Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

viernes, 24 de julio de 2015

Lean este discurso del papa Francisco todos los alcaldes de nuestro Estado Carabobo y su Gobernador.

El Papa a los alcaldes del mundo: 'Crear conciencia sobre la ecología humana'
'El daño contra el ambiente rebota contra el hombre' y la encíclica Laudato Si' 'no es verde sino social'
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 21 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha participado este martes por la tarde en el encuentro sobre cambio climático y esclavitud, donde se ha dirigido a más de sesenta alcaldes procedentes de distintas partes mundo. Durante su discurso a los participantes, pronunciado en español, ha analizado las dos emergencias tratadas a lo largo del día.
La cultura del cuidado del ambiente no es una actitud solamente “verde”, ha asegurado el Papa, es “mucho más”. Por eso, ha precisado que cuidar el ambiente significa tener una actitud de ecología humana. La ecología “es total, es humana”, ha precisado. De este modo, el Santo Padre ha explicado que en la encíclica Laudato Si’ “no se puede separar al hombre del resto”.
Por otro lado, el Pontífice ha subrayado “el efecto de rebote que existe contra el hombre cuando el ambiente es maltratado”. El Papa además ha asegurado que su encíclica no es “verde” sino social, destacando que cuidar el ambiente es “una actitud social”.
A propósito del encuentro que se está celebrando, Francisco ha indicado que le ha parecido una idea muy fecunda invitar a los alcaldes. Porque, ha advertido el Papa, “una de las cosas que más se nota cuando el ambiente no es cuidado, es el crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial”. Así, ha explicado que “son como cabezas se hacen grandes pero cada vez con cordones de pobreza y miseria más grandes”.
La gente sufre los efectos del descuido del ambiente, ha precisado. “Y en este sentido está involucrado el fenómeno migratorio”, ha añadido. ¿Por qué la gente viene a las grandes ciudades?, se ha preguntado el Pontífice. “Porque el mundo rural ya no les da oportunidades”. 
A continuación ha mencionado otro punto que está en la encíclica y que denuncia, con mucho respeto, la idolatría de la tecnocracia. Algo que “lleva a despojar del trabajo, que crea desocupación”, ha advertido Francisco, denunciado la desocupación juvenil que afecta a tantos países de Europa.  
¿Qué horizonte, qué futuro se ofrece a estos jóvenes? A propósito, ha advertido de los riesgos que corren de caer en adicciones, en el aburrimiento al no saber qué hacer de su vida, en el suicidio, o involucrarse en proyectos guerrilleros que ofrecen un ideal de vida.   
También ha denunciado la cantidad de “enfermedades raras” que vienen por culpa del exceso de la tecnificación. Así como ha advertido sobre la desertificación y la deforestación de algunas zonas del planeta. Y todos estos fenómenos confluyen en “el trabajo en negro”. El no ganar lo suficiente para poder vivir puede provocar actitudes delictivas, ha subrayado. Al respecto, ha condenado nuevamente el trabajo esclavo y la prostitución como “fuente de trabajo para poder sobrevivir”.
Por otro lado, el Pontífice ha manifestado que tiene esperanza en la cumbre de París que se celebra a finales de este año para que “se logre algún acuerdo fundamental básico”. Las Naciones Unidas --ha insistido-- tienen que interesarse fuertemente en este fenómeno.
El Santo Padre ha presentado dos formas de incultura. En primer lugar “la incultura que Dios nos entregó para transformarla en cultura” y la segunda es “cuando el hombre no respeta la relación con la Tierra”. Para poner un ejemplo ha hablado de la energía atómica, “es buena, puede ayudar”, ha observado, pero existe la parte negativa de esta energía, como "Hiroshima y Nagasaki”.
Para finalizar su discurso, el Santo Padre ha recordado la responsabilidad que tienen los presentes para combatir la trata de personas y proteger el medio ambiente. “El trabajo más serio y profundo se hace desde la periferia hacia el centro”, ha explicado. Es decir, “desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad”.
