“N A V I D A D”
Por Fr. Robert Barron
‘Sermón de Navidad de San Juan’
¡Aleluya! Hoy celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo Encarnado de Dios.
Escuchamos en Misa uno de los pasajes más significativos de las Escrituras, ciertamente una de las joyas de la tradición literaria de Occidente: el prólogo al Evangelio de san Juan. El significado esencial de la Navidad queda contenido de múltiples maneras en estas líneas tan elegantemente escritas.
Juan comienza diciendo: "En el principio era el Verbo...". Ningún judío del siglo primero hubiera pasado por alto la importancia de esta frase inicial, pues la primera palabra de las Escrituras hebreas, bereshit, significa precisamente "comienzo". El evangelista está indicando que la historia que desarrollará es la narración de la nueva creación, un nuevo comienzo. El Verbo, como nos indica, no sólo estaba con Dios desde el inicio, sino que en verdad era Dios.
Todo el prólogo se va desarrollando y alcanza su clímax con esta magnífica frase: "y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". La tentación gnóstica ha estado constantemente presente en la Iglesia en distintos momentos durante los últimos dos mil años. El gnosticismo sugiere, al igual que otras formas de puritanismo, que lo espiritual sólo puede alcanzarse negando lo material. Pero el cristianismo auténtico, inspirado en la sorprendente proclamación de san Juan, siempre ha rechazado el gnosticismo, pues sabemos que el Verbo de Dios hizo suya una naturaleza humana y por tanto elevó toda la materia y la transformó en un sacramento de la presencia divina.
La frase griega que subyace a las palabras "habitó entre nosotros" puede traducirse literalmente como "levantó su tabernáculo entre nosotros" o "plantó su tienda de campaña entre nosotros". Ningún judío en tiempos de Juan hubiera pasado por alto esta maravillosa conexión entre Jesús y el Templo. De acuerdo al libro del Éxodo, el Arca de la Alianza -la concretización de la presencia de Yahvé- fue originalmente guardada en una tienda de campaña o tabernáculo. El evangelista nos está diciendo que, encarnado en Jesús, Yahvé ha establecido su tabernáculo definitivo entre nosotros.
Toda esta teología tan sublime constituye el gran sermón de Navidad de Juan el Evangelista. Les invito a que regresen a esta lectura con frecuencia durante la época navideña a través de la oración y la meditación.
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“Si eres capaz de apreciar el canto de un ave y de considerar la brisa como una caricia de Dios, tienes aptitud para comprender a tu prójimo” (Padre Agustín de la Vega)
¡Aleluya, Aleluya! El que había de venir se ha hecho carne y Habita entre nosotros. ¡Aleluya!
EricRivasriser95@yahoo.com oracioncentrante@gruposyahoo.com
EricRivasriser95@yahoo.com oracioncentrante@gruposyahoo.com
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