ENTREVISTA PAOLO GASPARINI, FOTÓGRAFO
"Ahora el socialismo está en los museos"
"Ahora el socialismo está en los museos, la fotografía en el supermercado del arte y las fotos en las subastas" PAOLO GASPARINI
El Museo Reina Sofía de Madrid adquirió días atrás 24 de sus fotos contenidas en el libro "Para verte mejor América Latina" GUSTAVO BANDRES
JESSICA MORÓN | EL UNIVERSAL
miércoles 15 de enero de 2014
Un olor a tabaco conduce el camino, escaleras abajo, hacia la casa de Paolo Gasparini (Gorizia, Italia, 1934). Los habanos, al igual que las fotografías, los atesora en cajas. Sólo que las que contienen imágenes están ordenadas por color y debidamente identificadas. Tiene alrededor de 500, en las que alberga algún retrato de Gertrude Goldsmith (Gego) y de Alejandro Otero.
Cientos de negativos forman parte de esa bóveda de imágenes en la que ha convertido su hogar tras recorrer, cámara en mano, México, Argentina, Cuba, Brasil y Venezuela, entre otros países de Latinoamérica. Y todos están acompañados por un recuerdo tangible del periplo emprendido: miniaturas precolombinas, vasijas de cerámica azteca, flores de papel traídas del DF (México).
Desde un sofá cubierto con tapetes guatemaltecos y cojines forrados de molas panameñas ofrece esta entrevista. La conversación todavía no inicia y los disparos provenientes de la cámara del fotógrafo de El Universal retrasan el encuentro en el que el artista visual ítalo venezolano comienza diciendo: "¡Ma, no me saquen tantas fotos que me pongo nervioso!", suelta con su acento italiano.
"Como todo fotógrafo, no me gusta que me tomen fotos", explica el creador, que en 1955 se instaló en Venezuela, donde comenzó a trabajar como fotógrafo de arquitectura con ayuda de su hermano, el arquitecto Graziano Gasparini.
Acto seguido rememora una frase de su autoría, escrita sobre una suerte de collage fotográfico situado frente al sillón: "¿Ves por qué te digo que la cámara siempre agrede? Es una máquina destructora, como un cañón", dice el autor del fotolibro Para verte mejor América Latina publicado en 1972 por la editorial siglo XXI en México y reeditado en cuatro oportunidades. "Este libro se ha vuelto famoso. Para la época recuerdo que se convirtió en el texto principal de la facultad de comunicación social en algunas universidades de Ecuador y Perú", dice. Hoy, transcurridos 40 años, el libro que relata en imágenes las condiciones políticas, económicas y sociales del continente latinoamericano pasará a formar parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
-¿Cuándo lo contactaron para darle la noticia?
-En octubre del año pasado fue cuando pudimos concretarlo. Hace dos años ya se habían comunicado conmigo, pero a raíz de la crisis en España al museo le recortaron el presupuesto y la adquisición de las fotografías no se llevó a cabo. En 2013 llegamos finalmente a un acuerdo. Ellos me contactaron para decirme que tenían un remanente del presupuesto y en diciembre viajé a Europa y les hice entrega de 24 fotografías hechas para el fotolibro Para verte mejor América Latina. Pero eso no es lo importante, aquí la noticia es que la fotografía latinoamericana dejó de ser la oveja negra de la familia.
-¿Dice entonces que la fotografía no recibe la importancia debida?
-Sí, aunque alrededor del mundo ya sonaban algunos nombres de fotógrafos reconocidos como Álvarez Bravo, de México, y Sebastião Salgado de Brasil. En los últimos años, los libros de Martín Parr, Horacio Fernández, y el trabajo de Alexis Fabre desde la editorial Toluca, le han dado protagonismo a la fotografía, pero todavía nos falta.
-Y en Venezuela... ¿cómo ve el desarrollo y el impulso de la fotografía?
-Como todo. Se ha convertido en una cosa más que ha caído en la falta de interés, olvidada y abandonada por parte de la cultura oficial. Allí estaba el proyecto de hacer un museo de fotografía y no se hizo. La Fundación Centro Nacional de Fotografía de Venezuela (Cenaf) es como si no existiera y en los museos ya no hay exposiciones fotográficas. El año pasado, la muestra que hicieron de René Burri fue basada en unas imágenes que tomó al Che Guevara. Tampoco el Estado se interesa en adquirir obras. Yo particularmente vendí el 85% de mi obra afuera, aquí si acaso un 5%.