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El discurso del papa Francisco a los alcaldes del mundo: texto completo
El Santo Padre se dirigió a los alcaldes reunidos en el Aula del Sínodo
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 21 de julio de 2015 (ZENIT.org)
A continuación el texto completo del papa Francisco, dirigido a los alcaldes reunidos en el Vaticano, en la cumbre organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales y las Naciones Unidas, que se realizó hoy martes y continúa este miércoles.
"Buenas tardes, bienvenidos.
Les agradezco sinceramente, de corazón el trabajo que han hecho. Es verdad que todo giraba alrededor del tema del cuidado del ambiente, de esa cultura del cuidado del ambiente. Pero esa cultura del cuidado del ambiente no es una actitud solamente – lo digo en buen sentido- “verde”, no es una actitud “verde”, es mucho más. Es decir, cuidar el ambiente significa una actitud de ecología humana. O sea, no podemos decir: la persona está aquí y el Creato, el ambiente, está allí. La ecología es total, es humana. Eso es lo que quise expresar en la Encíclica “Laudato Si”: que no se puede separar al hombre del resto, hay una relación de incidencia mutua, sea del ambiente sobre la persona, sea de la persona en el modo como trata el ambiente; y también, el efecto de rebote contra el hombre cuando el ambiente es maltratado. Por eso, frente a una pregunta que me hicieron yo dije: “no, no es una encíclica ‘verde’, es una encíclica social”. Porque dentro del entorno social, de la vida social de los hombres, no podemos separar el cuidado del ambiente. Más aun, el cuidado del ambiente es una actitud social, que nos socializa en un sentido o en otro -cada cual le puede poner el valor que quiere- y por otro lado, nos hace recibir – me gusta la expresión italiana cuando hablan del ambiente- del “Creato”, de aquello que nos fue dado como don, o sea, el ambiente.
Por otro lado, ¿por qué esta invitación que me pareció una idea -de la Academia de monseñor Sánchez Sorondo- muy fecunda, de invitar a los alcaldes, a los síndicos de las grandes ciudades y no tan grandes, pero invitarlos aquí para hablar de esto? Porque una de las cosas que más se nota cuando el ambiente, la Creación, no es cuidada es el crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial, es como que las cabezas, las grandes ciudades, se hacen grandes pero cada vez con cordones de pobreza y de miseria más grandes, donde la gente sufre los efectos de un descuido del ambiente. En este sentido, está involucrado el fenómeno migratorio. ¿Por qué la gente viene a las grandes ciudades, a los cordones de las grandes ciudades, las villas miseria, las chabolas, las favelas? ¿Por qué arma eso? Simplemente porque ya el mundo rural para ellos no les da oportunidades. Y un punto que está en la encíclica, y con mucho respeto, pero se debe denunciar, es la idolatría de la tecnocracia. La tecnocracia lleva despojar de trabajo, crea desocupación, los fenómenos desocupatorios son muy grandes y necesitan ir migrando, buscando nuevos horizontes. El gran número de desocupados alerta. No tengo las estadísticas- pero en algunos países de Europa, sobre todo en los jóvenes, la desocupación juvenil, de los 25 años hacia abajo, pasa del 40 por ciento y en algunos llega al 50 por ciento. Entre 40, 47 –estoy pensando en otro país- 50 – estoy pensando en otras estadísticas serias dadas por los jefes de gobierno, los jefes de Estado directamente. Y eso proyectado hacia el futuro nos hace ver un fantasma, o sea, una juventud desocupada que hoy ¿qué horizonte y qué futuro puede ofrecer?, ¿qué le queda a esa juventud? O las adicciones, o el aburrimiento, o el no saber qué hacer de su vida -una vida sin sentido, muy dura-, o el suicidio juvenil – las estadísticas de suicidio juvenil no son publicadas en su totalidad-, o buscar en otros horizontes, aún en proyectos guerrilleros, un ideal de vida.
