Indocencias
Pocaterra
José Joaquín Burgos
Hora de clases, todavía. La muchachada del Don Bosco llena el espacio. Aquí, diagonal al Colegio, nació y vivió José Rafael Pocaterra. De modo que bien puede decirse que en esta casa, donde ahora estamos reunidos, nacieron las “Memorias de un venezolano de la decadencia”. O por lo menos nació su autor, que en buena ley puede calificarse como uno de los más profundos e importantes escritores de su época, como perfil temporal, y de Venezuela, como extensión territorial. Nos reunimos aquí como un acto de reconocimiento, honor y valencianidad pura, un grupo de admiradores, simplemente. Y lo hacemos porque pensamos que es justo y necesario, como dicen los fieles en la misa, para mantener vivos, vigentes, claros, los valores fundamentales de la patria, especialmente los valores ciudadanos nacidos de la matriz valenciana, esa matriz de gloria y de señorío histórico que, sin darnos cuenta, se nos va de la mano y de la memoria hasta que un día de éstos, nuestros herederos sean ignorantes necios de su propia memoria.
Así que estuvimos, reunidos en un conversatorio de amor a la ciudad y a sus valores, especialmente a la memoria de uno de los valencianos más universales, un buen grupo integrado en principio por Edgar Núñez (Coordinador), los profesores universitarios Antonio Ecarri, Julio Rafael Silva y Santiago Rodríguez; yo, completando el quinteto y un gran resto de participantes, porque eso fue, como decimos, un conversatorio como debe ser, donde cada quien expone sus ideas y rumia o alborota, según sea, las de los demás, en un instante de fraterna comunión, de acercamiento a los valores de nuestra historia y de nuestra gente, y de acercamiento fraternal a nuestras a veces olvidadas raíces.
A final de año -pensamos- estos conversatorios deben publicarse. Así como deseamos y pensamos hacerlo con las memorias parroquiales. José Rafael Pocaterra es, más que una tumba abandonada y olvidada en el viejo cementerio municipal, una memoria viva, pulsante, universal que está llamada a arder siempre en los ojos lectores, en el corazón pulsante y en la conciencia eternamente viva, despierta, clara de los muchachos valencianos. Muchos de ellos serán también, sin duda alguna, universales como el Pocaterra padre de Panchito Mandefuá, el que cenó con el Niño Jesús…
Cronista de Valencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario