El Papa tiene una clara visión sobre Venezuela. Cuando está en juego la dignidad humana, eso es un asunto de la Iglesia. Hablar del reciente Sínodo sobre la familia al cual asistimos, es hablar de un tema que le interesa a todos los católicos, señala el también Arzobispo de Cumaná.
MACKY ARENAS
Es II Arzobispo Metropolitano de Cumaná desde el 27 de mayo del 2002. Es carabobeño, pero luce muy contento sirviendo en la tierra que lleva el nombre del más famoso mariscal de América. Preside la Conferencia de Obispos de Venezuela. Un cierto aire enigmático no impide que sea atento y abierto con la prensa. Es de apariencia apacible y trato amable, pero en realidad su talante es enérgico, sus opiniones firmes y no lo amilana el poder que, a fin de cuentas, sólo es de este mundo.
No se anda con rodeos al plantear sus argumentos. Lo mismo asevera que “el mayor problema y causa de la crisis en Venezuela es la decisión del Gobierno de imponer un sistema político-económico de corte socialista, marxista o comunista, que conduce a la opresión y a la ruina”, que sale en defensa de las más humildes poblaciones sometidas al abandono y la exclusión. Queda claro que cuando está en juego la dignidad humana, eso es un asunto de la Iglesia.
En la oportunidad en que el presidente Maduro suspendió la visita que haría al Papa -junio 2015- excusándose por padecer de una “grave otitis” que le impedía viajar en avión, Mons Padrón soltó: “Ojalá que la otitis no le impida escuchar al pueblo”. Tal vez pocos recuerden el oportuno emplazamiento que hizo a las autoridades cuando a mediados de año se retrasaba la presentación del cronograma electoral que el país reclamaba: “Esa zozobra hace daño”. Pocas semanas atrás vaticinó: “Las próximas elecciones parlamentarias significarán la recomposición política y social de Venezuela” y los hechos le han dado la razón… comenzando por la recomposición del Poder Legislativo. Estas son sus reflexiones para el ABC de la Semana.
_ Su reciente visita a Roma tuvo como finalidad asistir como Padre Sinodal a una importante reunión. Le pido que nos brinde sus impresiones…
_ Hablar del Sínodo sobre la Familia es hablar sobre un tema que interesa a todos los católicos. Efectivamente, en noviembre regresé a Venezuela junto al Cardenal Urosa Savino y Mons. Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida, porque asistimos a la celebración de la décimo cuarta edición del Sínodo de los Obispos cuyo tema fue la vocación y misión de la familia en el mundo contemporáneo. Ante todo quiero resaltar esta experiencia pues se trató de un evento mundial. Allí había una representación de las iglesias del mundo. Había un total de 270 obispos de los cinco continentes; en segundo lugar, fue extraordinaria la experiencia del compartir no sólo la fe sino también la cultura. Hay que ver lo que significa alternar con gente tan variada; en tercer lugar quiero destacar que el espíritu fue de una asamblea plenaria de fraternidad, diálogo y comunión.
_ Ha trascendido que hubo enfrentamiento, desencuentros y momentos tensos…
_ No es cierto, aunque sí tengo que decir que, lógicamente, había debate entre diversas corrientes de pensamiento y era la idea, intercambiar criterios. Pero destaco que la experiencia humana y eclesial del Sínodo de la Familia privó sobre todo lo demás.
DIVORCIO Y TRANSGENERO
_ Causa, no obstante, un poco de inquietud conocer acerca de situaciones que parecían destinadas a poner sombra sobre la reunión y los asuntos tan importantes que se ventilaron allí. Me refiero a las especulaciones sobre la carta de un grupo de cardenales, el caso Charamsa, el tema de la salud del Papa. ¿Cómo vivieron eso ustedes, en medio del Sínodo?
