Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Guerra Civil en Yugoslavia: El conflicto de los Balcanes; Los pueblos, la historia y el territorio.

IDEAS PRESENTES



Bandera_RFS_Yugoslavia
Resumen
Las Guerras de Yugoslavia fueron una serie de conflictos que sucedieron entre 1991 y 2001 en Europa, mismas que se caracterizaron por los conflictos étnicos entre los pueblos que en su conjunto formaban la ex Yugoslavia, principalmente entre serbios, croatas, bosnios, albaneses y musulmanes. El conflicto obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión religiosa, derivada de una región fronteriza histórica que fue dominada y dividida con fines específicos desde la época de los romanos en el siglo IV, pasando del Imperio Bizantino a Carlomagno (s. IX), posteriormente al Imperio Turco-Otomano (s. XV), y finalmente bajo el gobierno de la Casa de Habsburgo (s. XVII – XIX y principios del XX). Como consecuencia de las diferencias étnicas, religiosas y culturales que dominaron durante siglos el escenario balcánico, se desencadenaron varias guerras que provocaron la disolución de la República Federativa de Yugoslavia en 1991.
Palabras clave: Nacionalismo, Religión, Etnia, Frontera, Genocidio.

Introducción:
“En realidad ninguna nación en Europa es étnicamente pura. Todas son el producto de mezclas de sucesivas migraciones de diferentes pueblos. La guerra emprendida por Serbia para crear la Gran Serbia es una aplicación lógica del principio étnico. Según éste, todos los serbios fuera de Serbia deben ser incorporados en un solo Estado, de lo contrario la nación Serbia estaría condenada al exterminio. La idea de la nación étnica es, por tanto, una permanente provocación a la guerra. Es una idea que convierte en espías e insurgentes a aquellos que tuvieron la desdicha de vivir por fuera de las fronteras identificadas con su nacionalidad, lo cual, por un lado, invita a su persecución por parte de las otras etnias y, por el otro, a justificar la expansión nacional de los gobiernos a los cuales están étnicamente ligados”.[1]
Luego del derrumbe del Muro de Berlín, en 1989, tres federaciones desaparecieron de la geografía euroasiática:
  • La primera fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que se disolvió en 1991 y, tras un proceso difícil, dio origen a la aparición de varios nuevos estados, sobre todo en la región del Cáucaso Meridional y de Asia Central.
  • La segunda fue Checoslovaquia que, el 1º de enero de 1993, se escindió pacíficamente en dos nuevos estados: República Checa y Eslovaquia.
  • La disolución de la tercera federación fue sumamente violenta a raíz del estallido de viejos conflictos étnicos y religiosos que pusieron fin a la República Federal Socialista de Yugoslavia.

Territorio yugoslavo antes de 1991.
Territorio yugoslavo antes de 1991.
          El 25 de junio de 1991, a poco del fin de la Guerra Fría y del derrumbamiento del Comunismo en la Unión Soviética y en Europa del Este, Eslovenia y Croacia, dos repúblicas de la antigua Yugoslavia, proclamaron su independencia. Pero Serbia, antiguo centro de la federación, no aceptó aquella determinación y decidió mantener por la fuerza, la unión de los pueblos “eslavos del sur”, misma que desencadenó una  guerra sucia a la que se denominó “limpieza étnica”. Luego, el 29 de febrero de 1992, la república de Bosnia-Herzegovina adoptó la misma decisión de libertad, pero de nueva cuenta los serbios se opusieron radicalmente a dicha separación de la federación y comenzó una nueva guerra, esta vez de enormes proporciones hasta el día de hoy, sin aparente solución.
Como resultado de esa serie de conflictos emergieron seis nuevos estados soberanos:
  • Bosnia-Herzegovina
  • Croacia
  • Eslovenia
  • Macedonia
  • Montenegro
  • Serbia
“Son seis repúblicas
son seis naciones
son cuatro idiomas
son tres religiones (católicos, ortodoxos y musulmanes)
son dos alfabetos (cirílico y latino)
pero un solo deseo:
independencia”…
Manuel Leguineche, “El desmembramiento de Yugoslavia” en Yugoslavia Kaputt.
