Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

martes, 23 de febrero de 2016

El Papa en Sta. Marta: No al cristianismo del ‘decir’ y no ‘hacer’ En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero

23 FEBRERO 2016 

OR - Osservatore Romano  Misa en Santa Marta
OR - Osservatore Romano Misa En Santa Marta
La religión cristiana es concreta, actúa haciendo el bien. No es una “religión del decir”, hecha de hipocresía y vanidad. Así lo indicó el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.  Además, el Santo Padre pidió que durante la cuaresma, Dios “nos enseñe el camino del hacer”.
La vida cristiana es concreta, Dios es concreto, pero los cristianos que ‘fingen’ son muchos, los que hacen de la pertenencia a la Iglesia una ocasión de prestigio en vez de una experiencia de servicio hacia los más pobres.
El Santo Padre cruza el pasaje litúrgico del día del profeta Isaías con el pasaje del Evangelio de Mateo para explicar “la dialéctica evangélica entre el decir y el hacer”.
El énfasis del Pontífice estuvo en las palabras de Jesús, “que desenmascara la hipocresía de escribas y fariseos invitando a los discípulos y a la multitud a observar lo que ellos enseñan pero a no comportarse cómo ellos actúan”. Prosiguió recordando que “el Señor nos enseña el camino del hacer”. Y advirtió sobre cuánta gente encontramos –también nosotros ¡eh!– muchas veces en la Iglesia: “¡Oh, yo soy muy católico!” “Pero ¿qué haces?” Cuántos padres se dicen católicos, pero nunca tienen tiempo para hablar con los hijos, jugar con los hijos, escuchar a los hijos. Quizá tienen a sus papás en una residencia, pero están siempre ocupados y no puede ir a verlos y los dejan abandonados. Pero dicen que son católicos. “Esta es la religión del decir: yo digo que soy así, pero vivo la mundanidad”, explicó el Papa en la homilía.
Lo del “decir y no hacer”, afirmó, “es un engaño”. Asimismo añadió que las palabras de Isaías indican lo qué Dios prefiere: “Cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”. “Socorred al oprimido, sed justos con el huérfano, defended la causa de la viuda”.
Y demuestran también la infinita misericordia de Dios, que da a la humanidad. “Entonces, venid y litigaremos. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve”. Y prosiguió subrayando que “la misericordia del Señor va al encuentro de los que tienen la valentía de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que yo hago o las que no haga, para corregirme. Y esto es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristianos significa hacer: hacer la voluntad de Dios”. Y en el último día, recordó el Pontífice, el Señor no nos preguntará qué hemos dicho de él sino qué hemos hecho.
Para concluir la homilía, Francisco subrayó que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero; en vez de solo ‘el decir’ que nos lleva a la vanidad, a ese fingir ser cristiano.
Finalmente, el Obispo de Roma pidió “que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia entre el decir y el hacer y nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a ir por este camino, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban estos doctores de la ley, estos clérigos, a los que les gustaba vestirse y ser precisamente cómo si fueran una majestad ¿no? ¡Y esta no es la realidad del Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino”

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