-La fotografía siempre ha sido el arma política del poder, ¿no le parece?
-Siempre. Pero para este gobierno la cultura es 'la revolución'. Aquí las manifestaciones artísticas pasaron a segundo-tercer plano. Basta con ver los museos. En el país la fotografía sirve para rellenar huecos nada más. Fíjate en el oficialismo, como la usan en favor de sus intereses políticos... aunque eso es normal, todos los gobiernos lo han hecho. Victoria De Stefano me dijo una vez: 'La foto es la mejor arma para blanquear a los verdugos'.
-¿Sabe algo acerca del estado de los archivos fotográficos en Venezuela?
-Sé que la Biblioteca Nacional tenía un buen acervo fotográfico, ahora no sé más. No hay registro de nada de lo que existe en estos momentos.
-Usted llegó a Venezuela en la década del 50, un país de oportunidades. Hoy parece que los artistas no corren con la misma suerte...
-Yo me instalé en Caracas en 1955. Comencé a trabajar con mi hermano arquitecto, Graziano Gasparini, haciendo fotografía de la arquitectura venezolana. Él me introdujo en ese ambiente cultural que era muy vivo y pujante en esos años. Carlos Raúl Villanueva estaba terminando la Ciudad Universitaria, el Museo de Bellas Artes estaba bajo la dirección de Miguel Arroyo, sonaba el fotógrafo Alfredo Boulton... eran los años de la modernidad. Hoy ese interés de hacer de Venezuela una potencia, se ha perdido.
-En estos momentos, ¿qué imagen ilustra al país?
-Mi fotografía es urbana. En mis imágenes hay graffitis, publicidad y todo lo que acompaña a la gente en la calle. La calle te habla. En las últimas imágenes que he sacado de Venezuela aparece una mujer sobre una casa que se está cayendo e inevitablemente la imagen de Hugo Chávez está incluida.
-¿Esta imagen estará incluida en un nuevo proyecto este año?
-Ahora estoy armando un libro con fotografías de Caracas. Una revisión de mi archivo que llamaré Revol-ver, editada por Álvaro Sotillo. Me recuerda a Paul Strand, maestro y amigo, quien luchó toda su vida por los ideales socialistas y para que la fotografía fuera aceptada en los museos y adquirida por su justo valor. Ahora el socialismo está en los museos, la fotografía en el supermercado del arte y las fotos en las subastas.
Cientos de negativos forman parte de esa bóveda de imágenes en la que ha convertido su hogar tras recorrer, cámara en mano, México, Argentina, Cuba, Brasil y Venezuela, entre otros países de Latinoamérica. Y todos están acompañados por un recuerdo tangible del periplo emprendido: miniaturas precolombinas, vasijas de cerámica azteca, flores de papel traídas del DF (México).
Desde un sofá cubierto con tapetes guatemaltecos y cojines forrados de molas panameñas ofrece esta entrevista. La conversación todavía no inicia y los disparos provenientes de la cámara del fotógrafo de El Universal retrasan el encuentro en el que el artista visual ítalo venezolano comienza diciendo: "¡Ma, no me saquen tantas fotos que me pongo nervioso!", suelta con su acento italiano.
"Como todo fotógrafo, no me gusta que me tomen fotos", explica el creador, que en 1955 se instaló en Venezuela, donde comenzó a trabajar como fotógrafo de arquitectura con ayuda de su hermano, el arquitecto Graziano Gasparini.
Acto seguido rememora una frase de su autoría, escrita sobre una suerte de collage fotográfico situado frente al sillón: "¿Ves por qué te digo que la cámara siempre agrede? Es una máquina destructora, como un cañón", dice el autor del fotolibro Para verte mejor América Latina publicado en 1972 por la editorial siglo XXI en México y reeditado en cuatro oportunidades. "Este libro se ha vuelto famoso. Para la época recuerdo que se convirtió en el texto principal de la facultad de comunicación social en algunas universidades de Ecuador y Perú", dice. Hoy, transcurridos 40 años, el libro que relata en imágenes las condiciones políticas, económicas y sociales del continente latinoamericano pasará a formar parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
-¿Cuándo lo contactaron para darle la noticia?