           Si se acepta que la nación se construye no sólo a partir de elementos objetivos como las etnias, sino también con fundamento en elementos subjetivos como el sentimiento de pertenencia a un pasado común, puede afirmarse que la crisis yugoslava no es una guerra civil sino un conflicto entre naciones con diferentes historias. Probablemente la crisis yugoslava pueda entenderse mejor si se enfoca desde una dinámica distinta basada en lo político, es decir, como una guerra de valores políticos en un amplio espectro de nacionalismos. Así, el derrumbamiento yugoslavo tiene que ver con la imposibilidad de conciliar en un marco común más de dos culturas políticas distintas, coexistiendo en un mismo espacio geográfico, interactuado entre sí, con diferentes religiones, lenguaje e ideología.
          Estas “guerras de intolerancia”, fueron los primeros conflictos desde la Segunda Guerra Mundial en haber sido formalmente juzgados cómo genocidas y muchos de los individuos claves participantes fueron consecuentemente acusados por crímenes de guerra. Las guerras balcánicas fueron los conflictos más sangrientos en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, resultando en unas 130,000 a 200,000 muertes y millones más sacados de sus hogares.

Historia del conflicto: “El conflicto de los Balcanes” no comenzó tras la caída del bloque soviético ni, necesariamente, está íntimamente vinculado a ese hecho. En esa región, a lo largo de la historia, se ha producido la confluencia de diversos grupos étnicos que, además, fueron abrazando diferentes confesiones religiosas. Ese mundo geográfico al que nos asomamos ha sido un espacio fronterizo a lo largo de la historia.
          Al producirse la división del Imperio Romano, en el año 395, el territorio correspondiente a lo que sería Serbia, Montenegro y el norte de Albania quedó integrado en la órbita de Constantinopla; mientras, el que ocuparían Bosnia, Croacia y Eslovenia seguía bajo el control de Roma. Esta circunstancia habría de marcar más adelante el devenir de los pueblos eslavos que allí se asentarían posteriormente. Sobre todo cuando en el año 812, cuando Carlomagno firmó con los bizantinos el Tratado de Aquisgrán, delimitando la frontera de sus respectivos Imperios.
          Albania, entre los años 893 y 928, fue parte del primer imperio búlgaro, siendo luego reconquistada por Basilio II, emperador de Bizancio. La soberanía política directa, las misiones y la extraordinaria capacidad de “bizantinizar” élites extranjeras, pusieron en movimiento un proceso de penetración que se reflejó de forma igualmente duradera en la vida política, religiosa y cultural. Los serbios, croatas, búlgaros, húngaros y rusos no sólo se vieron influidos por la cultura bizantina en la forma específica de su fe cristiana y en su liturgia en lengua vernácula. Lo que Roma significó para los pueblos germanos de occidente, lo representó Bizancio para el mundo eslavo: Fue su fuente de religión y de cultura.
          Una nueva división se introdujo en el siglo XIV cuando los turcos otomanos, avanzaron sobre Asia Menor y se apoderaron de los centros urbanos, dominando a los pueblos eslavos de los Balcanes. Este es el origen de la entrada de los turcos en Europa. Los otomanos se expandieron hasta alcanzar el Danubio y el Éufrates, ocuparon Grecia, dominaron Atenas en 1397 y asediaron Constantinopla, a la que conquistaron en 1453 poniendo fin al Imperio Bizantino y a la hegemonía del cristianismo en la región.
