Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 13 de febrero de 2016

Este 19 de febrero, a la 1:05 de la madrugada, hora venezolana (05:35 GMT), el Sol hace su ingreso a Piscis, el último signo de la rueda zodiacal, lo que implica en su sentido más profundo el último eslabón de un ciclo evolutivo, por lo que la energía pisciana se asocia a vibraciones más elevadas y sutiles.

SÁBADO, 13 DE FEBRERO DE 2016

Llega Piscis, el último tramo del fin…

Tomado del blog "Termómetro Zodiacal" de Pedro González Silva.
Este 19 de febrero, a la 1:05 de la madrugada, hora venezolana (05:35 GMT), el Sol hace su ingreso a Piscis, el último signo de la rueda zodiacal, lo que implica en su sentido más profundo el último eslabón de un ciclo evolutivo, por lo que la energía pisciana se asocia a vibraciones más elevadas y sutiles.

Mi querido profesor y gran astrólogo, José Hernández, en su cátedra de percepciones astrológicas, nos enseñaba la relación de cada signo con un determinado animal, asociándolo con el comportamiento más básico e instintivo que subyace en cada franja zodiacal. Es así como aprendimos que Aries se relaciona con el carnero; Tauro con el toro, Géminis con el mono, Cáncer el cangrejo; Leo el león, Virgo el ratón, Libra la mariposa, Escorpio el único que tiene correspondencia con tres animales: escorpión, serpiente y águila;  Sagitario el caballo, Capricornio el macho cabrío, Acuario con nosotros los seres humanos, que somos parte del reino animal, y Piscis con el pez.

Uno de sus discípulos, le preguntó a José Hernández, porqué si Acuario alcanza el nivel del ser humano, el último signo, Piscis, parece dar un paso atrás al asociarse al pez. Nuestro Maestro respondió: “Es que Piscis pertenece a otro mundo”.

En  efecto, el mundo submarino es un mundo aparte y misterioso; en la energía pisciana están las cualidades para captar aquello que está más allá del mundo físico, para conectarse con el infinito, con el Ser Superior. Es un signo de agua y se asocia a los mares profundos, al igual que el planeta que lo rige, Neptuno, el Dios del Océano. Esa relación con el mar implica una tipología profunda, misteriosa, una tendencia a no saber establecer límites, a vivir la vida desde una perspectiva universal, con una sensación de totalidad que no sabe de principios ni fines, y que por ende le cuesta comprender la división entre el bien y el mal.

Por eso la energía pisciana une estos dos conceptos (bien y mal) de una manera desconcertante para los demás; está en otro mundo, con normas y valores distintos y difíciles que no se corresponden al mundo de la superficie; por algo Jesús el Cristo, cuya época se corresponde con la Era de Piscis (y recordemos que el cristianismo tiene como símbolo al pez) dijo: “Mi reino no es de este mundo”.

La energía de Piscis es la energía de la disolución, donde todo límite es borrado; es el camino del retorno, volver al Todo o a la Nada.

Así como el pez vive en el fondo del mar, con la energía pisciana podemos experimentar la profundidad y complejidad de la psique en su estado más puro, y que guarda relación con la gran mente universal, tal y como lo indica la primera Ley del Universo: “Todo es Mente, el Universo es Mental”. Esa gran Mente, Ser Supremo o Dios, crea de la Nada que es el Todo. El final de los finales es el verdadero gran inicio donde todo se funde para ser la Nada que luego ha de manifestarse en un nuevo comienzo. Cuando vemos este gran final desde la perspectiva de los eterno, vemos que nacer y morir es un mismo acto; morir es igual a no haber nacido.

En este ciclo de Piscis, que estará vigente hasta el próximo 20 de marzo, se corresponde con el último tramo de un ciclo, por eso es el mejor tiempo para cerrar ese ciclo de manera definitiva. Piscis es el signo de karma, y es bueno entender lo que es el karma.

Como el período pisciano es el ideal para cerrar ciclos, es menester abocarnos a concluir todo aquello que tengamos pendiente antes de que llegue el nuevo ciclo que nos trae el equinoccio de primavera, y si no lo hacemos, si dejamos cosas pendientes, eso se convierte en un karma, que va a estar interfiriendo en la energía del nuevo ciclo que comenzará; por eso, el período pisciano es el mejor para “quemar” el karma pendiente.

Precisamente coincide esta ocasión, con la presencia del Nodo Lunar Sur, que tiene que ver con las energías kármicas, pues se encuentra transitando por Piscis, que es un signo kármico, por tanto, todo aquello que tenemos pendiente, que hemos dejado sin resolver, puede regresar a nuestras vidas para recordarnos que no hemos aprendido la lección, para decirnos que no dejemos cabos sueltos, que asumamos lo que nos corresponde para salir definitivamente de una situación que estemos arrastrando y que nos hace peso. El momento es ahora.

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