aquí en movimiento de rotación sobre la obra de creadores iberoamericanos como la cubana Zoé Valdés, el argentino Adolfo Aristarain, el mexicano Arturo Ripstein, el chileno Pablo Larraín, la colombiana Laura Restrepo y el venezolano Alexander Apóstol, entre otros.
Es quizá un gran segundo capítulo que maceró por casi 20 años. Este proyecto "estaba en mi imaginario desde que publiqué Severo Sarduy y Pedro Almodóvar: del barroco al kitsch. Fui recogiendo información y organizando el material a lo largo del tiempo, y aproveché un año sabático de la universidad para darle su forma definitiva. También los artículos que he ido escribiendo para distintos periódicos y revistas afinaron conceptos y aportaron su forma de mirar sobre el objeto de estudio, donde el kitsch como estética que se engrana en muchos de los procesos artísticos contemporáneos, tuvo frecuentemente cabida en mis reflexiones en torno a autores, actores, artistas y cineastas", asegura este profesor de City University of NY.
Según la presentación editorial, kitsch es una estética que para el ciudadano español "viene asociada con el exceso y el cachondeo", pero al otro lado del mapa "deposita también la ilusión de quienes lo ubican en el altar de la esperanza; ello buscando escapar de conquistas, colonialismos, caudillismos, populismos y dictaduras, culpables de mantener a Hispanoamérica constreñida entre la miseria y el atraso".
-Si tuviese que definirle la palabra "kitsch" a un niño, ¿cómo lo haría?
-Un niño es justamente el único individuo a quien no hace falta definírsela pues la comprende intuitivamente. Su capacidad no adulterada de asombrarse ante la realidad, y lo que esa realidad pone ante él, resulta ser la mejor manera de disfrutar de la carga kitsch contenida en el objeto sobre el cual inconscientemente posa su mirada.
-En el texto afirma que "en Venezuela... los símbolos patrios han entrado, con gusto, en el extenso inventario del kitsch básico"...
-La canibalización y carnavalización que, como todo régimen autocrático, el venezolano ha hecho de la bandera, el escudo y el himno nacional, ha deslastrado de su carga alegórica esos símbolos, perdiendo consecuentemente su poder de representar, convencer y conmover. Su apropiación indiscriminada por parte, no solo de los políticos sino de la población en general, ha desintegrado el sentido de pertenencia a una nación, a un país que pudimos tener una vez, dejándonos desamparados y a la deriva.
Y agrega: "nada peor entonces que arroparnos con el amarillo, azul y rojo, cambiar la postura del caballo en el escudo o vocear a grito pelado las estrofas del "Gloria al Bravo Pueblo", para reiterar nuestra orfandad. La ausencia de distancia irónica que el kitsch básico conlleva, ha minado simultáneamente la noción de admiración y deferencia hacia los fundadores de la patria, que tales símbolos tuvieron en el pasado. Por eso hoy, llevarlos en la gorra, la camiseta o la corbata, colgárnoslos del cuello con el pito en las marchas o proteger con sus colores al sacrosanto teléfono inteligente, es la mejor manera de falsearlos y menospreciarlos".
-Siendo Economista (UCV, 1984), ¿esa formación le da una visión particular a la hora de teorizar sobre la cultura popular?
-La primera regla de la economía es satisfacer necesidades múltiples con recursos escasos. A lo largo de su Historia, Venezuela no ha sabido aplicar esta medida, derrochando, malversando y malbaratando su riqueza como si fuera ilimitada. Desde mis años como estudiante de la carrera, siempre me asombré de la facilidad con la cual el país disipó el enorme caudal de bienes que la nacionalización petrolera derramó, con muy poco esfuerzo, sobre esta "tierra de gracia", nunca mejor dicho. Quizás el hecho de ser hijo de inmigrantes catalanes, huidos de los conflictos políticos y las estrecheces económicas en la España franquista, me hizo más susceptible a aquel alegre desprendimiento. Al abordar las manifestaciones de lo popular, esta susceptibilidad me ha permitido mantener la necesaria distancia irónica con qué observarlas y descifrarlas, utilizando el instrumental teórico y crítico a mi alcance.
Previamente había publicado los libros de ensayos Estado e industria editorial(1985), Anotaciones sobre el amor y el deseo (1986), Anatomía de una seducción: reescrituras de lo femenino (1994), Severo Sarduy y Pedro Almodóvar: del barroco al kitsch (1996), A New York State of Mind (2008) y Los vaivenes del lenguaje: literatura en movimiento (2011). Además de las novelas de ficción Para repetir una mujer" (1987), Amantes y reverentes (1999), Viaje de vuelta (2008) y Bajo fuego (2014).
-¿Qué temas le gustaría explorar en sus próximos libros?
-Al momento estoy trabajando en "El mundo después", quinto volumen de una saga familiar novelada. Este volumen arranca en enero de 2003, fecha que marca la pérdida del progreso económico que la nación (Venezuela) había acumulado durante cuarenta años de democracia, y donde había terminado el volumen anterior, "Bajo fuego". Como en los demás textos, lo biográfico se combina con la ficción para articular personajes oscilando entre países y culturas. El tema fundamental que ha puesto a hilar este proyecto, así como la mayor parte de los libros que he escrito y desearía escribir en el futuro, es la importancia de la memoria para reflexionar a fin de evitar caer en los errores del pasado. Algo que los pueblos de nuestra América todavía no han logrado llevar a cabo; de ahí que sigamos involucionando, mientras desechamos la importante labor que, mentes más lúcidas que las nuestras, realizaron para construir un continente más digno.
Residenciado en EEUU desde hace tres décadas, en 1995 culminó su doctorado en Español en New York University. A Venezuela no va desde 2008. "Lo que más extraño es esa "familia escogida", como decía Isaac Chocrón, que espero volver a ver allí, cuando vuelva a girar la rueda de la Historia", asegura.
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