          Los turcos ampliaron sus dominios sobre la península helénica y sobre los Balcanes al sur del río Save y de los montes Cárpatos, desalojando a los genoveses que se habían instalado sobre el Mar Negro. Del mismo modo eliminaron a los húngaros en Mohács en 1526 y sometieron a vasallaje la región de Transilvania. Sin embargo, la toma de Chipre en 1571 significó un punto de inflexión para el Imperio Turco.[1] Los monarcas cristianos de Europa se coaligaron y los vencieron en la batalla de Lepanto en 1571 y varios años más tarde, en 1664, en San Gotardo. Los turcos fueron rechazados al sur de los ríos Save y Danubio por los Habsburgo.
          Ante la difícil situación por la que atravesaba, el sultán Mustafá II (1695-1703) pidió la paz, la que se celebró a través del tratado de Karlowitz en 1699.[2]Mediante el mismo, Turquía cedió a Austria toda Hungría. La paz de Karlowitz significó el fin de la supremacía turca sobre el sureste de Europa, que fue sustituida por el dominio austríaco, y le permitió a Rusia abrirse camino hacia el Mediterráneo a costa de las posesiones turcas. Bajo Mahmud I (1703-1757), los turcos sufrieron derrotas de consideración. Los austríacos los derrotaron entre 1716 y 1717, dando lugar, en 1718, a la firma del tratado de Passarowitz, mediante el cual Austria se anexionó Temesvar, el norte de Bosnia y de Serbia, incluida la ciudad de Belgrado, y Valaquia occidental.
          En 1774, Rusia y Turquía firmaron el tratado de Kutchuk-Kaïnardji,[3] lo que le permitió a Catalina II “la Grande”, emperatriz de Rusia, asegurar la posesión de sus conquistas en el mar Negro y el Cáucaso, además de imponer a Turquía la libre navegación por ese mar y por el Mediterráneo. Aún más importante fue el hecho de que Rusia brindó protección oficial sobre los cristianos ortodoxos del Imperio Otomano, abriendo la posibilidad de intervenir en el futuro en los asuntos internos turcos, lo que se denominó “la cuestión de Oriente”. A partir de ese momento, Rusia y Austria persiguieron entonces, la desmembración definitiva del Imperio Otomano. En 1781, ambas potencias establecieron una alianza antiturca.
          Como puede apreciarse, la división entre los pueblos de esta región del este europeo encuentra un primer origen con la división del Imperio Romano, que se manifestó en forma política, administrativa y religiosa, a la que luego se sumó la invasión de los otomanos, incorporando un nuevo factor de conflicto con la intromisión no sólo de un pueblo extra-europeo sino también con la introducción de una nueva fe que llamó a la conversión de un considerable número de habitantes nativos en la Época Medieval. De ese modo, el Islam y la religión, sumaron una nueva razón para dividir a los pueblos que residían en los Balcanes.
Yugoslavia en el siglo XX: Durante el siglo XX, los Balcanes conocieron la guerra total. Las Guerras Balcánicas de 1912–1913 fueron un antecedente de la primera conflagración mundial, la cual estalló por la exacerbación de los nacionalismos, el desarrollo de la industria de armamentos, la puja por el control de los recursos económicos y el incremento de efectivos que integraban los respectivos ejércitos nacionales en tiempos de paz.
       El conflicto en los Balcanes también incentivó al nacionalismo serbio que desafió al imperio austrohúngaro al pretender incorporar los territorios habitados por eslavos que se encontraban bajo la jurisdicción de Viena. Cabe recordar que en 1908 el imperio se anexionó Bosnia y Herzegovina lo que llevó a Serbia a buscar, sin éxito, el respaldo del imperio ruso. Se trataba de un territorio con población de mayoría islámica que se encontraba bajo el control otomano hasta 1877, año en que pasó a depender administrativamente del imperio austrohúngaro de los Habsburgo.
Guerras_Balcanicas[1]
Las guerras balcánicas (1812-1913).
          “Yugoslavia se creó como estado independiente después de la primera guerra mundial mediante la unificación de dos pequeños reinos independientes, Serbia y Montenegro, con las provincias eslavas del sur, que habían sido parte del imperio austriaco durante siglos”.[1] El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, capital de Bosnia, un joven serbo-bosnio, Gavrilo Princip, perteneciente a la sociedad secreta proserbia “Mano Negra” asesinó al heredero al trono austríaco Francisco Fernando y su esposa, dando origen al estallido de la Primera Guerra Mundial.