_ Con mucha serenidad. El Sínodo no se iba a afectar por determinados incidentes. Habría sido muy pobre hacer de esas cosas un problema. Los obispos estábamos muy conscientes de que éramos convocados para tratar el tema de la Familia. Es la misma razón por la cual no nos detuvimos, por ejemplo, en el problema de la comunión de los divorciados y vueltos a casar ni tampoco sobre la legitimación o no de las uniones entre personas del mismo género. Esos problemas quedaron al margen y nos mantuvimos en el centro, que era la Familia, el evangelio de la familia, que es el sentido que tiene ese núcleo humano, visto desde el proyecto de Dios que a nosotros corresponde hacer realidad en esta tierra.
_ Visto el proyecto que el Papa Francisco tiene de reformas en El Vaticano, se presentan también hechos que parecieran destinados a torpedear o sabotear esos esfuerzos. Hemos visto como el Papa ha tenido que asegurar que todo sigue adelante a pesar de las filtraciones de documentos. Otros Cardenales se han apresurado a puntualizar que el Papa no está solo…¿qué es lo que está pasando en la curia romana, monseñor?
_ Que hay intereses dentro y fuera de la Iglesia enfocados a disminuir la autoridad del Papa, que parezca que no puede controlar lo que ocurre en la Iglesia. Hay intenciones malsanas en todo esto y hay que denunciarlas. Pero también hay una gran conciencia –y se puso en evidencia en el Sínodo, de que el Papa está puesto por Dios para conducir a la Iglesia. Eso sobresalió en el Sínodo pues, al final, todo nuestro trabajo de 21 días se entregó confiadamente en manos del Papa para que él haga con ese contenido lo que el Espíritu le inspire y la Iglesia demande. Seguramente una exhortación o simplemente dejar todo como aparece en el informe del Sínodo. Él resolverá lo que crea más conveniente.
_ Sabemos que ustedes, los obispos venezolanos, fueron recibidos por el Papa y conversaron un buen rato. ¿Hay algo que nos interese saber al respecto?
_ ¡Claro! Eso fue previo al Sínodo. Fue una visita de cuatro obispos, de la presidencia de la Conferencia Episcopal, con motivo del contacto que necesitamos tener permanentemente tanto con las congregaciones romanas como con el Santo Padre. La entrevista con él duró 50 minutos y allí tratamos la visión que tiene la Iglesia de nuestra realidad, el papel que juega la Iglesia en Venezuela, así como la proyección y los programas que tiene la Iglesia a futuro. En concreto, por ejemplo, hablamos de la reciente Asamblea Nacional de Pastoral que se celebró en Caracas. Pero hay dos cosas importantes, a mi juicio, que le interesan a todo el país. Una es la clara visión que tiene el Papa sobre Venezuela. Él posee información precisa y suficiente sobre todo lo que aquí ocurre. Además, él añade a todo lo nuestro su afecto de latinoamericano. El habernos recibido y conversado de manera tan espontánea durante tanto rato lo manifiesta claramente. No hay que olvidar que el Papa está recibiendo constantemente a cuanto venezolano pasa por allí, así que la cercanía, el afecto, la conciencia, la preocupación por nuestro país, eso es muy importante que el pueblo venezolano lo sepa.
_ La gente quisiera una visita del Papa…
_ No es fácil decirle al Papa que venga por dos razones. Una porque nuestra situación no es la más propicia, pasamos momentos difíciles. Por otra parte, él cada día se compromete más con misiones en distintas latitudes. Acaba de estar en África y ahora va a México. Luego debe estar en Cracovia a la reunión mundial de jóvenes. De manera que hoy por hoy no es tan fácil pedirle al Papa venir. Por supuesto que lo decimos, pero es cuesta arriba ponerle fecha precisa.
_ Los obispos, coincidiendo con la última Asamblea Nacional de Pastoral, formularon al país un llamado a votar y ese llamado fue escuchado: el porcentaje de participación fue histórico…
_ Teníamos conciencia de que estas elecciones eran muy importantes pues podrían ayudarnos a los venezolanos a buscar un equilibrio dentro de la Asamblea Nacional. Me refiero al equilibrio democrático que conviene a la nación. También pedimos respeto, a quienes tenían la responsabilidad de conducir el proceso y al estamento militar, para los electores y sus decisiones. Pedimos tranquilidad y paz, como debe transcurrir un evento como este. Y así fue durante ese día.
