Notitarde 06-09-12
Hansel y Gretel
¡Por fin regresaron Hansel y Gretel a su tierra! (Para hacer menos latoso este relato, digamos que sus nombres son ficticios, como en el cine) Los conocí en casa de mi prima alemana. Son amigos. Eso fue ocho años atrás, y nunca me pasó por la cabeza que se tomarían en serio mi invitación a visitar Venezuela. De haber sabido que se antojarían de venir ahora, con el deterioro al que ha llegado nuestro país, esa invitación nunca hubiera salido de mi boca. Pero ahora no tuve más remedio, mientras leía el correo donde me avisaban sobre su llegada, tuve que empezar a exprimirme el cerebro planeando los sitios a donde los llevaría, tratando de ocultarles en lo posible nuestra triste realidad. Nada de llevarlos al centro, con su basura, su “informal” comercio con los destartalados tarantines, sus ruinosas casas y edificios. Mucho menos a nuestra otra floreciente zona industrial, hoy deprimida y casi inactiva.
La playa y los cayos les harían olvidar lo pésimo de nuestras autopistas para llegar a ellos. Pero, además de playa, insistían en ver la ciudad. ¡Qué problema! Así que el paseo por Valencia sería un recorrer, a la mayor velocidad posible y en las horas de menor tráfico, algunas de nuestras avenidas. Las que tuvieran menos huecos.
Otra alternativa fue sugerirles una permanencia más corta en nuestra ciudad y que visitaran también Margarita, por ejemplo, a pesar de los inconvenientes que se presentan al intentar visitar la isla, con el pésimo servicio de ferry o la impuntualidad de nuestras líneas aéreas, cosa ésta inconcebible para un alemán, y a pasar por las torturas del aeropuerto de Maiquetía o sufrir la terrible experiencia de nuestras carreteras.
No me sorprendió que estuvieran tan bien informados sobre nuestro país. Los previsores alemanes habían estudiado sobre Venezuela antes de viajar, y conocían algo de nuestra geografía y de nuestra historia. Y algo de nuestra situación política. Y de Chávez. Por eso dudé al responderles cuando, en uno de esos paseos por la ciudad (que no pude evitar), observaron un cartel del partido de gobierno, y me hicieron esta pregunta:
“¿Chávez renunció a la candidatura, y esa cara es la de alguno de sus hermanos? Porque ése no es el Chávez que vemos en las fotos de la prensa europea: más gordo, con los ojos hinchados y sin cuello” dijo Hansel. “Hasta la nariz y la boca son distintas.” agregó ella. Y los dientes son como de propaganda de dentífrico”, acotó él. Y yo no podía creer que mis amigos alemanes no supieran del adelanto de la informática y los programas para retocar imágenes, hasta hacer parecer al “comandante-presidente” como un charro de cine de los años cincuenta. Y de ponerle una refulgente prótesis dental en su falaz sonrisa. Pero entendieron bien cuando les dije que había un camino para salir del engaño.
¡Por fin regresaron Hansel y Gretel a su tierra! Los invité a regresar dentro de un par de años, quizá tres. En ese entonces nuestro país estará bastante avanzado en su reconstrucción, después de catorce años de destrucción por esta desidia e incapacidad, como para mostrarlo nuevamente a visitantes y turistas. Ellos saben de reconstrucción, pues vivieron los años de la postguerra, cuando los alemanes tuvieron que reconstruir su país, arruinado también por los desvaríos de un loco, populista y con delirios de arreglar el mundo.
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
La playa y los cayos les harían olvidar lo pésimo de nuestras autopistas para llegar a ellos. Pero, además de playa, insistían en ver la ciudad. ¡Qué problema! Así que el paseo por Valencia sería un recorrer, a la mayor velocidad posible y en las horas de menor tráfico, algunas de nuestras avenidas. Las que tuvieran menos huecos.
Otra alternativa fue sugerirles una permanencia más corta en nuestra ciudad y que visitaran también Margarita, por ejemplo, a pesar de los inconvenientes que se presentan al intentar visitar la isla, con el pésimo servicio de ferry o la impuntualidad de nuestras líneas aéreas, cosa ésta inconcebible para un alemán, y a pasar por las torturas del aeropuerto de Maiquetía o sufrir la terrible experiencia de nuestras carreteras.
No me sorprendió que estuvieran tan bien informados sobre nuestro país. Los previsores alemanes habían estudiado sobre Venezuela antes de viajar, y conocían algo de nuestra geografía y de nuestra historia. Y algo de nuestra situación política. Y de Chávez. Por eso dudé al responderles cuando, en uno de esos paseos por la ciudad (que no pude evitar), observaron un cartel del partido de gobierno, y me hicieron esta pregunta:
“¿Chávez renunció a la candidatura, y esa cara es la de alguno de sus hermanos? Porque ése no es el Chávez que vemos en las fotos de la prensa europea: más gordo, con los ojos hinchados y sin cuello” dijo Hansel. “Hasta la nariz y la boca son distintas.” agregó ella. Y los dientes son como de propaganda de dentífrico”, acotó él. Y yo no podía creer que mis amigos alemanes no supieran del adelanto de la informática y los programas para retocar imágenes, hasta hacer parecer al “comandante-presidente” como un charro de cine de los años cincuenta. Y de ponerle una refulgente prótesis dental en su falaz sonrisa. Pero entendieron bien cuando les dije que había un camino para salir del engaño.
¡Por fin regresaron Hansel y Gretel a su tierra! Los invité a regresar dentro de un par de años, quizá tres. En ese entonces nuestro país estará bastante avanzado en su reconstrucción, después de catorce años de destrucción por esta desidia e incapacidad, como para mostrarlo nuevamente a visitantes y turistas. Ellos saben de reconstrucción, pues vivieron los años de la postguerra, cuando los alemanes tuvieron que reconstruir su país, arruinado también por los desvaríos de un loco, populista y con delirios de arreglar el mundo.
peterkalbers@yahoo.com
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