          Durante la Primera Guerra Mundial (1914–1918) la violencia entre los diversos pueblos balcánicos se mantuvo en el marco de este conflicto. Al finalizar la conflagración, se creó el “Reino yugoslavo de los serbios, croatas y eslovenos”, del cual Kosovo formó parte. Este estado centralizado estuvo dominado por Serbia. “Luego de la Gran Guerra surgen, por ejemplo, naciones como Checoslovaquia, Austria, Hungría, Polonia y Yugoslavia, que desde 1918 a 1929 se llamó “Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos” y luego, hasta 1941, “Reino de Yugoslavia”.[2]
          Las rivalidades entre serbios y albaneses prevalecieron, siendo estos últimos percibidos por los primeros como un grupo hostil que deseaba la independencia y eran tratados conforme a esa percepción. Los imperios multinacionales de los Habsburgo y Otomano, ocupantes de la península balcánica, debieron enfrentarse con el ascenso de los nacionalismos, que, como sostiene el historiador inglés Eric Hobsbawm, venían progresando desde la época de la Revolución Francesa hasta la consolidación de los Estados-nación.
          Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Yugoslavia fue reconstituida como una federación comunista conformada por seis repúblicas y Kosovo se transformó en una región autónoma, primero bajo jurisdicción federal y luego serbia. Mientras que los seis pueblos (serbios, croatas, eslovenos, musulmanes bosnios, macedonios y montenegrinos) fueron integrados a la federación como naciones, los albaneses fueron considerados una nacionalidad. El poder de la federación quedó bajo la autoridad del Mariscal Tito, cuyo verdadero nombre era Josif Broz, quien aparte de liderar la lucha contra los nazis en territorio yugoslavo, al frente de sus partisanos durante la guerra,  gobernó con mano de hierro los destinos del “País de los eslavos del sur”, manteniendo de manera coercitiva la unión de las distintas comunidades étnicas.
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“La Yugoslavia de Tito no se basaba en la igualdad de derechos, sino en el equilibrio de fuerzas entre las partes”.[1]
          En los primeros días de enero de 1980, Tito debió ser internado en una clínica de Liubliana. El 12 de enero presidió una reunión por la mañana y a la tarde debió ser nuevamente internado, por lo que se le practicó una intervención quirúrgica. En principio evolucionó favorablemente pero a mediados de febrero comenzó una involución que lo llevó a su muerte, el 4 de mayo, tres días antes de cumplir ochenta y ocho años. En adelante, con la desaparición de Josip Broz “Tito”, quien pudo mantener aglutinadas a varias nacionalidades, bajo la política de “hermandad y unidad”, la historia de Yugoslavia no sería la misma. A la muerte de Tito, comenzaron a manifestarse profundas crisis económicas y tensiones  que dieron inicio a un ciclo desintegrador. “La ideología marxista-leninista del titismo fue la que, en nombre de la lucha de clases erigida como explicación de la historia, mantuvo unidos estos fragmentos imperiales sobre la base de una ideología que trascendía las nacionalidades sin dejar de concederles un lugar”.[2]
           “En 1981, las quejas estudiantiles de la Universidad de Pristina, por parte de los albaneses, derivaron en disturbios que se fueron gradualmente diseminando por todo Kosovo y adquirieron fuertes connotaciones políticas y nacionalistas”.[3] Las tensiones entre albaneses y serbios se acrecentaron. La opinión pública en Serbia se tornó contra los albaneses. A mediados de la década de 1980, se produjo un aumento de las migraciones de serbios de Kosovo, como respuesta a una alegada discriminación por parte de los albaneses quienes, en aquel momento, dominaban crecientemente la administración local, las instituciones políticas y la policía. La incapacidad de los serbios para cohabitar con cualquier otro sistema que no fuese un Estado centralizado dirigido por los propios serbios, dio origen a la efervescencia política de un nuevo líder comunista serbio: Slobodan Milosevic, quien visitó Kosovo por primera vez, en abril de 1987.
