Fray Junípero y Juan Ramos de Lora
MONS. BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO | EL UNIVERSAL
sábado 10 de octubre de 2015 12:00 AM
En el reciente viaje del Papa Francisco a Estados Unidos tuvo lugar la canonización del evangelizador de las Californias, Fray Junípero Serra. A finales del siglo XVIII, luego de la expulsión de los jesuitas de los reinos de España, el monarca Carlos III confió a los franciscanos del Convento de San Fernando de México la riesgosa misión de la colonización y evangelización de aquellas lejanas tierras que no habían sido sometidas al régimen novohispano.
El Convento de San Fernando de México era emblemático y punto de partida para la evangelización de numerosos pueblos indígenas del extenso virreinato de la Nueva España. Más de un centenar de frailes conformaban la base de aquel cenobio. A mediados del siglo XVIII, en 1749, dos numerosos grupos de frailes, andaluces uno y catalanes mallorquines el otro, se sumaban a las vocaciones criollas. A la cabeza del grupo bético estaba fray Juan Ramos de Lora, y comandaba el catalán fray Junípero Serra. Ambos eran hombres emprendedores y ocuparon los puestos de vanguardia tanto en el convento como en la exitosa avanzada en los pueblos de la Sierra Gorda de Querétaro.
Llegado el momento de emprender rumbo a las costas del Pacífico desde las áridas tierras de la Península de la Baja California para dirigirse a las tierras más fértiles de lo que es hoy la California norteamericana, ambos frailes iban al frente de la expedición. Diferencias de ambos en la conducción de aquella aventura misionera, hizo necesaria la intervención del visitador plenipotenciario don José de Gálvez, más tarde poderoso ministro del rey Carlos III. A fray Junípero le encomendó continuar hacia el norte siendo fundador e impulsor de las misiones de las que quedan hermosos vestigios de acción humanizadora y evangelizadora llevada a cabo en aquellas tierras, divididas hoy entre México y Estados Unidos. A fray Juan Ramos de Lora, andaluz como el ministro Gálvez, se lo remitió de nuevo al Convento de San Fernando, siendo nombrado poco tiempo después obispo fundador de una extensa diócesis en la América del Sur: Mérida de Maracaibo.
Entre sus afanes civilizadores lo educativo era una de las prioridades. Eran los tiempos de la ilustración y fieles a su tiempo dieron impulso a las ciencias y a las artes. Los condiscípulos mallorquines escribieron pronto la vida y obra de fray Junípero. De fray Juan Ramos hubo que esperar para conocer a fondo su desempeño como misionero y obispo. Como hijos de la Iglesia, seguidores de San Francisco de Asís, su preocupación y entrega los llevó a trabajar por los más pobres. Hoy, entonamos himnos de alabanza en la liturgia universal por la canonización del primero. Del nuestro, fray Juan Ramos nos queda la estela fecunda de su acción que ha dado numerosos frutos tanto en lo educativo, con la Universidad de Los Andes como en la sede episcopal emeritense de donde se han desprendido más de diez diócesis en territorio venezolano y colombiano.
bepocar@gmail.com
El Convento de San Fernando de México era emblemático y punto de partida para la evangelización de numerosos pueblos indígenas del extenso virreinato de la Nueva España. Más de un centenar de frailes conformaban la base de aquel cenobio. A mediados del siglo XVIII, en 1749, dos numerosos grupos de frailes, andaluces uno y catalanes mallorquines el otro, se sumaban a las vocaciones criollas. A la cabeza del grupo bético estaba fray Juan Ramos de Lora, y comandaba el catalán fray Junípero Serra. Ambos eran hombres emprendedores y ocuparon los puestos de vanguardia tanto en el convento como en la exitosa avanzada en los pueblos de la Sierra Gorda de Querétaro.
Llegado el momento de emprender rumbo a las costas del Pacífico desde las áridas tierras de la Península de la Baja California para dirigirse a las tierras más fértiles de lo que es hoy la California norteamericana, ambos frailes iban al frente de la expedición. Diferencias de ambos en la conducción de aquella aventura misionera, hizo necesaria la intervención del visitador plenipotenciario don José de Gálvez, más tarde poderoso ministro del rey Carlos III. A fray Junípero le encomendó continuar hacia el norte siendo fundador e impulsor de las misiones de las que quedan hermosos vestigios de acción humanizadora y evangelizadora llevada a cabo en aquellas tierras, divididas hoy entre México y Estados Unidos. A fray Juan Ramos de Lora, andaluz como el ministro Gálvez, se lo remitió de nuevo al Convento de San Fernando, siendo nombrado poco tiempo después obispo fundador de una extensa diócesis en la América del Sur: Mérida de Maracaibo.
Entre sus afanes civilizadores lo educativo era una de las prioridades. Eran los tiempos de la ilustración y fieles a su tiempo dieron impulso a las ciencias y a las artes. Los condiscípulos mallorquines escribieron pronto la vida y obra de fray Junípero. De fray Juan Ramos hubo que esperar para conocer a fondo su desempeño como misionero y obispo. Como hijos de la Iglesia, seguidores de San Francisco de Asís, su preocupación y entrega los llevó a trabajar por los más pobres. Hoy, entonamos himnos de alabanza en la liturgia universal por la canonización del primero. Del nuestro, fray Juan Ramos nos queda la estela fecunda de su acción que ha dado numerosos frutos tanto en lo educativo, con la Universidad de Los Andes como en la sede episcopal emeritense de donde se han desprendido más de diez diócesis en territorio venezolano y colombiano.
bepocar@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario