La epidemia de maldad
La gente cree que hablo metafóricamente cuando digo que en Venezuela hay una epidemia de maldad. No es así. Uso la palabra epidemia de manera literal como “enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas”. Soy preciso refiriéndome a la noción de salud comunitaria que indica que la cantidad de gente a la que alcanza la enfermedad es superior a la normal y esperada. La única diferencia es que la enfermedad de la que hablo no es física sino psíquica. Estamos ante una epidemia anímica, tan contagiosa como la pandemia de ébola ocurrida el año pasado en África occidental. Y uso la palabra “mal” también de manera literal, como perversidad, vileza, crueldad, inmoralidad, falsedad, como déficit de bondad, de moral, de compasión, como aquello que actúa al margen de un orden ético y conduce a la destructividad.
Tampoco es netamente metafórico cuando digo que Venezuela se ha convertido en un país literario, mítico, en El corazón de las tinieblas, en el mundo de Lord Voldemort. El mal es una realidad psíquica que en psicología junguiana vinculamos a la sombra arquetipal. Se expresa en figuras míticas, como Sauron el Grande, el nigromante de la saga El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien. Sauron es el maligno y más letal sirviente de Morgoth, el Señor de la Tierra Tenebrosa, la Mano Negra, el Señor Oscuro, el Cruel. Esas imágenes de las películas en las que la tierra media empieza a oscurecer con un aire tenebroso debido a la cercanía de Sauron no son tonterías infantiles. Son representaciones simbólicas de algo muy real, como es la posesión de una persona o de una colectividad por el arquetipo de la sombra. Es lo que ha sucedido en Venezuela. La revolución bolivariana es la sombra de Sauron que ha caído sobre una sociedad ingenua que creía poder salir ilesa de un proceso revolucionario liderado por el resentimiento. La oscuridad que deja Sauron en su camino es la mejor imagen de la sociedad venezolana deshecha en una cotidianidad de crímenes y horror que ya no nos dejan respiro. El brote se intensificará de aquí a diciembre por dos razones principales. Primero, porque la epidemia está en su fase más infecciosa, sin que haya recursos en la sociedad que puedan mitigarla. Segundo, porque el gobierno la estimula deliberadamente con sus fichas criminales como fórmula de control político y social. Esperamos que las elecciones parlamentarias de diciembre sean el primer paso en el control de la pandemia.
@axelcapriles
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