CRÓNICAS COLONIALES
España: villas y ciudades
Asdrúbal González
El poblamiento venezolano llegó desde el Oriente… Las rancherías nacieron inicialmente
sin protocolo alguno, como un lugar apropiado donde permanecer un tiempo mientras se
decidía fundar. A la orilla del mar podían surgir los fondeaderos, con sus ventajas de estar
protegidos de los vientos y tener agua dulce en las cercanías. En Tierra Firme el poblamiento
tenía nombres de villas y ciudades, que debían ser erigidas con un ceremonial de estilo,
previamente autorizadas por el Gobernador provincial, y en ningún caso sin la anuencia del Rey.
La diferencia entre villa y ciudad consistía en que las primeras solían tener un Alcalde y cuatro Regidores, acompañados por un Síndico Procurador (que venía a ser la llamada “media cámara”), la mitad de lo que correspondía a una ciudad, con dos Alcaldes y ocho Regidores (cuando a Puerto Cabello se le titula ciudad, a tres siglos distante de los poblamientos iniciales, nace con media cámara, como si fuera villa…).
La ceremonia fundacional comenzaba con una misa y la bendición de las tierras (el territorio jurisdiccional), la siembra de una cruz donde sería la iglesia, y el trazado de la plaza principal y calles aledañas.
El poblamiento inicial se estableció entonces en las islas de Cubagua y Margarita… Simultáneos a las ciudades surgen los muros defensivos… En Costa Firme el primer fuerte se construyó en la desembocadura del río Manzanares (año 1522). La cadena defensiva abarcaría finalmente Araya, Cumaná, Nueva Barcelona, La Guaira, Puerto Cabello, y la barra del lago de Maracaibo: allende las actuales fronteras nacionales, la plaza de Cartagena de Indias.
La ciudad de Coro se fundará a partir del año 1528 como una cabeza de puente para penetrar la región central de la actual Venezuela. El proceso poblador se concentraría entonces en las áreas montañosas-costaneras (Borburata 1548, Valencia 1555). En la región marinera se retarda el poblamiento por la permanente presencia del enemigo extranjero. Una vez fundada La Guaira (año 1600), entre este puerto y la ciudad de Coro sólo habrá una desierta heredad, donde por expresa disposición real no se podía fundar pueblo alguno. Surgirán entonces libremente las haciendas cacaoteras interioranas, y Puerto Cabello tendrá el privilegio de reunir después una población inicialmente dispersa de los valles circundantes.
Como hemos señalado en Balcones anteriores, más de setecientos mil árboles de cacao suponían una población numerosa. Tierras y mano de obra esclava hicieron de Puerto Cabello una colectividad de poderoso y creciente desarrollo.
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