Habla la Conciencia
Escogencia entre dos muertes
Luis Garrido
La política va de la mano con la sensatez, su improvisación es politiquería tarifada. Con insistencia se dijo que Nicolás Maduro no estaba preparado para cumplir tan exigente función. Aun admitiendo que llegó por la vía democrática, no ha logrado desviar el dedo que lo llevó hasta la posición que ejerce. Circunstancias propias del destino cambiaron el rumbo de la historia. Nadie podía imaginar que aquel hombre favorecido por la providencia, cargado de fortaleza, de espíritu combativo e innegable arengador de masas, cedería el timón que le entregaron millones de venezolanos conformados entre ricos y pobres, negros y blancos a quien menos sería el guardián de su revolución. Visto el fracaso, a Hugo Chávez dándole a escoger entre la primera muerte con sus sufrimientos y lo que significa la vergonzosa cueriza recibida de manos del pueblo constituyendo el fin de su proyecto histórico, sin duda alguna hubiera escogido la primera.
La situación para Nicolás y su gobierno es insoportable; el pueblo lo rechaza, en su partido el apoyo cada día es más inconsistente y las expectativas sobre el golpe judicial, desconociendo la voluntad popular, presagian su caída inminente. Es aquí donde falta la inteligencia de la cual carece, al contrario de asimilar la derrota, se creció en la arrogancia. Los años placenteros para un gobierno sin organismos contralores, más una Asamblea Nacional obediente a las exigencias de esa política preñada de corruptelas, lo llevó a ver la realidad distorsionada; pero teniendo hoy un escenario más complejo, actúa desproporcionadamente como si tuviera la fuerza de la cual se jactaba antes del garrotazo político.
Muy desafortunado fue Maduro en su declaración acerca de la decisión que tomará en relación con la Ley de Amnistía. Decir que no la firmará, no pasa de ser otra de sus bravuconadas, pero deja dudas sobre el procedimiento en una materia que debería ser de su conocimiento por la propia experiencia lograda en el ejercicio parlamentario. Ahórrese su fanfarronería y repase el Art. 187 (5) de la Constitución. La ley es prerrogativa de la Asamblea Nacional, así como es del Presidente conceder los indultos. Con esas manifestaciones tan propias de una dictadura, el odio es la cara visible del dictador. Sus presos políticos volverán a la calle y los exiliados regresarán a la patria de donde nunca tenían que haber salido. Gloria a Dios, Venezuela volverá a ser libre.
luirgarr@hotmail.com
hablalaconciencialuisgarrido.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario