Jesús María Lugo Peña || cuevaeloro57@yahoo.es
Terminábamos nuestro relato anterior conversando acerca de los “componedores “de cochino” que para ese entonces se dedicaban a tan recordados procederes en nuestro querido pueblo. Hoy quiero referirme a ellos de modo personalizado para tenerlos presente en nuestras memorias.
Uno de ellos llamado Eladio Colmenares, mejor conocido como “tiro largo” por ser un flaco de elevada estatura que cuando jugaba bolas criollas en contra del “mister” Pedro Pablo Bordones, le lanzaba el mingo muy lejos para llevarle ventaja en el juego. En contraposición a su tamaño existía un hombre bajito que había perdido buena parte del muslo y la pierna derecha, nunca supe la causa de esa mutilación ni tampoco su verdadero nombre, era conocido como “el mocho Carabobo”, que se caracterizaba por ponerle una especie de estaca a su “tocón” de muslo ‘para mantenerse erguido.
El tercero de ellos era Blas Ledezma, hombre de recia figura quien desgraciadamente murió como consecuencia de un tétanos y a mí me correspondió atenderlo en sus últimos momentos de vida, que me resultaron tormentosos ante la impotencia para salvarlo.
Otro era un ser callado, bajo de estatura también que vivía frente a “casupo” Piñero cerca de los Yaguaro y, finalmente me quiero referir a quien considero la persona que mejor adobaba y hacía los chicharrones más sabrosos, se trata de Carlitos Peña llamado “el iguano”.
Como pueden apreciar contábamos con los insumos necesarios para comer proteínas, éramos felices y no lo sabíamos; una característica importante era de colocar una bandera blanca en el extremo de una larga vara de bambú, para señalar el sitio donde se estaba sacrificando el cochino y en el momento de estar todo listo para su venta,incluido el abalorio, se lanzaba un cohete y la gente acudía ‘presurosa para no quedarse como las guayaberas, por fuera, en la compra por agotarse la misma con prontitud.
Ahora quiero conversar acerca de la riqueza pecuaria de ese entonces, constituíamos un verdadero emporio en la producción de leche para la época vale decir que solo la Hacienda “la Caracara” de los Giménez sacaba en promedio más de cinco mil litros de leche por día, a eso le podíamos sumar la producción de “Monteserino” de los González, De Natividad Márquez en “el Portachuelo”, La “Cumaca de Tomás Lago, la del Higuerote de José Isabel Moreno, La de “YUMA” de Francisco Antonio Giudice,la de “castillito de Carlos Lozano, la de Ana Gómez y la de otros pequeños proveedores.
De eso solo quedan los recuerdos en virtud del desarrollo experimentado en la zona, donde se han visto sustituidas esas productivas haciendas, por el cemento, la arena y el hierro, conformando hoy día las grandes y modernas urbanizaciones.
Es propicia la ocasión para recomendarles a quienes tienen el privilegio de administrar el municipio, la conveniencia de conformar y estructurar un programa que contemple la reforestación de esos cerros circundantes al pueblo, mediante un serio estudio por expertos de las plantas a sembrar, para conservar las fuentes de agua todavía existente y disminuir en unos grados la temperatura de la zona como ha sido comprobado en los sitios donde se ha realizado.
En otra oportunidad continuaré mis recuerdos que se mantienen imborrables esperando que los nuevos habitantes conozcan un poco el terreno donde ahora viven.
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