Indocencias
Aromas
José Joaquín Burgos
“Es aromático -le digo a Roberto-, huele a vida, a pureza maternal de tono bíblico. Y en su elementalidad es puro. Diría que casi con pureza infantil, que es lo más sublime”. Roberto escucha, sonríe y me responde con la serena sonrisa de siempre: “Sabía que te agradaría”. Ya marzo se asoma por la puerta de febrero y la mañana es grata, sobre todo porque este fraterno amigo enamorado de los araguaneyes, de la lluvia, de su bella esposa, sus hijos y ya hasta nietos, siempre anda metido en libros, en la búsqueda de historias y en el rumor fresco de la música y de la poesía. Apenas hace unos días me hizo un comentario breve sobre unos poemas de la doctora Myriam Marcano Torres (compañera suya de promoción) y vino hoy, precisamente, a traerme prestada una copia del poemario “Evocación”, unos poemas “robados” por la autora a la clínica, a los enfermos, a la medicina y a su propia vida como para serenarse un poco de tanta angustia suelta por esas calles de la realidad.
Es un libro breve, en verdad, dedicado al amor familiar, especialmente. Un canto libre de apremios y angustias, aunque en sus versos se sienten los ramalazos que suele dar la vida y los inevitables dolores de la simple existencia.
Le digo a Roberto que esos poemas de la doctora Myriam Marcano son un claro regreso a la pureza de la adolescencia, y es refrescante hundirse en ellos como cuando uno reencuentra el camino de hormigas de la infancia, la vida elemental y hermosa del hogar donde se crió, la llegada sideral de los Tres Reyes Magos y las Tres Marías, ellos “con sus taparitas llenas de aguardiente”, y uno, lleno de sueños… ¡Bendita sea la poesía cuando llega sin adornos mi complicadas fórmulas estéticas de teorías, grupos, semánticas crípticas… cuando llega así, y dice, simplemente, te amo, te sueño, bendigo tus pasos infantiles, te espero en la vigilia de mi soledad--- Versos de una universitaria en disciplina médica que escribe, gracias a Dios, como una adolescente enamorada de la vida y anclada en el sentir de la casa familiar… sin pedanterías, con un lenguaje puro, como el de los poetas ágrafos y con la voz sonora, como el rumor de una cascada de sueños infinitos… Buen encuentro, Roberto, con ese bro tan puro, tan inocente, tan fragante--- un abrazo, doctora.
Fue, gracias a Dios, otro hermoso domingo para vivir plenamente y reencontrar los sueños… Los médicos, sin duda alguna, son magos infinitos y lo son porque tienen alma de poetas…
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