Hacer un breve análisis de la historia electoral reciente puede arrojar algunas luces sobre algo muy importante: quién sorprenderá a quien. En política, ese elemento es muchas veces determinante.
2004
Hacia 2003 el Gobierno estaba en una situación de franca minoría electoral. Prácticamente todos los estudios de opinión marcaban una tendencia clara: dos tercios del electorado votarían en su contra y apenas un tercio a favor. Ya por todos es sabido que gracias a una estrategia de dilación,  el referendo revocatorio no ocurrió sólo hasta agosto de 2004. Tiempo suficiente para que algo ocurriera y germinara: las Misiones. Chávez sorprendió y ganó.
2006
En 2006, el tipo de elección que afrontaba el presidente era de otra naturaleza y sus condiciones totalmente distintas: la bonanza petrolera lo atornillaba en el poder, se favorecía por los problemas estructurales en una oposición que venía de un debate bizantino sobre votar o no votar y que además se había retirado de la elección parlamentaria en diciembre de 2005. Contó además con el regalo de la elección de un candidato a ultima hora (septiembre) que además tenía problemas importantes para crecer en el electorado no alineado. El resultado: sin sorpresas. Chávez se reeligió cómodamente.
2007
En 2007, el recién elegido mandatario pretendió sorprender con la implantación de su modelo: anunció el cierre de una planta televisora que después concretó en mayo. Nacionalizó y expropió por doquier. Sin embargo no contó con un pequeño “detalle”: el movimiento estudiantil emergió de las profundidades y perdió las calles. Además, por exceso de confianza mandó un telegrama que todos conocíamos: tarde o temprano presentaría su propuesta de Reforma y aunque la oposición tardó en organizarse, sorprendió a Miraflores: hizo una campaña sencilla, bien orquestada, con mensajes claros, con preguntas que no podía refutar el chavismo. El resultado: el primer revés electoral para Chávez desde 1998. Jamás imaginó el Presidente que millones de sus seguidores iban a preferir quedarse en sus casas, antes que votar contra él.
2008
En 2008, el tortuoso proceso unitario de la Oposición sembró las condiciones que le permitieron a Chávez poder hacerse con la mayoría de gobernaciones y alcaldías. Por falta de acuerdo político, se le entregó al oficialismo casi 80 alcaldías y 2 gobernaciones que hoy serían un contrapeso más a la hegemonía oficial. No obstante, las mejores campañas con organización y disciplina pudieron abrir boquetes: Carabobo se sumó a la Oposición (aunque con la trágica pérdida de la ciudad de Valencia) y Táchira que había celebrado unas primarias en las que salió electo un parlamentario por el que pocos apostaban. En Caracas, a pesar de la “sorpresa” de la inhabilitación contra Leopoldo López -quien seguramente derrotaría a Aristóbulo Istúriz-, el voto opositor pudo imponerse en los últimos 10 días llevando a Antonio Ledezma a la Alcaldía Metropolitana. Resultado: numéricamente un triunfo para el gobierno, cualitativamente un gran avance en centros urbanos para la oposición.
2009
Aún sin haber reaccionado y haciendo uso de todo el ventajismo y peso del Estado, en el mismo final de 2008 Chávez convocó un referendo parar aprobar la Enmienda Constitucional que activaba la reelección indefinida. Haciendo gala de las técnicas bélicas alemanas conocidas como blitzkrieg (ataque relámpago) y aprovechando los meses de mayor inactividad (diciembre y enero) logró otra vez lo que parecía difícil: explicar mejor por qué era bueno algo que es intrínsecamente malo (la falta de alternabilidad). Todos los sondeos de finales de 2008 le otorgaban una ventaja de 10 puntos al NO sobre el SÍ. El 15 de febrero se conoció el resultado; 55% a favor del SÍ, 45% a favor del NO. La oposición fue tomada por sorpresa y muy poco pudo hacer para contener la embestida.
2010
En 2010, con un sistema electoral diseñado para que la Oposición perdiera aún sin haber competido, con deficiencias comunicacionales y lo difícil de un acuerdo político; los partidos opositores agrupados en torno a la Mesa de la Unidad lograron aprender de sus errores en el pasado y pudieron armar una alianza perfecta –no sin muchos sacrificios, dimes y diretes– que alcanzó triunfos importantes en zonas que parecían de antemano perdidas: Cumaná, Upata, Coro. El Tigre, Cantaura. Los candidatos de Anzoátegui lograron lo que pocos hubiesen creído: concretar una barrida perfecta en todo el estado, ganando los 4 circuitos en disputa, reduciendo al adversario a la cuota mínima: apenas un escaño.
La abstención del chavismo y el exceso de confianza del Gobierno le permitió a la MUD obtener un resultado en número de votos que movió los cimientos políticos: logró reducir al gobierno a una minoría electoral. Sin embargo, las cosas pudieron haber salido aún mejor. Si usted lee esta columna desde el año pasado ya conoce perfectamente mis razonamientos: la estrategia diseñada por la Oposición no fue concebida para triunfar sino para “ganar espacios democráticos”. Para empezar no realizó una campaña electoral única y no concentró la mayoría de sus escasos recursos en los circuitos más difíciles. La MUD de haber logrado acumular 72.000 votos más (un 0,63% del total), hubiese aplicado una brillante maniobra de jiujitsu político usando el perverso sistema electoral mayoritario a su favor. En resumen: no sorprendió como podía haberlo hecho y sí era posible. Quien sí salió sorprendido, pero más por sus propios errores, fue el chavismo: aspiraban obtener 110 escaños y ganar en número de votos.
A pesar de lo anterior y por el buen manejo comunicacional que operó esa noche del 26 de septiembre, sumado al desconcierto oficial, la MUD asestó un golpe importante en la psiquis de su adversario. Pero pudo haber sido un golpe aún más certero y más fuerte.
2012
Los próximos meses están bastante definidos en materia electoral: la oposición estará en un proceso competitivo interno hasta febrero del año entrante y el candidato oficial “corre solo”. Chávez promete viviendas y empleo con un problema de credibilidad importante y con una propuesta envejecida y desgastada. Una mayoría clara no quiere que el actual Presidente permanezca durante 20 años en el poder, pero está esperando una propuesta creíble y en positivo para acompañarla. Las oportunidades para consolidar una mayoría electoral están ahí. Ese es el marco estratégico, pero… ¿quién sorprenderá a quién?
Parece que un telegrama se está redactando desde el Palacio de Miraflores: si las condiciones no lo permiten y las cosas se complican aún más, será imperativo adelantar la fecha de las elecciones. Sólo ello permitiría reducir al mínimo posible la capacidad de hacer campaña de un candidato unitario popularmente legitimado y ayudaría a “concentrar” recursos para gerenciar expectativas. Además se inundaría de dinero las calles para intentar recuperar las lealtades perdidas. Todo lo anterior es absolutamente previsible.
Si ya se conoce el contenido del telegrama, ¿lo indicado no es anticiparse? Pareciera obvio…
Ganará quién sea capaz de sorprender más y quien se deje sorprender menos.
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