Atrás quedaron los tiempos de millones de ejemplares de libros
Académicos como Gisela Kozak cuestionan que el modelo editorial aún se base en el rentismo petrolero y que no se confíe en el sector privado
En 2005 el gobierno de Venezuela hizo alardes de haber impreso y repartido 1 millón de ejemplares de Don Quijote de La Mancha. Se conmemoraba el cuarto centenario de la obra de Miguel de Cervantes y la Real Academia Española había hecho una edición especial por la efeméride que se vendió en varios países.
De ese número, 300.000 se entregaron en las plazas Bolívar de las capitales de todos los estados del país. El resto se distribuyó en escuelas y bibliotecas públicas, en la Feria Internacional de La Habana de 2006 y en islas caribeñas anglófonas, donde se entregaron ediciones en inglés y francés, respectivamente.
Diez años después no hay mucho de qué ufanarse. En 2015 los entes adscritos al Ministerio de Cultura siguieron las mismas directrices de “procurar el bienestar social y combatir el capitalismo”, pero en letra escrita las páginas se quedaron cortas.
Monte Ávila Editores editó solo 14 títulos, de los que se imprimieron 17.580 ejemplares, entre ellos Tríptico de la infamia de Pablo Montoya, ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.
También llevó a cabo 261 actividades (talleres, conversatorios, recitales), de acuerdo con la memoria y cuenta del Ministerio de la Cultura, que detalla que este sello ejecutó el año pasado los 33,6 millones de bolívares que les fueron asignados.
En 2014 Monte Ávila editó o reimprimió 23 obras. El tiraje en esa ocasión fue de 50.000 ejemplares. En 2010, con un presupuesto de 7,05 millones de bolívares, la compañía pública produjo 80 títulos.
El Centro Nacional del Libro tuvo más participantes en su actividad emblema: la Feria Internacional del Libro de Venezuela. No solo aumentó el número de visitas de 240.000 en 2014 a 328.954 el año pasado. También el número de expositores nacionales e internacionales se incrementó de 139 a 155.
Sin embargo, en la edición de libros no le fue tan bien. En 2015 publicó 6 títulos, solo uno de ellos en físico: A leer se aprende leyendo de Rodavlas Medina, con un tiraje de 3.000 ejemplares. Los otros se pueden descargar en PDF en la página web del ente estatal, que invirtió el presupuesto de 79,07 millones de bolívares.
Hay inconsistencias en la Biblioteca Ayacucho. “Se editaron y reeditaron trece (17) obras de la cultura y el pensamiento latinoamericano y del Caribe”, indica de manera confusa el texto de la institución, que ejecutó al 31 de diciembre de 2015 los 28,8 millones de bolívares asignados. El Nacional se comunicó con el sello para pedir información precisa, pero no obtuvo respuesta.
Un año antes editó en formato físico o digital 125 títulos. En 2010, con un presupuesto de 6,1 millones de bolívares, imprimió o reeditó 22 obras y colocó en su página web 100.
Los datos de El Perro y La Rana no son claros. En la página 34 se lee: “Se produjeron 202 ediciones”. Sin embargo, más adelante desglosan la cifra en 104 y 119. El Nacional tampoco tuvo respuesta con respecto a esta diferencia.
Entre los objetivos alcanzados por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello están 213 talleres literarios y 150 actividades de promoción como presentación de libros y conversatorios.
Librerías del Sur detalla entre sus logros la realización de 423 actividades culturales, que según el organismo beneficiaron a 51.124 personas.
La Imprenta de la Cultura informa que produjo 3,6 millones de ejemplares de material gráfico para diversos entes del Estado. En 2014 fueron 3,5 millones de libros, revistas, periódicos y otras publicaciones. La Distribuidora Venezolana de la Cultura refiere en la memoria y cuenta 614.117 libros, 6.592 menos que en 2014.
Entre los principales obstáculos expuestos por los entes mencionados están el incremento en los costos por parte de la Imprenta de la Cultura, déficit en la modernización de equipos, problemas para conseguir insumos y repuestos importados, deudas de años anteriores y poca capacidad para negociar derechos de autores.
Reacciones. Gisela Kozak ha hecho seguimiento al Ministerio de Cultura desde el año 2005. “El Estado hace todo. Es editor, promotor, distribuidor y demás, hay una desconfianza del sector privado. No entiendo por qué el Estado tiene que tener una imprenta. Solo debería tener la que usa para la Gaceta Oficial”, dice.
Cuestiona la organización de actividades sin un plan estratégico tangible y la gratuidad de los libros, que considera una falacia, incluso cuando intentan colocar precios. Por ejemplo, en Librerías del Sur se consigue Iconografía de Mariano Picón Salas (Biblioteca Ayacucho) en 6 bolívares.
“Cuando uno ve los ingresos de los sellos por vías presupuestarias no es sostenible. Ellos suponen que al regalar libros se incide directamente en el consumo cultural. Es un error, porque cuando baja el petróleo pierdes el derecho de libros que conseguiste. Confunden sostenibilidad con privatización”, indica la también profesora, que critica además que llamen digitalización a convertir en PDF un libro.
Alfredo Chacón, que fue presidente de Biblioteca Ayacucho entre 2001 y 2003, critica los objetivos del sello editorial. “Biblioteca Ayacucho encuadra los que considera logros institucionales dentro de los objetivos gubernamentales de seguir construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI y la sociedad igualitaria y justa proclamados por los gobiernos del chavismo”.
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