Más carne, caraota y arroz; menos blablablá
Es gracioso y terrible. Después de haber anunciado sin sombras de duda y total seguridad que Dios proveerá, el gobierno espera un milagro o algún hecho fortuito que incremente el precio del barril de petróleo. Mientras el país sobrelleva una escasez de mil demonios y una carestía que recuerdan el preámbulo de los peores momentos de la hambruna que generó en China el “Gran Salto hacia Adelante” de Mao Tse-tung, responsable de la muerte de casi 90 millones de personas, la burocracia mantiene el nivel de gastos, ostentaciones y auxilios a terceros. Confían en el pronto derrumbe del capitalismo y la eliminación de ley de la oferta y la demanda.
Para participar en la celebración de los 70 años de la independencia de Vietnam y, por carambola, en la conmemoración del 70° aniversario de la victoria en la guerra de resistencia del pueblo chino contra la agresión imperial y la Segunda Guerra Mundial, llegó a Pekín una comitiva presidencial de más de 100 personas, en un avión alquilado a Cubana de Aviación para ser recibidos, en una visita de Estado, por el embajador en Caracas, ni siquiera por uno de los sub vice cancilleres de la “compleja” burocracia china. El objetivo público y comunicacional era conseguir un mientras tanto para surtir la alacena, pero lo que se anunció fue una promesa de inversión de 5 millardos de dólares en la faja petrolífera del Orinoco. En la reunión con el presidente de la Asamblea Nacional de China, Zhang Dejiang, en el Gran Palacio del Pueblo, no ocurrió nada parecido a la actuación de Nikita Kruschev en la ONU en 1960, cuando se sacó el zapato y golpeó el atril para que le prestaran atención, pero sí escucharon con asombro la traducción a mandarín de una oración demoledora: “En estas 7 décadas han pasado muchas cosas en el mundo y la humanidad es otra”.
Cuando Kruschev viajó a Nueva York para intervenir en la asamblea de Naciones Unidas, el tesorero ruso echó mano a los últimos dólares que le quedaban para cubrir los gastos del primer ministro y sus dos acompañantes. Confiaban en que el capitalismo se derrumbaría antes de que llegara la última factura a Moscú. No ocurrió. Aunque fanfarroneó con su supuesta superioridad ideológica y militar, dijo que los soviéticos fabricaban misiles nucleares como salchichas, no le funcionó la dialéctica, el blablablá. El pueblo ruso esperaba que les fabricaran salchichas, pan y vodka, no discursos. Kruschev fue defenestrado por el PCUS. Poco después, en China, Deng Xiaoping desplazó a Mao y aplicó el capitalismo para acabar la escasez y el hambre. Cerrado por quiebra.
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