Naomi Tutu: “Es importante creer que las cosas pueden cambiar”
La surafricana Nontombi Naomi Tutu apela a la espiritualidad que guía la obra de su padre, el arzobispo anglicano Desmond Tutu, para alertar que la venganza no es la solución
Nontombi Naomi Tutu es concisa. Con una sola frase puede resumir procesos tan complejos como el apartheid en Suráfrica. Tutu es una activista de derechos humanos surafricana que se dedica especialmente en los temas de violencia de género y educación. Fundó Nozizwe Consulting una organización que guía a grupos a aprender y celebrar sus diferencias.
Ella nació en los tiempos del apartheid por lo que conoce lo que es vivir en una sociedad dividida. “Suráfrica es un milagro”, expresó una vez el periodista polaco Ryszard Kapuscinski y parte de ese milagro se le puede acreditar al padre de Naomi Tutu, el arzobispo anglicano Desmond Tutu, ganador del Nobel de la Paz en el año 1984 por su lucha contra la segregación racial y su labor en la reconciliación del país. “Cuando Suráfrica zozobraba moralmente y se hundía en el odio del régimen racista blanco, se convirtió en la conciencia de ese país”, escribió el periodista español Xavier Aldekoa sobre Desmond Tutu. Se puede decir que Naomi Tutu siguió los pasos de su padre al dedicarse a la defensa de los derechos de los oprimidos.
—Desde su experiencia política, ¿cuáles son los riesgos que corre Venezuela en la actual crisis?
—El riesgo más grande es que mientras la gente sienta frustración se atacaran unos a los otros en vez de tratar de unirse como país para enfrentar la crisis y los problemas que padecen. Las personas intentarán buscar chivos expiatorios. Por lo tanto, lo que vemos en muchos países en crisis económica es que hay violencia hacia aquel que es considerado el otro, ya sea porque son de un partido político diferente, de clases o de etnias distintas. La única manera de combatir esto es que exista un líder que le diga a los venezolanos que en la crisis están todos y que para salir de ella tienen que estar juntos para trabajar en soluciones que no traten de demonizar a un grupo en particular.
—Su padre fue un promotor de la reconciliación en una sociedad dividida por el racismo y el resentimiento. Venezuela está también dividida por el resentimiento y la política. ¿Qué lecciones puede aprender Venezuela del caso surafricano?
—Liderazgo; si se observa el contexto surafricano, teníamos a alguien del estatus de Nelson Mandela, quien podía hablar desde su propia experiencia, no solo como alguien oprimido sino como alguien que fue a prisión, que fue amenazado con ser ahorcado por su activismo político y que experimentó lo peor del apartheid. Cuando salió de prisión pudimos esperar de él sed de venganza, pero reconoció que para seguir adelante la venganza no era la respuesta. Nosotros tuvimos líderes que se dieron cuenta de esto y decían que como país tenemos una historia terrible, hemos y nos han hecho cosas horribles. Esa es nuestra historia, pero no tiene que ser nuestro futuro. Nuestro porvenir tiene que ser uno que tome en cuenta las cosas que pasaron, que no se ignore el pasado ni decir que esas cosas no ocurrieron, sino aprender de ellas para poder vivir como una sola nación.
—¿Ve semejanzas entre la situación surafricana y la crisis venezolana?
—En Suráfrica también tuvimos juicios secretos. Cuando eso ocurre no puede ser una sociedad justa. También tuvimos prisioneros de conciencia, políticos, personas vetadas y en arresto domiciliario. Todo eso es similar a lo que Venezuela actualmente vive y algo que también ha sido parte de su historia. Lo que tenemos en común es que nuestros países tienen una manera particularmente histórica de lidiar con la disensión que es silenciar a la oposición en vez de ser una sociedad abierta al diálogo y al desacuerdo. Como somos seres humanos podemos estar en desacuerdo. No hay ningún momento que en una comunidad o en nuestra familia todos estén completamente de acuerdo con respecto a un tema. En nuestras familias nos enseñan a respetarnos mutuamente a pesar de las diferencias y eso es lo que podemos hacer como naciones y es parte de lo que se puede aprender de la experiencia de Suráfrica.
—¿Qué consejo le daría a los ciudadanos venezolanos que de alguna manera han perdido la esperanza y están abrumados por el crimen y la situación política y económica?
—Es muy difícil dar algún tipo de consejo. Durante el apartheid muchas veces la gente te decía que deberías hacer esto o aquello, pero tenían muy poco conocimiento de nuestra situación. Lo que les puedo decir es que no renuncien a la esperanza, porque cuando la pierden renuncian a ser parte de la solución. Es absolutamente importante creer que las cosas pueden cambiar. Una de mis abuelas murió antes del fin de apartheid y la otra tenía 93 años cuando votó por primera vez, pero durante sus vidas esas mujeres mantuvieron la esperanza y me decían que ellas sabían que algún día el apartheid terminaría. Cuando eso pasó mi abuela materna, que fue la que se mantuvo con vida, me dijo: “¿Recuerdas que cuando eras niña te decía que el apartheid terminaría en tu tiempo de vida? Pero mira, ha terminado en la mía”. Ese momento siempre se ha quedado conmigo, las personas que se aferran a la esperanza sueñan con un mundo mejor y trabajan para que eso ocurra. Cuando renunciamos a ella es cuando dejamos de luchar por algo mejor.
En defensa de las mujeres
El interés principal de Naomi Tutu está en la defensa de aquellas personas que sufren discriminación de género y racial. Para Tutu que se discrimine a alguien por ser mujer o por su color de piel es deshumanizar a esa persona. En específico los derechos de las mujeres alrededor del mundo son una preocupación para Tutu. Ha hablado en defensa de las mujeres oprimidas en países como Irán. Se ha identificado públicamente como una “mujerista africana”. “El mujerismo dice que nuestra experiencia como mujeres de la diáspora africana es una experiencia importante”, dijo en una entrevista en enero para el diario estadounidense Michigan Daily.
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