Slobodan Milosevic (El carnicero de los Balcanes)
Slobodan Milosevic (El carnicero de los Balcanes)
          Milosevic estaba motivado por sus propias razones políticas para ayudar a solidificar su posición en el seno del partido comunista serbio, lo cual logró a partir de convertirse en el campeón del nacionalismo serbio contra un liderazgo que, virtualmente, había observado pasivamente o bien ignorado la violación de los derechos serbios en Kosovo. Las derivaciones fueron revolucionarias para la Yugoslavia comunista. Los serbios, principales responsables de la guerra, iniciaron su política de “limpieza étnica” de croatas y musulmanes.
Yugoslavia en los 90`s: “Este contexto explica en parte la explosión sangrienta de Yugoslavia en los 90, con un trasfondo de nacionalismos religiosos… ese Estado no constituyó nunca un conjunto homogéneo. Desde su origen, el país estuvo compuesto de una increíble diversidad étnica y religiosa… Después de la dictadura comunista de Tito que mantuvo la unidad del Estado, los años 80 vieron fracturarse la identidad artificial del país”.[1]
En el otoño de 1992 el proyecto de Milosevic se encontraba en una fase caracterizada por los siguientes elementos:
  • Los territorios bajo control político-militar serbio estaban organizados básicamente como una federación de Estados serbios.
  • Ninguno de esos Estados gozaba de reconocimiento internacional.
  • La “comunidad internacional” le había adjudicado a los serbios toda la culpa por la desintegración de Yugoslavia y por la guerra.
          En solo un par de décadas los albaneses musulmanes pasaron de ser dos tercios a constituir el 90% de la población cuando estalló el conflicto. En este marco, el presidente serbio Milosevic fue gestando un temor creado hacia el islamismo, su discurso se basaba en la exacerbación del nacionalismo serbio ortodoxo que remitía a la idea de la conformación de la “Gran Serbia” histórica, “pura”, empleando la movilización de masas sobre las bases étnicas para destruir todo atisbo de coexistencia multinacional. El primer paso en esta dirección fue la creación del Ushtria Çlirimtare Kombëtare, UÇK (posteriormente ELK, “Ejército de Liberación de Kosovo”). Este grupo entró en una campaña de terrorismo asesinando a funcionarios serbios y miembros de las fuerzas de seguridad, tanto policías como guardias de frontera. Esta guerrilla intentaba minar el poder serbio y lograr la declaración de la autonomía kosovar, independencia que no fue reconocida por la comunidad internacional en ese entonces. En ese momento, los albaneses de Kosovo estaban viviendo en un virtual estado de segregación.
Ejercito de liberación de Kosovo (ELK)
Ejercito de liberación de Kosovo (ELK)
          Los acuerdos de Dayton, celebrados en Estados Unidos, en 1995, y dando muestras de la impotencia de la UE (Unión Europea) para intentar resolver el conflicto, pusieron fin a los enfrentamientos en Bosnia. Slobodan Milosevic, Franco Tudjman y Alija Izetbegovic, en representación de serbios, croatas y musulmanes, respectivamente, ratificaron la subdivisión étnica de Bosnia-Herzegovina y convirtieron a Kosovo en un asunto interno de Serbia. “La intervención en el conflicto de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), entre marzo y junio de 1999, debilitó a Serbia y concluyó con el reemplazo de Milosevic por Vojislav Kostunica, electo en octubre de 2000”.[1]
          La comunidad internacional respondió a la crisis en 1998 con la conformación del “Grupo de Contacto” integrado por Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia y Alemania. La mayor parte de la responsabilidad por la violencia fue cargada sobre Milosevic y las 31 autoridades serbias. “Se estimó que las fuerzas serbias expulsaron a 862.979 albaneses de Kosovo que se desplazaron hacia Macedonia y Albania y que varios cientos de miles más fueron desplazados internamente. En total más del 80% de la población de Kosovo fueron sacados de sus hogares”.[2] El saldo final de muertos de la guerra de Kosovo sigue siendo desconocido y aún es el foco de un considerable debate.
