Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 9 de enero de 2016

El Rincón del Cronista Oficial de Valencia...

"MI UNICORNIO AZUL".- Silvio Rodríguez (Letra). - YouTube

https://www.youtube.com/watch?v=ddUpnF0Epdc
3 jul. 2010 - Subido por tribekaa
Mi unicornio azul ayer se me perdió, no sé si se me fue, no sé si extravió y yo no .... linda cancion yo mire un tema ...

Unicornio


Unicornio



José Joaquín Burgos Cronista de Valencia
Cuando uno es niño, ciertamente, tiene un unicornio. A veces, además de verlo lo acaricia y juega con él, que a veces anda en el cuerpo de un gato, de un perro o de un pájaro. Yo vi mi unicornio un día, en la plaza Bolívar de Guanare, frente a la iglesia, en una madrugada de misa de aguinaldos. 
Mi madre había muerto en abril, de modo que ya tenía unos meses de orfandad, y seguramente fue por eso que lo vi. Y desde ese momento comencé a soñar cosas hermosas, fantásticas, envueltas en la neblina de la poesía, de la música, de la mirada de mi madre que un día vi de nuevo en los ojos de Laura… Tal vez por eso en estos días, el repentino adiós de una amiga del alma me hizo revivir la presencia del unicornio así como escondido en la plaza del pueblo en una madrugada de misa de aguinaldos… 
Recordé la bella canción de Silvio Rodríguez, encontré, sin buscarlo, un libro de los años finales del siglo pasado, que escribí con esas imágenes fugitivas tan hermosas y puras del unicornio… y después en la casa, a nuestro retorno familiar de Sabaneta, viví otra vez la emoción de sentir al fantástico arquetipo (así lo creo respecto a mi sentir) metido entre nosotros, quiero decir: entre mi esposa, Álvaro Rendón y sus morochas María Alejandra y María Daniela, el chamito menor de la poeta María Alejandra (que es un avioncito, como todos los niños de hoy) y yo… y, en pequeño cofre, las cenizas de María Genoveva (madre de las morochas y ángel de luz de Álvaro), que se fue a la eternidad junto con el año pasado. Hermana de sus hijas y de nosotros sus amigos, fue también madre, hija, hermana, luz prodigiosa de Álvaro. Hacía poco tiempo, en un acto literario, la encontré y noté enferma. 
El 30 de diciembre iba a llamarla y algo me detuvo la mano. “Está mejor -me dije-, ella es un unicornio y los unicornios jamás mueren. Siempre están junto a nosotros, aunque no los veamos”. Y así es. María Genoveva es un unicornio. Ella es el unicornio de Álvaro. Ahora anda junto con el mío. Andan felices, Álvaro, hermano mío, ninguna herida mancha la piel del unicornio.
Y, desde luego, nuestros mejores deseos por la felicidad de todos en este año, pese a la cara gris que presentan las circunstancias. Para todos significa eso: para todos, con el deseo de que los malos de la película de arrepientan de los males que han cometido y corrijan su modo de actuar. Que sean, al menos un poco, como el Papa Francisco. 

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