Por otro lado, la salud está en juego. La cantidad de enfermedades “raras”, así se llaman que vienen de muchos elementos de fertilización de los campos - o vaya a saber, todavía no saben bien las causas-, pero de un exceso de tecnificación. Entre los problemas más grandes que están en juego es el oxígeno y el agua. Es decir, la desertificación de grandes zonas por la deforestación. Acá al lado mío está el cardenal arzobispo encargado de la Amazonia brasilera, él puede decir lo que significa una deforestación hoy día, en la Amazonia, que es el pulmón del mundo, Congo, Amazonia, grandes pulmones del mundo-. La deforestación en mi patria hace unos años – hace 8 o 9 años- me acuerdo que hubo del Gobierno Federal a una Provincia, hubo un juicio para detener una deforestación que afectaba a la población. ¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva, de no cuidado del ambiente, además de los fenómenos naturales, inciden sobre la migración? El no haber trabajo, y después la trata de las personas. Cada vez es más común el trabajo en negro, un trabajo sin contrato, un trabajo arreglado debajo de la mesa. ¡Cómo ha crecido!. El trabajo en negro es muy grande, lo cual significa que una persona no gana lo suficiente para vivir. Eso puede provocar actitudes delictivas y todo lo que sucede en una gran ciudad por esas migraciones provocadas por la tecnificación. Sobre todo me refiero al agro o la trata de las personas en el trabajo minero, la esclavitud minera todavía es muy grande y es muy fuerte. Y lo que significa el uso de ciertos elementos de lavado de minerales – arsénico, cianuro- que inciden en enfermedades de la población. En eso hay una responsabilidad muy grande. O sea que todo rebota, todo vuelve. Es el efecto rebote contra la misma persona. Puede ser la trata de personas por el trabajo esclavo, la prostitución, que son fuentes de trabajo para poder sobrevivir hoy día.
Por eso me alegra que ustedes hayan reflexionado sobre estos fenómenos. Yo mencioné algunos, no más, que afectan a las grandes ciudades.
Finalmente, yo diría que sobre esto hay que interesar a las Naciones Unidas. Tengo mucha esperanza en la Cumbre de París, de noviembre, que se logre algún acuerdo fundamental y básico. Tengo mucha esperanza, pero sin embargo, las Naciones Unidas tienen que interesarse muy fuertemente sobre este fenómeno, sobre todo, en la trata de personas provocada por este fenómeno ambiental, la explotación de la gente. Recibí hace un par de meses a una delegación de mujeres de las Naciones Unidas encargadas de la explotación sexual de los niños en los países de guerra. O sea, los niños como objeto de explotación. Es otro fenómeno. Y las guerras son también elemento de desequilibrio del ambiente.
Quisiera terminar con una reflexión que no es mía, es del teólogo y filósofo Romano Guardini. Él habla de dos formas de incultura: la incultura que Dios nos entregó para que nosotros la transformáramos en cultura y nos dio el mandato de cuidar, y hacer crecer, y dominar la tierra; y la segunda incultura, cuando el hombre no respeta esa relación con la tierra, no la cuida – es muy claro en el relato bíblico que es una literatura de tipo místico allí-. Cuando no la cuida, el hombre se apodera de esa cultura y la empieza a sacar de cause. O sea, la incultura la saca de cause y se le va de las manos y forma una segunda forma de incultura: la energía atómica es buena, puede ayudar, pero hasta aquí, sino pensemos en Hiroshima y en Nagasaki, o sea ya se crea el desastre y la destrucción -por poner un ejemplo antiguo. Hoy día, en todas las formas de incultura, como las que ustedes han tratado, esa segunda forma de incultura es la que destruye al hombre. Un rabino del medioevo, más o menos de la época de Santo Tomás de Aquino – y quizás alguno de ustedes me lo escuchó- explicaba en un “midrash” el problema de la torre de Babel a sus feligreses en la sinagoga, y decía que construir la torre de Babel llevó mucho tiempo, y llevó mucho trabajo, sobre todo hacer los ladrillos -suponía armar el fango, buscar la paja, amasarla, cortarla, hacerla secar, después ponerla en el horno, cocinarla, o sea que un ladrillo era una joya, valía muchísimo- y lo iban subiendo, al ladrillo, para ir poniendo en la torre. Cuando se caía un ladrillo era un problema muy grave, y el culpable o el que descuidó el trabajo y lo dejó caer, era castigado. Cuando se caía un obrero de los que estaban construyendo no pasaba nada. Este es el drama de la segunda forma de incultura: el hombre como creador de incultura y no de cultura. El hombre creador de incultura porque no cuida el ambiente.
