Cuando se encuentra uno en otras latitudes es difícil opinar sobre lo que acontece en su país. Se limita uno a lo que internet nos trae, y no hay posibilidad alguna de que las ondas de “Radio Bemba” nos lleguen. Pero lo que se ve en las redes sociales y en la prensa electrónica no deja lugar a dudas: después de insistir en que la oposición debía también firmar un documento aceptando a priori el resultado de las elecciones en fecha previa a su realización, el presidente Maduro se niega a reconocer los resultados

Albersidades

Ay, Jalisco

Peter Albers

Cuando se encuentra uno en otras latitudes es difícil opinar sobre lo que acontece en su país. Se limita uno a lo que internet nos trae, y no hay posibilidad alguna de que las ondas de “Radio Bemba” nos lleguen. Pero lo que se ve en las redes sociales y en la prensa electrónica no deja lugar a dudas: después de insistir en que la oposición debía también firmar un documento aceptando a priori el resultado de las elecciones en fecha previa a su realización, el presidente Maduro se niega a reconocer los resultados.

Resulta por lo menos cómico que un partido que tiene bajo su control absoluto al ente director de las elecciones, que instaló el sistema de votación (el mejor del mundo, según ellos), que abusó de su poder utilizando vehículos, dinero y estaciones oficiales de TV y radio, venga ahora con cuentos de que la oposición “hizo trampa”. Un viejo refrán dice que “cada ladrón juzga por su condición”, y el venezolano común y corriente, y no fanatizado como los que proclaman “yo votaré por Chávez hasta que me muera”, da por cierto que los procesos electorales anteriores estuvieron condicionados por el mismo ventajismo, abuso de poder y trampa que ahora achacan a la oposición en unas elecciones donde los chavistas sufrieron una monumental paliza.

Los mexicanos suelen o solían decir que “Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata”.  Un alarde de valentía y machismo típico del cine mexicano de los años cincuenta, cuando Jorge Negrete o Pedro Infante se caían a tiros con cualquiera que los mirara medio feo. El lector pensará que con este comentario “se me cayó la cédula”, pero es que no hay comparación entre aquellos supuestos super-charros mexicanos, valientes y agresivos, con estos colectivos chavistas que ahora, cobardes y agresivos, pretenden boicotear la instalación de la nueva Asamblea Nacional, desconociendo la voluntad de un pueblo que, por los motivos que todos conocemos, se hartó de “socialismo del siglo 21” y ahora busca derribar todo el tinglado que unos corruptos golpistas construyeron engañando a ese mismo pueblo que ahora los rechaza.

 Parece ser que las triquiñuelas, urdidas por leguleyos al servicio del régimen para impugnar candidaturas, sólo han servido para destapar aún más su vocación de machitos al estilo Jalisco. Comenzaron amenazando con 22 inhabilitaciones de diputados electos, nombraron nuevos jueces en el TSJ pensando que éstos saltarían a la torera la Constitución que ellos mismos pergeñaron, para lograr impugnar la elección de, esta vez en menor cantidad, diputados opositores, electos en estos comicios que, ahora sí, estuvieron llenas de trampas por parte de una oposición que no controla el poder electoral ni tiene los recursos suficientes para aprovecharse de algún ventajismo como el de que el chavismo sí abusa y ha abusado desde que Chávez llegó al poder.

En medio de las convocatorias por los fanáticos de “La Piedrita” a tomar o invadir el recinto de la Asamblea Nacional, para así evitar la instalación del poder legislativo con su nueva conformación, se mezclan las amenazas de tipos como el que propone el ya famoso pepazo para los que no votaron por la propuesta del PSUV, con sus gastados candidatos, reconocidos como personajes nefastos para el país.

Puede ser que entre los jueces recién nombrados, afectos todos al corrupto régimen, haya todavía gente decente, apegada a las leyes y respetuosa de los designios del pueblo, que rechace las desesperadas propuestas arrebatadoras, “a lo Jalisco”, del triunfo del pueblo.

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