El patrimonio artístico de la Asociación de Ejecutivos es de todo Carabobo
Arquímedes Román
En el mes de marzo se cumplieron 30 años de la inauguración del edificio de la Asociación de Ejecutivos de Carabobo, en Valles de Camoruco, en la Av. Teodoro Gubaira, conocida coloquialmente como las “Cuatro Avenidas”, y que en el tiempo cuando se hizo la construcción la llamaban “los trotones”. Para entonces el presidente de la AEEC era Alejandro Feo La Cruz, a quien correspondió iniciar, empujar y terminar el proyecto.
Esa singular construcción ganó en 1982 nada menos que el Premio Nacional de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva, pues era, y es, una extraordinaria síntesis del arte cinético, la arquitectura y la ingeniería.
Allí se contó con la participación de Carlos Cruz Diez, como el artista que integró sus creaciones de arte óptico a la estructura del edificio.
El diseño del edificio estuvo a cargo del arqquitecto Carlos Yañes Carpiniello, recientemente fallecido, quien logró trabajar con elementos estructurales propios de los galpones prefabricados y presentarlos de tal manera que nadie se imagina que ése es el “esqueleto” del edificio. La construcción le fue encomendada al ingeniero José Luis Vásquez Acedo, quien se integró tanto a este proyecto que unos años después fue el presidente de la Asociación.
Muchas personas pasan diariamente por el frente a nuestra sede y ven unas columnas de “rayitas”, pero no se detienen a detallar que están frente a unas elegantes columnas de cuatro amplias caras y 12 metros de altura en las cuales el Maestro Cruz Diez desarrolló en tres colores (blanco, azul y negro) lo que llamó “degradación al amarillo”.
Igualmente, muchas personas asisten a eventos profesionales o sociales en el gran salón y no se percatan que el plafond de ese espacio es una gigantesca estructura cromática de más de 500 metros cuadrados donde Cruz Diez combinó cientos de láminas blancas, rojas, negras y verdes para conformar un delirante espectáculo visual en el cual, bajo ciertos efectos de iluminación, permite ver colores virtuales que no están en las láminas.
Pues bien, el tiempo, insuficiente cuido y algún maltrato dejaron su marca en estas obras, que fueron las primeras de Cruz Diez en Valencia. Ahora nos ha tocado desde la presidencia de la AEEC emprender la tarea de recuperar hasta donde sea posible el brillo y el estado original de estas obras de arte.
Así que, dentro de un programa general de dos años de recuperación de nuestra sede, la restauración de la obras Cruz Diez ocupa lugar primordial.
Las actividades fundamentales para esta parte de la recuperación son, en primer lugar, el desmontaje del plafond del gran salón para limpiar todos sus elementos, alinearlos, ajustarlos y volver a colocarlos en su posición original, aprovechando de reestructurar la iluminación del conjunto. Esta parte del proyecto se inició en abril y fue concluida en junio.
En segundo lugar nos toca ocuparnos de las 4 grandes columnas esquineras exteriores con una superficie de más de 500 metros cuadrados con casi 23.000 pequeñas baldosas (negras, blancas y azul cobalto) que conforman la esplendida “degradación al amarillo”, como la llama el autor.
Dado que estas piezas están a la intemperie han recibido el castigo de los elementos naturales y otras agresiones externas, acumularon capas de sucio, daños superficiales y se desarrollaron pequeñas grietas causadas por asentamientos del terreno y la dilatación térmica.
El trabajo en estas obras es técnicamente más complejo por cuanto hay que sustituir piezas fabricadas con dimensiones y tecnología de hace 30 años por otras que ya difícilmente reproducen exactamente sus características. Ha sido necesario ahondar en la busqueda de soluciones técnicas que sean artísticamente aceptables.
En ese afán me ha tocado buscar la asistencia y respaldo de la Fundación Cruz-Diez y en ese sentido visité su taller en Panamá para entrevistarme con Jorge Cruz Diez, hijo del maestro, quien está interesado en alto grado en este proceso y sus comisionados técnicos han venido para ayudar a encontrar soluciones.
A este momento, con la valiosísima ayuda técnica y económica de Cerámica Carabobo, que fue el fabricante de las piezas originales, se ha llegado a soluciones que permitirán concluir la restauración en el mes de septiembre.
Esto que resumidamente estoy contando ha exigido una importante dedicación de la Junta Directiva de la Asociación, de ex presidentes y de su personal, pero también ha demandado importantes recursos económicos que, en adición a los fondos de la AEEC aportados por sus afiliados, han sido cubiertos por otras instituciones y empresas que han querido contribuir a la recuperación de este patrimonio artístico, que no es de la AEEC, sino de todo Carabobo.
Así pues, hay que decir que el gobernador de Carabobo fue el primero que espontáneamente se ofreció para ayudar en el proyecto.
Además, las empresas Edil, Cerámica Carabobo, Pinturas Carabobo (Pincar), Lamigal, Vicson, EPA, Veyance, Maderas Imeca, Bridgstone Firestone, Laboratorio Sánchez Font y Deloitte han contribuido a la restauración del edificio sede y para la recuperación de la obras de Cruz Diez.
Quiero decir que recientemente, ordenamos a Tasar, empresa local de avalúos que realizara un estimado del valor de nuestras instalaciones, a efectos de actualizar nuestros activos. Según el informe de esta firma profesional, el costo de reposición de las obras de Cruz Diez incorporadas a nuestro edificio sería del orden de 7,3 millones de dólares, según las cotizaciones internacionales de las obras de este artista venezolano.
Esta sorprendente e importante cifra nos dice que sí vale la pena el esfuerzo que se está haciendo.
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