16 de Enero de 2016 - 08:15 AM
Valencia es la cuarta ciudad más cara del país
(Foto archivo / El Carabobeño)
Dayrí Blanco
Once meses tuvieron que pasar. Justo el día que se decretó la emergencia económica en el país el Banco Central de Venezuela (BCV) publicó casi de forma simultánea los resultados del Índice Nacional del Precios al Consumidor (INPC) en los que Valencia resalta como la cuarta ciudad más cara del país con una inflación acumulada de 119,4% desde enero de 2014 a septiembre de 2015.
La lista la lidera Barquisimeto con 129,9%, seguida de Maturín (121,2%) y Ciudad Guayana (120,5). La capital de menor inflación fue Maracaibo con 95,7%. Durante 2014 Valencia fue la ciudad más cara del país con un INPC de 78,6%. Lo que implica que hasta el tercer trimestre de 2015 tuvo un incremento negativo de 51,91%.
De manera general Venezuela registró una inflación de enero a septiembre de 108,7%, en la que se combinaron variaciones intertrimestrales de 19,1%, 26,1% y 38,9%, correspondientes al primero, segundo y tercer trimestre; mientras que la variación anualizada al cierre del noveno mes del año pasado se ubicó en 141,5%.
Alimentos impagables
Los alimentos y las bebidas no alcohólicas están de primeros e la lista de rubros con mayor incremento de precio calculado en 55,7%. Le siguen restaurantes y hoteles (52,0%); bebidas alcohólicas y tabaco (50,9%); servicios de educación (43,3%); vestido y calzado (35,6%); equipamiento del hogar (33,3%); esparcimiento y cultura (30,0%); transporte (27,0%); salud (23,8%); bienes y servicios diversos (22,3%); comunicaciones (15,0%); alquiler de vivienda (9,0%); y servicios de la vivienda (2,5%) .
87% de desabastecimiento
El informe del BCV incluyó el desabastecimiento de algunos productos de 87%, denominado como “existencia de acaparamiento”. Los resultados se producen en un contexto general caracterizado por una reducción de la oferta de bienes de consumo final, debido a la baja en las importaciones y a la merma en la producción nacional, circunstancias a su vez influenciadas por la caída de los precios internacionales del petróleo.
Construcción por el suelo
Las actividades económicas están en aprietos según el documento oficial. En las actividades no petroleras destaca el crecimiento positivo experimentado en las comunicaciones (+2,2%) y en la prestación de servicios del Gobierno general (+1,0%). Pero esos resultados no permitieron compensar la disminución observada en construcción (-20,2%), instituciones financieras (-14,4%), comercio (-12,8%), manufactura (-11,1%), transporte y almacenamiento (-10,7%), servicios comunitarios sociales y personales (-6,6%), minería (-4,6%) y electricidad y agua (-3,7%).
La industria de la construcción es una vez más la más afectada debido al descenso experimentado en las obras demandadas por los sectores público en 22,4% y 7,1% en el privado (-7,1%). La dificultad para acceder a insumos básicos como cemento, cabillas y productos de madera, vidrios, cables y cerámica, fue determinante.
Menos ingresos
El déficit de la balanza comercial resulta un elemento alarmante. Las ventas externas totalizaron ocho mil 483 millones de dólares, monto inferior a los nueve mil 265 millones alcanzados por las importaciones de bienes. El declive de las exportaciones totales estuvo marcado por las petroleras, dado el rezago de 57,8% en el precio promedio de la cesta venezolana, y por la contracción de 21,4% en las ventas no petroleras, que representan 6,1% de las exportaciones totales, afectadas por el descenso en 22,1% de las empresas privadas y de 33,1% del sector público. La disminución de las exportaciones del sector privado se focalizó en rubros como sustancias químicas y minerales metalíferos; aunque se observaron incrementos en productos alimenticios. En las exportaciones públicas se observó una baja en sustancias químicas, carbón y electricidad, pese a que se evidenciaron aumentos en hierro, aluminio y acero.
¡ Y QUÉ OPINA EL CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD???
Indocencias
Buhonero
José Joaquín Burgos
Notitarde 16 de enero 2016
La voz de la joven periodista es dulce, y su tono melódico. La escucho, siento, oigo por el teléfono, respiro a
Mérida por un instante. Y en un segundo, apenas, el aguijón ardiente del oficio: “¿Qué opina del decreto de la
Alcaldía que prohíbe ejercer la buhonería en el centro de la ciudad?”... Me llega de repente una ráfaga de
angustia. No sé, en verdad, qué responder. Creo, de corazón, en la serenidad, elseñorío, la entrega personal al
señorío profesional. Y, entiendo que por todo ello y por lo que individualmente despierta en mí la pregunta,
debo responder anteponiendo a todo el amor por la ciudad y por su gente, inclusive, además, quienes pasando
trabajo vienen a vivir en ella por elsimple interés en llevarse unas pobres monedas que retumban en la bóveda
donde está guardado el becerro de oro.
Pienso, por ello, simple comparación, en lo que era la vida caraqueña en nuestra época de estudiantes, cuando
cualquiera podía bañarse en la Quebrada de Los Chorros en cualquier día de la semana, en el Guaire, en la
Laguna de Catia. Recuerdo las retretas en la Plaza Bolívar donde alcanzamos a oir el “Alma Llanera” dirigida
por Pedro Elías Gutiérrez. En los primeros años de Sabana Grande,,, y después, en la angustia que amarraba a
uno al miedo.. . pero -pienso- Sabana Grande fue recuperada, y el Nuevo Circo, y el espacio entre las torres
Norte y Sur. No sé sisería por la guerra informática, pero la prensa no dijo si esos espacios habían sido
tomados en paz o a sangre y fuego. En honor a la verdad, me serené un poco. Y digo que Valencia da amor y
merece también recibir amor. Hay que recuperar, urgentemente, la habitabilidad, la paz, elrespeto vecinal, esa
música de vida fraternal que se oía en toda la ciudad, a toda hora. El centro, poblado de felices familias. Música,
poetas de sana bohemia cantándole a las muchachas, a la vida. Olés anunciadores de ferias… misas de
aguinaldo, arepitas, café, risas mañaneras, música de María Luisa Escobar, de don Julio Centeno… Sí, vale…
el decreto es necesario, mas debe venir acompañado de herramientas fundamentales para construir sin herir. Ya
está bueno de drogadictos amparados por la desidia y por el miedo de los vecinos. Ya está bueno de policías de
verdad o matraqueros cobradores de vacunas y padrotes de bachaqueros así como de atracadores que , en
señal de paz (lo viví una vez) entren a la buseta y digan en alta voz: “Hoy no vinimos a atracar, sino a pedirles
una colaboración en paz… Buenos días”. Valencia necesita vivir, revivir, sentir el aliento de la alegría y la paz en
sus calles, sobre todo en el centro. Valencia, mejor dicho, necesita amor, mucho amor… de todos.
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