-En octubre del año pasado fue cuando pudimos concretarlo. Hace dos años ya se habían comunicado conmigo, pero a raíz de la crisis en España al museo le recortaron el presupuesto y la adquisición de las fotografías no se llevó a cabo. En 2013 llegamos finalmente a un acuerdo. Ellos me contactaron para decirme que tenían un remanente del presupuesto y en diciembre viajé a Europa y les hice entrega de 24 fotografías hechas para el fotolibro Para verte mejor América Latina. Pero eso no es lo importante, aquí la noticia es que la fotografía latinoamericana dejó de ser la oveja negra de la familia.
-¿Dice entonces que la fotografía no recibe la importancia debida?
-Sí, aunque alrededor del mundo ya sonaban algunos nombres de fotógrafos reconocidos como Álvarez Bravo, de México, y Sebastião Salgado de Brasil. En los últimos años, los libros de Martín Parr, Horacio Fernández, y el trabajo de Alexis Fabre desde la editorial Toluca, le han dado protagonismo a la fotografía, pero todavía nos falta.
-Y en Venezuela... ¿cómo ve el desarrollo y el impulso de la fotografía?
-Como todo. Se ha convertido en una cosa más que ha caído en la falta de interés, olvidada y abandonada por parte de la cultura oficial. Allí estaba el proyecto de hacer un museo de fotografía y no se hizo. La Fundación Centro Nacional de Fotografía de Venezuela (Cenaf) es como si no existiera y en los museos ya no hay exposiciones fotográficas. El año pasado, la muestra que hicieron de René Burri fue basada en unas imágenes que tomó al Che Guevara. Tampoco el Estado se interesa en adquirir obras. Yo particularmente vendí el 85% de mi obra afuera, aquí si acaso un 5%.
-La fotografía siempre ha sido el arma política del poder, ¿no le parece?
-Siempre. Pero para este gobierno la cultura es 'la revolución'. Aquí las manifestaciones artísticas pasaron a segundo-tercer plano. Basta con ver los museos. En el país la fotografía sirve para rellenar huecos nada más. Fíjate en el oficialismo, como la usan en favor de sus intereses políticos... aunque eso es normal, todos los gobiernos lo han hecho. Victoria De Stefano me dijo una vez: 'La foto es la mejor arma para blanquear a los verdugos'.
-¿Sabe algo acerca del estado de los archivos fotográficos en Venezuela?
-Sé que la Biblioteca Nacional tenía un buen acervo fotográfico, ahora no sé más. No hay registro de nada de lo que existe en estos momentos.
-Usted llegó a Venezuela en la década del 50, un país de oportunidades. Hoy parece que los artistas no corren con la misma suerte...
-Yo me instalé en Caracas en 1955. Comencé a trabajar con mi hermano arquitecto, Graziano Gasparini, haciendo fotografía de la arquitectura venezolana. Él me introdujo en ese ambiente cultural que era muy vivo y pujante en esos años. Carlos Raúl Villanueva estaba terminando la Ciudad Universitaria, el Museo de Bellas Artes estaba bajo la dirección de Miguel Arroyo, sonaba el fotógrafo Alfredo Boulton... eran los años de la modernidad. Hoy ese interés de hacer de Venezuela una potencia, se ha perdido.
-En estos momentos, ¿qué imagen ilustra al país?
-Mi fotografía es urbana. En mis imágenes hay graffitis, publicidad y todo lo que acompaña a la gente en la calle. La calle te habla. En las últimas imágenes que he sacado de Venezuela aparece una mujer sobre una casa que se está cayendo e inevitablemente la imagen de Hugo Chávez está incluida.
-¿Esta imagen estará incluida en un nuevo proyecto este año?
-Ahora estoy armando un libro con fotografías de Caracas. Una revisión de mi archivo que llamaré Revol-ver, editada por Álvaro Sotillo. Me recuerda a Paul Strand, maestro y amigo, quien luchó toda su vida por los ideales socialistas y para que la fotografía fuera aceptada en los museos y adquirida por su justo valor. Ahora el socialismo está en los museos, la fotografía en el supermercado del arte y las fotos en las subastas.
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