Es francamente decepcionante que el tema de la gestión cultural pública se esté manejando con evidente desestimación por parte de los organismos e instancias correspondientes del gobierno delpresidente Hugo Chávez. Las expectativas eran diferentes, totalmente contrarias, había muchísimas esperanzas en una propuesta de transformación social. Sin la cultura no hay cambios profundos en la sociedad. La transformación planteada en esta época es precisamente cultural y comienza por el cambio interior de los individuos.
Grave y desalentador es que se descuide el componente cualitativo del desarrollo social que es la cultura, esto es, el pensamiento, los valores, la inteligencia, el aprendizaje, la imaginación, la utopía; ingredientes indispensables para la construcción de una comunidad sana y sólida integrada por ciudadanos conscientes y en condiciones de manifestar todo su potencial mediante la acción creativa, la invención, el sueño y las prácticas estéticas y espirituales.
El mensaje que se nos está dando no es sólo el desprecio por la cultura, sino incompetencia para el tratamiento de estos asuntos, incomprensión, incoherencia, falta de visión, unidad, trascendencia, entusiasmo político y una lamentable conciencia que no ha salido todavía de los niveles primarios del individualismo egocéntrico y de los intereses grupales sectarios, pragmáticos, inmediatistas; precisamente, los síntomas de los partidos y dirigentes que nos han extraviado y conducido a la crisis que hoy padecemos.
Temo que ese camino los dirija a la depredación, al extravío, al deterioro de lo que con tanto esfuerzo y empeño se ha logrado hasta ahora. Allí tenemos el triste ejemplo de Brasil en la época de Collor de Mello, que significó la liquidación de los programas culturales del Estado y sus consecuencias.
La cultura, mejor dicho, la acción cultural del Estado, aliada, complemento de la acción educativa, constituye un factor de primera importancia para impulsar y profundizar los cambios que están planteados y son posibles, desde ahora, en la sociedad venezolana.
La tarea, que no podemos delegar en otros, es la de iniciar la creación de un proyecto social coherente e insertarlo en la corriente vital generadora que está brotando en el mundo como necesidad histórica impostergable.
Inventar el futuro, creer en él. Reunirnos para soñar, soñar la vida, la sociedad, soñar un país, una cultura construida con nuevos valores y valores eternos, valores esenciales al hombre como la bondad, la verdad, la belleza, pero también el legítimo beneficio generado por nuestro esfuerzo creador y empeño de producir, crecer, vivir plenamente y alcanzar la felicidad en convivencia solidaria y en libertad.
Unirnos para luchar. Movilizarnos para enfrentar la ineptitud, la indiferencia burocrática, la indolencia, el reduccionismo de la visión de la cultura. Proponer soluciones, movilizarnos para defender y/o alcanzar lo necesario para el equipamiento social de la cultura y la activación del potencial generativo, transformador de la sociedad.
Desde el Estado es urgente:
- Darle a la gestión cultural pública mayor fuerza de presencia política.
- Sacarla del atascamiento y disminución económica en que se encuentra, consolidando su presupuesto, haciendo una revisión severa y ecuánime de la distribución actual de los recursos, ubicándolos en programas de la mayor prioridad y pertinencia, ahorrando con estricta poda burocrática.
- Impulsar un vigoroso y entusiasta programa cultural orientado al desarrollo social, a la promoción de la diversificación económica y productividad comunitaria, y apoyo a la actividad educativa.
- Consolidar y desarrollar lo que hemos logrado.
- Mejorar y desarrollar la infraestructura física.
- Coordinar la acción cultural y pública descentralizada, y darle direccionalidad mediante sistemas de redes informáticas.
- Ordenar y fortalecer la acción de protección patrimonial.
- Iniciar una acción de participación colectiva para la conformación de un cuerpo de políticas y orientaciones culturales que correspondan a las necesidades del crecimiento social a corto, mediano y largo plazo.
- De lo que se trata, en estos momentos, es de ponernos de acuerdo y movilizarnos intelectuales, artistas y trabajadores culturales para contribuir a la transfiguración de Venezuela, soñar un país y hacerlo realidad con toda nuestra fuerza creadora, sumándonos a la voluntad de un pueblo que está dispuesto a dar un salto histórico. Movilizarnos y unirnos para acometer las tareas trascendentales que están planteadas y no conformarnos con presenciar pasivamente el bochornoso espectáculo de las peleas entre facciones por el reparto de cargos públicos.
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