Conclusión: “El objetivo de redefinir las fronteras del rompecabezas de los Balcanes, de crear “estados étnicos”, de repúblicas que ven amputadas parte de sus regiones, pero que obtienen ganancias territoriales, al mismo tiempo, a expensas de sus vecinos, no hace más que atizar la posibilidad de crear nuevas crisis regionales y reactivar el caos entre las minorías y sus inextinguibles reivindicaciones”.[3]
         La diversidad religiosa, complementariamente, explica la heterogeneidad de la región. Tanto la influencia de los Imperios Romano (católico), Ruso (cristiano ortodoxo) y Otomano (musulmán) contribuyeron para tener actualmente repúblicas con mayoría católica (Eslovenia y Croacia), ortodoxa (Serbia, Montenegro y Macedonia) e islámica (Kosovo y Bosnia). Históricamente, dichos imperios consideraron geoestratégicos a los Balcanes por ser un punto crítico de paso obligado a diferentes territorios, su conectividad con el Mediterráneo y el interior del continente europeo.
          Como se puede apreciar, para comprender el desmembramiento de la República Federativa de Yugoslavia debe remitirse a la historia de la región. Los pueblos que conformaron lo que luego fue el territorio yugoslavo se fueron asentando a lo largo de la historia y, como se pudo apreciar, fueron quedando bajo el dominio de las diversas potencias. Bizancio ejerció su poder hasta que los turcos otomanos se hicieron fuertes durante los siglos XV, XVI y XVII. Mientras los otomanos retrocedían, el Imperio Austro-Húngaro avanzaba hacia los Balcanes pero también a costa de cierto debilitamiento que se profundizó desde mediados del siglo XIX. El Imperio Ruso le disputaba los dominios a Viena, como hacía con los que aún estaban bajo influencia otomana. Desde 1870 Alemania crecía en torno a la base prusiana y aspiraba a tener una mayor presencia en la región.
          Luego de la Primera Guerra Mundial y de la desintegración del Imperio Austro-Húngaro las potencias vencedoras procedieron a un nuevo diseño por el que se creó un Estado artificial que centralizó a serbios, croatas, eslovenos, albaneses, macedonios, montenegrinos y bosnios, de ese modo nació Yugoslavia. Finalizada la guerra, el nuevo Estado se basó en las aspiraciones de los partisanos (quienes deseaban establecer un Estado comunista que aglutinara a todos los pueblos). No obstante, pronto la nueva Yugoslavia se desentendió de Moscú y emprendió un camino propio por el socialismo hasta la desaparición de la Unión Soviética y de la propia República Federal de Yugoslavia, una década después de la muerte del propio Tito. Durante esa década comenzaron a florecer nuevamente los diversos nacionalismos que intentaron ser reprimidos por el nacionalismo serbio que cobró dimensión con Milosevic.
          La fragmentación de Yugoslavia a causa de la guerra civil: No obstante, se trató de una guerra civil particular ya que no se trataba de facciones de un mismo pueblo que se enfrentaban a otras sino de pueblos que fueron obligados a vivir dentro de las fronteras de un Estado creado artificialmente. Con la muerte del mariscal Tito y la caída del comunismo en los años 90, se aceleró la disgregación de la república yugoslava, bajo la mirada impávida del mundo y de Europa, que no supieron actuar de manera adecuada para evitar las guerras y las matanzas de civiles. En este contexto, las potencias internacionales y los distintos bloques se preocuparon más por rearmar las piezas del rompecabezas de acuerdo a sus propios intereses que por la situación de las minorías perseguidas, forzadas a desplazarse o víctimas de las purificaciones y limpiezas étnicas.
