Des-comunal y perversa intención chavista
“Noche y día me atormenta la idea en que están mis enemigos: de que mis servicios a la libertad son dirigidos por la ambición”.
Simón Bolívar
Jamás Hugo Chávez mencionó en su programa de gobierno, presentado en abril del año 1998 en su propuesta “para transformar a Venezuela, mediante una revolución democrática”, lo que hoy Nicolás Maduro y Diosdado Cabello pretenden imponer mediante descarado abuso de poder, el denominado Parlamento Comunal Nacional, que no existe en ninguna parte del contenido de dicha propuesta, tantas veces alabado y calificado por quienes se encuentran enquistados en el poder, y cuyo único propósito es generar un innecesario conflicto entre el régimen comunista y el nuevo parlamento que tomará posesión el 5 de enero próximo, lo que a todas luces se observa como un despropósito para generar malestar y desconocer la legitimidad de los votos depositados por el pueblo venezolano en el pasado proceso electoral parlamentario.
No hay duda de que tanto Maduro como Cabello, que además de presidentes de la República y de la Asamblea Nacional, respectivamente, lo son también del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con la más alta jerarquía política, entre gallos de medianoche y en su intención de echar por tierra el tsunami de votos obtenidos por la oposición que le dio una mayoría calificada en el Poder Legislativo; inventaron un mamotreto con el nombre de Parlamento Comunal Nacional, dizque para “darle el verdadero poder al pueblo venezolano”, utilizando de manera populista y demagógica dicho contexto.
Hasta sus propios camaradas, como el politólogo y miembro del equipo nacional de Marea Socialista Nicmer Evans, les sale al paso cuando afirma que en una conversación política que tuvo con Diosdado Cabello este le aseguró que ni él ni el presidente Maduro estaban de acuerdo con el llamado Parlamento Comunal, lo que evidencia definitivamente que solo priva la malévola intención de desconocer la brutal derrota sufrida por el oficialismo y entorpecer el normal desenvolvimiento de la actividad de los 112 nuevos parlamentarios elegidos por el pueblo, circunstancia esta que ha puesto a Venezuela en la mira de observadores internacionales como Ramón Jáuregui, copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, quien observó que “si el presidente Nicolás Maduro diluye o devalúa el poder de la Asamblea Nacional comete un fraude poselectoral”, y al mismo tiempo expresó: “Limitar los poderes legislativos otorgados por la Constitución a la Asamblea Nacional es devaluar la democracia venezolano y burlarse del mandato popular de los ciudadanos”, por lo que sugirió que se lleve a cabo “la cohabitación política que el pueblo ha decidido (...) primero con respeto escrupuloso de las reglas democráticas y de la Constitución, y segundo, con diálogo y espíritu de consenso”.
Con mayoría calificada de dos terceras (2/3) partes en la AN (112 votos), la Asamblea Nacional está facultada para:
*Someter a referendo aprobatorio los Proyectos de Ley que discuta la Asamblea Nacional (art. 73).
*Someter a referendo los tratados, convenios o acuerdos internacionales que pudieren comprometer la soberanía nacional o transferir competencias a órganos supranacionales (art. 73).
*Admitir todo proyecto de ley orgánica, salvo el que la Constitución califique como tal (art. 203).
*Modificar leyes orgánicas (art. 203).
*Remover a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, previa audiencia concedida al interesado, en caso de faltas graves ya calificadas por el Poder Ciudadano (art. 265).
*Escoger los titulares de los órganos del Poder Ciudadano que sean propuestos a su consideración por parte del Comité de Evaluaciones de Postulaciones del Poder Ciudadano (art. 279).
*Tener la iniciativa de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (art. 348).
Y son estas prerrogativas que prevé la propia Constitución Nacional a las que tanto temen Maduro y Cabello, porque intuyen que el nuevo cuerpo legislativo indagará todos los entuertos perpetrados por el oficialismo durante los 17 años. Por ello, se impone la necesidad de poner en práctica el “desafío político”, término que utilizó por primera vez Roberto Helvey, y que trata de la confrontación no violenta (protesta, no colaboración e intervención), que se lleva a cabo de manera desafiante y activa, con fines políticos. La palabra “desafío” denota una deliberada provocación a la autoridad mediante la desobediencia, la cual no deja lugar para la sumisión, que es a la larga lo que se traen entre manos.
Ante las constantes contradicciones del discurso (¿) de Maduro, antes y después de las elecciones parlamentarias, en las que no solo amenaza a sus camaradas por haber votado en contra de la revolución, sino que flagrantemente viola la Constitución incitando a la violencia y a tomar las armas en defensa del régimen, ahora se empeña en constituir la llamada “estrategia revolucionaria”, para crear una Asamblea Legislativa paralela, que no es sino el más abierto y descarado intento de burlarse de la voluntad de un pueblo cansado de tanto abuso de poder, ignominia, atropello, burlas, sarcasmo y prepotencia, y sumido en el más deplorable estado de abandono por falta de políticas públicas, que muestran al país postrado ante la escasez de alimentos, medicinas, amén de la inseguridad, nepotismo, corrupción y galopante inflación.
Corresponderá a los nuevos parlamentarios demócratas aplicar un conjunto de principios políticos, ideológicos, culturales y psicosociales que sustenten la praxis humana de la sociedad y del ciudadano común, a fin de detener, denunciar y luchar contra la intolerancia, el fanatismo político y la grosera, torpe y vulgar manipulación de humildes e incautos individuos, a los que con encendido verbo populista y demagógico les ofrecen villas y castillos, a nombre de su tan mentada revolución socialista y bolivariana, que no es otra cosa que el comunismo, como el mismo Fidel Castro lo definiera públicamente a través de la televisión.
Es necesario acabar con la fascinación totalitaria que perversamente tienen en mente los defensores de la mal llamada revolución bolivariana del siglo XXI, con sus entrampamientos y laberintos que tiene engañados ahora a una reducida porción de la población venezolana, a la que insistentemente procuran hacerle creer que la crisis que vive Venezuela es por culpa de la “derecha golpista que origina la guerra económica” y que hubo fraude en el proceso electoral parlamentario del pasado 6 de diciembre. Está en juego la vida política de la democracia, que de no encontrarse una rápida salida a estos tiempos oscuros, terminará por generar grandes e impredecibles problemas.
Todos quienes habitamos en esta hermosa tierra tenemos la esperanza y confiamos en nuestros representantes parlamentarios, para que se restituyan los principios esenciales que sustenten la vida social en procura de la convivencia y la paz sociopolítica, soportes de una efectiva y auténtica democracia.
A nuestros consecuentes lectores, les deseamos una Feliz Navidad en unión de todos sus seres queridos
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com // @‑toquedediana
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