Y ¿por qué ésta convocatoria de la Academia Pontificia de las Ciencias a los síndicos, alcaldes, intendentes de las ciudades? Porque ésta conciencia si bien sale del centro hacia las periferias, el trabajo más serio y más profundo, se hace desde la periferia hacia el centro. Es decir, desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad. La Santa Sede o tal país, o tal otro, podrán hacer un buen discurso en las Naciones Unidas pero si el trabajo no viene de las periferias hacia el centro, no tiene efecto. De ahí la responsabilidad de los síndicos, de los intendentes, de los alcaldes de las ciudades. Por eso les agradezco muchísimo que se hayan reunido como periferias sumamente serias de este problema. Cada uno de ustedes tiene dentro de su ciudad cosas como las que yo he dicho y que ustedes tienen que gobernar, solucionar, etcétera. Yo les agradezco la colaboración. Me dijo monseñor Sánchez Sorondo que muchos de ustedes han intervenido y que es muy rico todo esto. Les agradezco y pido al Señor que nos dé a todos la gracia de poder tomar conciencia de este problema de destrucción que nosotros mismos estamos llevando adelante al no cuidar la ecología humana, al no tener una conciencia ecológica como las que nos fue dada al principio para transformar la primera incultura en cultura, y frenar ahí, y no transformar esta cultura en incultura.
Muchísimas gracias".

Alcaldes del mundo firman una declaración conjunta
Se comprometen a luchar contra la trata y a favorecer el cambio hacia la energía renovable
Por Redacción
Roma, 21 de julio de 2015 (ZENIT.org)
Los 50 alcaldes de todo el mundo que han participado en el taller “Esclavitud moderna y cambio climático: el compromiso de las ciudades”, (Modern slavery and climate change: the commitment of the cities), han firmado una declaración final. 
El evento promovido este martes y miércoles por la Pontificia Academia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales, junto con las Naciones Unidas se ha desarrollado en el Vaticano, hoy en la Sala del Sínodo y mañana en la Casina Pio IV.
Reconociendo la responsabilidad y el rol vital de las ciudades y de los alcaldes, “nos empeñamos a construir en nuestras ciudades y en nuestros ambientes” condiciones favorables “para los pobres y todos los que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, para reducir su exposición a los eventos extremos relacionados al clima y a otros desastres económicos, sociales y ambientales que favorecen el tráfico de seres humanos y peligrosas migraciones forzadas”, indica la declaración.
Al mismo tiempo los primeros ciudadanos se empeñan a “poner fin al abuso, a la explotación, a la trata y a todo tipo de moderna esclavitud, incluidos los trabajos forzados y la prostitución, el tráfico de órganos y la esclavitud doméstica”, y a desarrollar “programas de recolocación interna y reintegración que impidan repatriar si no es querido por las víctimas de trata”.
El objetivo de los alcaldes es por lo tanto volver las ciudades y los conglomerados urbanos “siempre más socialmente inclusivos, seguros, resistentes, sostenibles”.
“El cambio climático inducido por el hombre es una realidad científica y su control eficaz es un imperativo moral para la humanidad”, indican.  El documento subraya además la importancia de crear incentivos financieros para facilitar la transición desde sistemas energéticos a base de emisiones de carbono hacia las energías renovables” y propone desplazar financiamientos públicos desde gastos militares hacia “inversiones urgentes para el desarrollo sostenible”
El documento de los alcaldes indica dos “emergencias interconectadas”, el “cambio climático inducido por el hombre, y la exclusión social en las formas extremas de pobreza radical, moderna esclavitud y tráfico de seres humanos”.
La declaración indica también que se ha considerado la evidencia científica del cambio climático inducido por el hombre, la pérdida de la biodiversidad, basándose en la última encíclica del Papa.  

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