500 AÑOS DE CUMANÁ
_ Monseñor, Cumaná ya tiene 500 años y los cumple en medio de graves problemas de todo tipo, como el resto del país. Pero hay que señalar que el Evangelio entra en Venezuela por Cumaná, la historia cristiana del continente comienza por Cumaná. ¿Qué nos sugiere esto a la luz de una situación tan compleja como la que vivimos?
_ El hecho de que estemos celebrando 500 años de una ciudad venezolana debería mover a toda la nación ya que esta ciudad da origen a un importante movimiento en el continente, tanto desde el punto de vista de la civilización como de la evangelización. Por supuesto, nosotros destacamos el aspecto de la obra misionera, sin descuidar jamás el valor histórico de la ciudad y el proceso que se desarrolló en toda Venezuela y permeó hacia todo el continente latinoamericano. No es fácil captar la completa dimensión de lo que significa esto. Estamos acostumbrados a una visión corta y breve de los hechos y debíamos más bien reflexionar acerca de la inmensa implicación histórica de la fundación de Cumaná.
_ La historia de Cumaná es distinta a la de cualquier otra ciudad del continente pues está estrechamente ligada a la obra evangelizadora de Fray de Córdoba, un personaje impresionante. ¿Hay conciencia en los cumaneses de esta importancia? ¿Cómo se ha reflejado ese pasado en el trayecto de la ciudad como comunidad?
_ Pienso que la misma celebración ayuda a que los cumaneses, sobre todo las nuevas generaciones, conozcan su historia. Las anteriores tenían mayor conciencia del engranaje al cual está unido su devenir, pero las más recientes deben aprender a valorar su origen, sus raíces, tanto hispánicas como católicas. Eso es consustancial a nuestro pueblo. Realmente, este año se ha hecho bastante a nivel de las escuelas y la Iglesia, particularmente, ha desarrollado un programa de concientización de nuestros fieles a través de las parroquias y de los distintos movimientos eclesiales. No tenemos posibilidades para hacer una gran publicidad pero hemos hecho lo posible para dar a conocer el valor, el sentido y significado de la fundación de la ciudad.
_ ¿Cómo pasa Cumaná de ser “La Primogénita de América” a convertirse en un conglomerado del cual el BID produce un informe tan negativo, describiendo el deterioro de la ciudad, la degradación en que se encuentra?
_ Allí hay tres cosas que quisiera destacar. Es cierto lo que acabas de decir. La Iglesia se creó a partir de la propia llegada de Colón, que llega por Macuro en 1498 cuando comienza todo un movimiento misionero que se concreta en la creación de la primera diócesis de América Latina que se llamó Paria. Pero ocurrió que el obispo nunca llegó. Aún así, Cumaná fue la primera diócesis de América Latina, por lo tanto fue allí donde se celebró la primera Misa en el continente latinoamericano. En segundo lugar, esa Iglesia naciente desarrolló una labor muy extensa, incluso a nivel educativo. Por ejemplo, allí estuvo la Iglesia educando a un nivel muy alto, de carácter humanístico, clásico, y se fundaron los primeros estudios pre-universitarios en Venezuela. Es decir, cuando nace la universidad ya Cumaná había dado un aporte en ese sentido. Eso hay que destacarlo. Y en tercer lugar voy a la pregunta concreta de por qué Cumaná está hoy tan triste en sus 500 años: porque lamentablemente, sobre todo en los últimos 25 años, hemos tenido gobiernos que no han dado la talla y no han respondido a las necesidades, inquietudes y desafíos que presenta la región del Oriente en general. Y la pobre Cumaná ha pasado por muy mala situación.
_ ¿Cómo pasamos de la “sombra de Berruecos” al esplendor que merece Cumaná por sus 500 años y pueda salir de la pobreza y la postración?
_ Primero que nada, tomar conciencia los mismos cumaneses del valor que tiene su historia, sus hombres y sus mujeres, la grandeza de lo cumanés. Y luego reconocer que Dios ha puesto muchos recursos, sobre todo de carácter turístico, que no se ha sabido aprovechar y esta es una ocasión muy importante para un desarrollo turístico de Cumaná y de todo el Estado.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario