Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

martes, 19 de enero de 2016

Sebastian Haffner, uno de los más perspicaces y profundos analistas del fenómeno nazi y la Alemania hitleriana, escribió, entre otras obras extraordinarias dedicadas al análisis de Hitler y el nazismo – sus Anotaciones sobre Hitler son sencillamente imprescindibles – Alemania: Jeckyll y Hyde, 1939, el nazismo visto por dentro. De esa obra quisiéramos destacar algunos aspectos que sirven de elementos comparativos con el fenómeno chavista, Chávez y la Venezuela bolivariana: el papel esencial del caudillo, la mediocridad de sus seguidores y la corrupción desaforada como argamasa de una unidad ficticia de esas partes incapaces de autonomía y vida propia una vez muerto el líder máximo. He aquí esas relevantes observaciones. Sorprenden los paralelismos entre el nazismo hitleriano y el chavismo bolivariano

Sebastian Haffnerseudónimo de Raimund Pretzel, (Berlín27 de diciembre de 1907-2 de enero de 1999) fue un periodista, escritor e historiador alemán

Nazis y chavistas en el corral

17 Enero, 2016
Sebastian Haffner, uno de los más perspicaces y profundos analistas del fenómeno nazi y la Alemania hitleriana, escribió, entre otras obras extraordinarias dedicadas al análisis de Hitler y el nazismo – sus Anotaciones sobre Hitler son sencillamente imprescindibles – Alemania: Jeckyll y Hyde, 1939, el nazismo visto por dentro.

De esa obra quisiéramos destacar algunos aspectos que sirven de elementos comparativos con el fenómeno chavista, Chávez y la Venezuela bolivariana: el papel esencial del caudillo, la mediocridad de sus seguidores y la corrupción desaforada como argamasa de una unidad ficticia de esas partes incapaces de autonomía y vida propia una vez muerto el líder máximo. He aquí esas relevantes observaciones. Sorprenden los paralelismos entre el nazismo hitleriano y el chavismo bolivariano.
Hitler y los otros
“Hitler fue el caballo que ganó la carrera. Los demás no eran más que pequeños jugadores afortunados que habían apostado al caballo ganador. Hitler fue quien descubrió cómo se asciende de la nada al poder absoluto y cómo, pese a todo, se amplía ese poder a una velocidad sin precedentes. Los otros sólo tuvieron el instinto de engancharse a su carro triunfal en una época más o menos avanzada. Tal vez hayan resultado útiles en el “movimiento”, pero ninguno de ellos lo ha creado. Eso fue obra de Hitler. Y ninguno de ellos ha enriquecido en absoluto los métodos tácticos y estratégicos de Hitler. Sólo han sido ejecutores e imitadores en todos los ámbitos, incluso en la retórica y en la gestualidad, meras copias – en su mayor parte, malísimas – de Hitler. Y dado que, a diferencia de Hitler, no han desempeñado ningún papel creativo en la instauración del nacionalsocialismo en Alemania, sino que, al contrario del potencial suicida de Hitler, sólo se han subido al tren en marcha, están plenamente dispuestos a apearse de él antes de que se precipite al abismo. Por si se diera el caso, los personajes de relieve, como ya sabemos, han tomado las precauciones necesarias transfiriendo elevadas sumas de dinero a países neutrales. Las pequeñas lumbreras no están capacitadas para hacer eso, de modo que cuando los pillen se volverán delatores y negarán haber tenido nada que ver con el asunto…Ninguno de ellos es más que un dedo de la mano de Hitler. Ninguno de ellos merece, como personaje, el interés que sin duda Hitler puede reclamar para sí. Ninguno de ellos, por sí mismo, es una fuerza política o, siquiera, un potencial político con significado, por muy pequeña que sea.”
Resultado de imagen para Bancada oficialista en la AN 2016


La mediocridad de los dirigentes nazis y la corrupción
“Las características decisivas de los dirigentes nazis son una corrupción, una capacidad de trabajo y un cinismo ilimitados. Queremos dejarlo claro.”
“El grado y el alcance de la corrupción de la clase dominante no tienen precedentes. Que siete destacados miembros de la cúspide del partido hayan robado a lo largo de seis años ciento cuarenta y dos millones de marcos – pese a las leyes dictadas por ellos mismos y a la pena de muerte prevista para tal conducta- no es ninguna excepción, sino muy revelador de los extendido que está este fenómeno. Estos siete hombres, que tomaron posesión del cargo como deudores insolventes, poseen hoy, además de esos ciento cuarenta y dos millones de marcos, haberes en el extranjero, castillos, casas de campo, fincas urbanas y pabellones de caza en Alemania, cuyo valor asciende como mínimo a su patrimonio extranjero y a su capital móvil en Alemania. Pero no sólo estos siete dirigentes destacados han amasado una fortuna robando al Estado, al partido y a otras cajas públicas. El mantenimiento de todos los gauleiter (jefes distritales) y los altos mandos de las SS y de las SA cuesta tal dineral que sólo se sostienen mediante la más desvergonzada utilización de los fondos públicos. Casi toda esta gente procede de la pequeña burguesía y casi todos llevan una vida de magnates. Cuando hay que eliminar a uno, a menudo se utilizan estas malversaciones como pretexto. La corrupción fue una de las razones alegadas para cesar y ejecutar, por ejemplo, los dos gauleiter Kube y Koch así como el desafortunado Röhm (jefe máximo de las SA) y sus subordinados. Pero como el estilo de vida y la cantidad de gastos son los mismos en todos los altos funcionarios del partido, huelga decir que los sancionados no constituyen ni mucho menos una excepción.”
“Dicho brevemente, en los asuntos de dinero y de moral todos los jefes nazis actúan como si estuvieran por encima de la ley; todos creen que los fondos y los bienes que administran son, hasta cierto grado, propiedad suya, y que la gente que está a sus órdenes son sus esclavos. Creen que tienen que tomar tanta tarta como pueden devorar.”






La mentira hitleriana como credo
“Lo interesante es su tendencia al desbordamiento, tendencia que paradójicamente les protege. Los dirigentes nazis han trasladado al campo de la corrupción la doctrina de Hitler, según la cual sólo las grande mentiras pueden ser creídas (porque parece improbable que alguien tenga el valor de pronunciarlas, mientras que al pequeño y tímido mentiroso se le declara enseguida culpable). De modo que han especulado con éxito sobre la incapacidad de la opinión pública alemana para reconocer una corrupción de tal calibre como corrupción, mientras que sus formas más modestas son “pilladas” y correspondientemente condenadas… Así, la confusa opinión pública alemana no llama por su verdadero nombre a las malversaciones cometidas por los dirigentes nazis, debido a su alcance. Estos ladrones son unos bandidos tan grandes que se han convertido en grandes señores. Su poder y su desfachatez son tan colosales, que la gente casi agradece que le dejen algo, en lugar de indignare por haber sido robada. Este punto de vista, dicho sea de paso, es compartido por los jefes nazis, que se ven a sí mismos como la “nueva alta nobleza”.”

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