Juan Germán Roscio: a 240 años de su nacimiento
Este ensayo dedicado a Roscio pertenece al libro “Venezolanos (de la A a la Z)”, publicado por Fundavag Ediciones, Caracas, 2013
Mañana 27 de mayo se cumplen 240 años del nacimiento de uno de los venezolanos más importantes de nuestra historia republicana y, paradójicamente, uno de los menos conocidos. Hijo de un milanés, Cristóbal Roscio, y de una mestiza, Paula María Nieves, vio la luz en San Francisco de Tiznados. No pertenecía a los estamentos de la sociedad que podían educarse en la universidad y, sin embargo, gracias a la hija del Conde de San Javier pudo asistir a ella, graduándose de abogado y doctorándose en cánones.
Su participación en el proceso de independencia de Venezuela es fundamental, pero la inmensa mayoría de los venezolanos ignora por qué. Junto con Francisco Isnardy redacta el Acta de la Independencia, firmada el 5 de julio de 1811: acto jurídico y político que determina el nacimiento de la República de Venezuela. Luego es designado por el Congreso Constituyente para que redacte las bases de la Constitución Nacional, tarea que emprende junto a Francisco Javier Ustáriz y Gabriel de Ponte, hasta que el 21 de diciembre de 1811 es sancionada la primera Constitución Nacional que, como se sabe, tuvo vigencia hasta la pérdida de la primera república, hacia mediados de 1812.
Es hecho preso por las fuerzas de Domingo Monteverde y enviado junto a ocho patriotas más a la cárcel de Cádiz, para luego ser trasladado a la prisión de Ceuta en 1813. Finalmente es liberado en 1815, gracias a las gestiones del británico liberal Thomas Richards. En la prisión de Ceuta escribió su libro memorable: El triunfo de la libertad sobre el despotismo.
Hasta donde mis conocimientos alcanzan, considero que este es el esfuerzo intelectual más complejo y profundo que venezolano alguno materializó acerca de la justificación cristiana de la independencia. Más aún, desconozco una obra de mayor peso intelectual que esta a favor del proceso independentista venezolano y de toda la América Hispana. Roscio se da a la tarea titánica de encontrar en la Biblia la necesidad categórica que tienen los auténticos cristianos de buscar la libertad, y de no tolerar el despotismo en ninguna de sus expresiones. Sus esfuerzos van dirigidos a demostrar que la justificación bíblica de la detentación soberana del poder por parte del monarca, es imposible. El libro, que para colmo de maravillas inaugura una escritura en Venezuela de la que va a ser heredero, nada menos, que José Antonio Ramos Sucre, está escrito siguiendo la modalidad agustiniana de la confesión, y es un prodigio de exactitud y elegancia en el dominio del idioma.
El trasfondo filosófico del proceso independentista es el Liberalismo, y de la lectura de la obra de Roscio se desprende que éste había abrevado en esas fuentes con fruición, pero además se dio a la tarea de ensamblar en un solo cuerpo su formación católica de origen, y las nuevas ideas liberales, que en nada concordaban con la posición de la Iglesia Católica de entonces, que defendía el derecho divino de los reyes. Si alguien se empeñó en una verdadera revolución fue Roscio: con sus ideas contravenía las del Status Quo de su tiempo. Roscio leyó la Biblia como el hombre moderno que era: en su contexto histórico, atendiendo a sus dimensiones políticas, y con el necesario sentido interpretativo crítico. Su trabajo, entonces y ahora, fue y sigue siendo asombroso.
Ahora bien, esta joya que invito a leer, según uno de sus más acuciosos conocedores, el sacerdote jesuita Luis Ugalde: “tal vez no pasen de diez los venezolanos que hayan leído íntegramente esta obra.” Y esto lo afirma en su libro El pensamiento teológico-político de Juan Germán Roscio, publicado por La casa de Bello en 1992. El mismo Ugalde refiere unos datos editoriales que son estremecedores y elocuentes. La obra de Roscio se publica en Filadelfia en 1817 y se reedita dos veces más en esta ciudad y tres veces en México. Las seis ediciones tienen lugar entre 1817 y 1857. La primera edición venezolana data de 1953, lo que indica a todas luces que hasta entonces el libro fue escasísimamente leído entre nosotros, ya que no se tiene noticia sobre una pródiga circulación de las ediciones mexicanas del siglo XIX. Esta edición de 1953 se le debe, como muchísimas otras deudas, al trabajo de Pedro Grases. Él mismo relata en el prólogo al libro de Ugalde que compró en la librería hispánica de Oxford, Dolphins, un ejemplar de El triunfo de la libertad sobre el despotismo que ha dado origen a las ediciones venezolanas que se han hecho (Monte Ávila Editores, 1983, Biblioteca Ayacucho, 1996). Me ahorro los comentarios y comparto la vergüenza.
La costra de mitos que impide ver la historia de Venezuela en su dimensión ósea espera por el trabajo de muchas revisiones y relecturas. Entre las más urgentes está la de hincarle el diente al proceso de independencia y exponer a la luz del orgullo la obra insólita y conmovedora de Roscio. Acepten estas breves líneas como una invitación.
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