          Por lo tanto, la historia de los Balcanes es un continuo enfrentamiento entre cuatro grandes Imperios: Ruso, Astro-Húngaro, Otomano y Germánico y el choque entre sus creencias y valores, además de sus ambiciones e intereses. Estos antecedentes propiciaron la guerra que estalló en el verano de 1991, con el objetivo por parte Serbia de conseguir la “limpieza étnica”. El nacionalismo impulsado por Milosevic, desembocó en la separación de cuatro de las seis repúblicas que formaron Yugoslavia, en lo que fue básicamente una rebelión contra la dominación serbia.
          “La guerra en Bosnia ha sido el resultado de la virulenta resurrección de dos nacionalismos seculares, el serbio y el croata, a costa de lo que había en medio, la Bosnia pluralista de serbios, croatas y musulmanes. Serbios y croatas ya han conquistado las partes del pastel bosnio que deseaban y las han limpiado étnicamente. Ahora están dispuestos a darle a los musulmanes una especie de Gaza. Pero los musulmanes no quieren vivir en un gueto musulmán, quieren vivir en Bosnia”.[4]



Referencias 
[1] Ivana Acosta Melina, La ex Yugoslavia. Conflictos y tensiones en una región de encrucijada, Instituto y Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de la Pampa, 2011, p.p. 253.
[2] Marcelo, De los Reyes, Los conflictos en los Balcanes. La guerra civil en Yugoslavia y los intereses externos, 2013.
[3] Ivana Acosta Melina, La ex Yugoslavia. Conflictos y tensiones en una región de encrucijada, Instituto y Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de la Pampa, 2011, p.p. 260.
[4] Esther, Souto Galván, El conflicto de los Balcanes y la intolerancia religiosa, p.p. 339.
[1] Ivana Acosta Melina, La ex Yugoslavia. Conflictos y tensiones en una región de encrucijada, Instituto y Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de la Pampa, 2011, p.p. 251.
[1] Zeljko, Vukovic, El drama inconcluso de la formación del Estado en la antigua Yugoslavia, Nueva Sociedad Núm. 147 Enero-Febrero 1997, p.p. 9.
[2] Ivana Acosta Melina, La ex Yugoslavia. Conflictos y tensiones en una región de encrucijada, Instituto y Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de la Pampa, 2011, p.p. 249.
[3] Marcelo, De los Reyes, Los conflictos en los Balcanes. La guerra civil en Yugoslavia y los intereses externos, 2013.
[1] Bogdan, Denis Denitch, Nacionalismo y etnicidad. La trágica muerte de Yugoslavia, Siglo Veintiuno Editores, University of Minnesota, 1995, p.p. 31.
[2] Ivana Acosta Melina, La ex Yugoslavia. Conflictos y tensiones en una región de encrucijada, Instituto y Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de la Pampa, 2011, p.p. 250.
[1] Marcelo, De los Reyes, Los conflictos en los Balcanes. La guerra civil en Yugoslavia y los intereses externos, 2013.
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[1] William Pfaff, “Invitation to War”, en Foreign Affairs, Washington, Vol. 73, 1993, p.p. 97.


Bibliografía







  • DOCUMENTAL, Los Balcanes – Zona de conflicto (Guerras balcánicas y de Yugoslavia)http://youtu.be/B0eOY7DbVNY, consultado el 23/11/14.







  • GONZÁLEZ San Ruperto, Marta Teresa, 2001, Las guerras de la ex Yugoslavia: Información y propaganda (Tesis Doctoral), Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias de la Información, Departamento de Historia de la Comunicación Social, http://eprints.ucm.es/5146/1/T25315.pdf, consultado el 23/08/14.

  • GUERRERO, Juan Carlos, Yugoslavia: El agitado corazón de los Balcanes, Profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales, profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia e investigador del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (CIPE),http://www.uexternado.edu.co/gee/pubext/archivos/Oasis_Guerrero_Yugoslavia.pdf, consultado el 23/08/14.







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