El Papa celebró en San Pedro la misa de la Virgen de Guadalupe
Acompañó un mix musical entre la misa criolla y el coro de la Capilla Sixtina. 'María, la más perfecta discípula del Señor se convirtió en la gran misionera que trajo el Evangelio a nuestra América
Por H. Sergio Mora
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Con paramentos color blanco crema, el santo padre Francisco, cinco cardenales y numerosos obispos ingresaron en la basílica de San Pedro para celebrar la solemne misa en honor de la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina y Filipinas.
La primera vez en la historia que un papa latinoamericano realiza esta misa mariana, que hace tres años atrás presidió el papa emérito Benedicto XVI.
Francisco visiblemente emocionado inició la celebración incensando el cuadro de Nuestra Señora de Guadalupe, situado a los pies del altar y que es copia fiel del que está en México. La eucaristía fue celebradaen idioma español con las lecturas en español y portugués. Concelebraron unos 650 sacerdotes, mayoritariamente residentes en Roma por motivos de estudios.
Le siguió el “Señor ten piedad de nosotros”, de la misa criolla de Ariel Ramírez, dirigido por su hijo Facundo, cantado por la solista Patricia Sosa, y acompañado por el coro y algunos instrumentos de percusión, cuerda y viento, como charango y sampoña.
El coro pontificio de la Capilla Sixtina cantó durante la misa algunos cantos litúrgicos en latín, conformando un mix equilibrado. También se cantó el 'Señor me has mirado a los ojos' en polifónico, y al concluir la popular canción: 'Es María la guadalupana'.
Concelebraron cinco purpurados: el cardenal Norberto Rivera Carreras, el custodio de la sagrada imagen de Guadalupe y arzobispo de la ciudad de México; el cardenal Raymundo Damasceno, presidente de la Conferencia episcopal de obispos de Brasil; el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de Chile; el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; y el cardenal Sean O'Malley estadounidense con un fuerte arraigo en la comunidad hispana en su país.
El su homilía el Santo Padre indicó que “son los pueblos y naciones de nuestra Patria Grande latinoamericana los que hoy conmemoran con gratitud y alegría la festividad de su patrona, Nuestra Señora de Guadalupe”. Recordó que cuando María “se apareció a San Juan Diego en el Tepeyac, dio lugar a una nueva visitación”.
Y que la “más perfecta discípula del Señor se convirtió en la 'gran misionera que trajo el Evangelio a nuestra América'”. Además quiso quedarse con ellos: “Dejó estampada misteriosamente su sagrada imagen en la tilma de su mensajero para que la tuviéramos bien presente”.
Y “por su intercesión, la fe cristiana fue convirtiéndose en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos, cuya perla preciosa es Jesucristo: un patrimonio que se transmite y manifiesta hasta hoy en el bautismo de multitudes de personas”.
El Santo Padre añadió que esto sucede,“trastocando los juicios mundanos, destruyendo los ídolos del poder, de la riqueza, del éxito a todo precio, denunciando la autosuficiencia, la soberbia y los mesianismos secularizados que alejan de Dios”. María enaltece a los humildes, viene en auxilio de los pobres y pequeños “a los cuales hoy día el sistema idolátrico de la cultura del descarte los relega a la categoría de esclavos, de objetos de aprovechamiento o simplemente a desperdicio”.
“Y hacemos esta petición --añadió el Santo Padre-- porque América Latina es el continente de la esperanza; porque de ella se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora”.
“Y si este programa tan audaz --concluyó el Papa-- nos asusta o la pusilanimidad mundana nos amenaza, que Ella nos vuelva a hablar al corazón y nos haga sentir su voz de madre, de madrecita, de madraza, '¿Por qué tienes miedo si yo estoy aquí que soy tu madre?' “
La primera vez en la historia que un papa latinoamericano realiza esta misa mariana, que hace tres años atrás presidió el papa emérito Benedicto XVI.
Francisco visiblemente emocionado inició la celebración incensando el cuadro de Nuestra Señora de Guadalupe, situado a los pies del altar y que es copia fiel del que está en México. La eucaristía fue celebradaen idioma español con las lecturas en español y portugués. Concelebraron unos 650 sacerdotes, mayoritariamente residentes en Roma por motivos de estudios.
Le siguió el “Señor ten piedad de nosotros”, de la misa criolla de Ariel Ramírez, dirigido por su hijo Facundo, cantado por la solista Patricia Sosa, y acompañado por el coro y algunos instrumentos de percusión, cuerda y viento, como charango y sampoña.
El coro pontificio de la Capilla Sixtina cantó durante la misa algunos cantos litúrgicos en latín, conformando un mix equilibrado. También se cantó el 'Señor me has mirado a los ojos' en polifónico, y al concluir la popular canción: 'Es María la guadalupana'.
Concelebraron cinco purpurados: el cardenal Norberto Rivera Carreras, el custodio de la sagrada imagen de Guadalupe y arzobispo de la ciudad de México; el cardenal Raymundo Damasceno, presidente de la Conferencia episcopal de obispos de Brasil; el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de Chile; el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; y el cardenal Sean O'Malley estadounidense con un fuerte arraigo en la comunidad hispana en su país.
El su homilía el Santo Padre indicó que “son los pueblos y naciones de nuestra Patria Grande latinoamericana los que hoy conmemoran con gratitud y alegría la festividad de su patrona, Nuestra Señora de Guadalupe”. Recordó que cuando María “se apareció a San Juan Diego en el Tepeyac, dio lugar a una nueva visitación”.
Y que la “más perfecta discípula del Señor se convirtió en la 'gran misionera que trajo el Evangelio a nuestra América'”. Además quiso quedarse con ellos: “Dejó estampada misteriosamente su sagrada imagen en la tilma de su mensajero para que la tuviéramos bien presente”.
Y “por su intercesión, la fe cristiana fue convirtiéndose en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos, cuya perla preciosa es Jesucristo: un patrimonio que se transmite y manifiesta hasta hoy en el bautismo de multitudes de personas”.
El Santo Padre añadió que esto sucede,“trastocando los juicios mundanos, destruyendo los ídolos del poder, de la riqueza, del éxito a todo precio, denunciando la autosuficiencia, la soberbia y los mesianismos secularizados que alejan de Dios”. María enaltece a los humildes, viene en auxilio de los pobres y pequeños “a los cuales hoy día el sistema idolátrico de la cultura del descarte los relega a la categoría de esclavos, de objetos de aprovechamiento o simplemente a desperdicio”.
“Y hacemos esta petición --añadió el Santo Padre-- porque América Latina es el continente de la esperanza; porque de ella se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora”.
“Y si este programa tan audaz --concluyó el Papa-- nos asusta o la pusilanimidad mundana nos amenaza, que Ella nos vuelva a hablar al corazón y nos haga sentir su voz de madre, de madrecita, de madraza, '¿Por qué tienes miedo si yo estoy aquí que soy tu madre?' “
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