Albersidades
Dudosa salida
Peter Albers
No nos caigamos a cobas. La salida de Maduro no necesariamente nos sacará de este cuarto oscuro donde sobrevivimos y nos llevará a un espacio libre, luminoso, con trinos de aves y fuentes cristalinas de aguas puras; a una especie de paraíso tropical “donde todo es más bonito”. En el paraíso también hay serpientes.
Los chavistas han sido muy hábiles (por algo tienen lo que va de siglo en el poder) y le han vendido al pueblo que lo malo no es este comunismo disfrazado de “socialismo del siglo 21” sino que toda la culpa del desastre que estamos viviendo es de Maduro. El comunismo lleva un siglo tratando de convencer al mundo de que es el sistema perfecto para que todos “alcancemos la mayor suma de felicidad posible” sin lograrlo. Para la historia quedan los fracasos de la Unión Soviética, de China, de Cuba, y de los países de Europa oriental que, sojuzgados por dictadores como Tito, Ceaucescu o Honecker, vivieron décadas de hambre y miseria, mientras los altos jerarcas vivían a todo lujo. ¿Le suena eso al lector?
En consecuencia, una salida de Maduro tal vez alegre a chavistas y demócratas por igual. Aquéllos verán una nueva oportunidad de presentar un candidato con mejor imagen que la del corpulento y torpe marido de Cilia, y así ganar una elección que quizás todavía estará controlada por Tibisay y su gente. Con lo cual pasaremos de este cuarto oscuro a otro, tal vez más oscuro todavía, donde el que manda estará más “guapo y apoyao”, sin dudas sobre su legitimidad y su nacionalidad, y más imbuido de ideas totalitarias que Nicolás Maduro. Los chavistas dirán “por fin salimos de Maduro, ahora pondremos a un verdadero hijo de Chávez”; que será, por supuesto, bendecido por los Castro, deseosos de no perder su teta de petróleo gratis y de negocios triangulados para las importaciones venezolanas.
Es difícil para uno imaginarse quién podrá ser ese “verdadero hijo de Chávez”. No encuentra una posibilidad de un candidato creíble entre tanto dirigente corrupto, a pesar de que la baraja va desde un ex maestro poseedor, según las malas lenguas, de un lujoso yate de un millón de dólares, un psiquiatra que no ha podido hacer del municipio Libertador algo decente y vivible, amante de los Audis y los relojes caros, o un mata-policías juvenil devenido en canciller que confía armas a una niñera familiar.
Pero peores candidatos tuvieron los adecos y con ellos ganaron o, cuando no, obtuvieron importantes sumas de votos. Que Dios los tenga en su Gloria, es lo menos que puede uno, con la edad suficiente como para haber vivido todos esos desastrosos períodos, y memoria suficiente para recordarlos, pedir para ellos.
De manera que no todo será color de rosa cuando salgamos de Maduro, y no creo que haya mucha gente consciente que espere eso. La lucha electoral que viene será dura, con unos apoltronados líderes “socialistas” dispuestos a no perder sus mal habidas y cuantiosas fortunas sino más bien a incrementarlas, y con un pueblo al cual con frecuencia se le oye decir: “Prefiero hacer colas antes de que vuelvan los adecos…”
El futuro de Venezuela depende de dos personas: el candidato que nombre la oposición y el que escojan los chavistas. Aquél debe ser seleccionado fríamente, sin apasionamientos ni sentimentalismos (a los cuales somos tan afectos los venezolanos), con verdaderas capacidades para apoyarse en los mejores asesores, y llevar el país a la recuperación social, económica y cultural que tanto necesitamos. Ojalá ellos lo hagan mal, y nosotros lo hagamos bien.
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
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