¿Y EN ESO VA A PARTICIPAR VALENCIA
POR SOBERBIA DE UN PARDO RESENTIDO'''
Venezuela mutilada en sueños
Isa Dobles
Viernes, 16 de septiembre de 2011
Esa masa inerte, espesa, que está allí, víctima del espectáculo alienante y perverso de una cara hinchada, grotesca, enmarcada en un aro de plumas y colores; es solo un pedazo de nuestro país, una nación que tiene que ser activada con emoción, tenemos que caminar unidos y vernos a los ojos
Hay una foto recorriendo la información internacional de diferentes medios del mundo que enseñan a Chávez enmarcado en un “sombreo” indígena cuando algunos grupos llegaron a Miraflores a rezar por su salud. Una foto lastimosa, ridícula y grotesca. Yo no quería escribir sobre el personaje, Les confieso que me obligaba, al sentarme frente a mi computadora, a ubicarme en otros temas. Porque si en estos casi trece años he escrito dos mil columnas con Chávez como protagonista, me quedo corta. Hay que buscar ese otro mundo que palpita , sufre o ríe por otras cosas que no sea este dolor inmenso de ver un país como Venezuela al borde mismo de su precipicio, destruido moral y físicamente, desgarrado en lo más profundo de su alma por un militarismo voraz y fuera de tiempo que no puede confundirse con folklorismo. Porque esto superó ya todos los calificativos ligeros que pudiesen definirlo. Esa foto no se la merece este país con todas sus debilidades y errores, no se la merece. Porque ya hemos vivido y sufrido con creces las dificultades de ser un pobre nación rica y analfabeta. Hay una Venezuela que tiene que estar allí esperando cobrar estas degradaciones, esta incultura, esta constante violación a sí misma. Hace unos días vi al Presidente colombiano declarar sobre las relaciones comerciales con Venezuela y aseguraba ante la pregunta de un periodista que le interpelaba sobre su avance que “nunca volverían a ser lo mismo” y con “lo mismo” se refería a lo que había exportado Colombia en manos de Álvaro Uribe, que conocía muy bien la personalidad de Hugo Chávez. Mientras desde esta Venezuela asociada de dictadores y corruptos se apoya a Gadafi y crece la deuda con China y Rusia, el destino de la patria de Bolívar está en manos de la suerte, llámese “destino” o “Dios”. Porque como si la enfermedad que sufre fuera un catarro, Venezuela, en su momento más difícil, obscuro y peligroso, está en manos de un hombre enfermo que se niega a reconocer lo impredecible de su gravedad. Yo me meto en todos los comentarios de los ciudadanos en los distintos países en sus respectivos diarios y medios digitales. La mayoría no enfrentan ya a Hugo Chávez sino a los venezolanos que consienten sus locuras y atropellos. Esa mayoría que lo ha rechazado una y otra vez pero es un espectro pasivo, esperando que por la gracia infinita del caudillo, haya otra elección. Mansamente.
Por supuesto que este es un momento de riesgo en que hay que actuar con cautela porque una fiera asustada es capaz de todo y frescas están las amenazas de la “revolución armada” y la “demolición” de los opositores. Pero esa masa inerte, espesa, que está allí, víctima de este espectáculo alienante y perverso, tiene que ser activada con emoción, tenemos que caminar hombro a hombro y vernos a los ojos. No porque el mundo no entienda nuestra pasividad, sino porque nosotros mismos necesitamos de nosotros. La unidad no es un día, ni un candidato siquiera, es desde adentro, desde el alma, que tiene que nacer. Esta cara hinchada, grotesca, enmarcada en un aro de plumas y colores es un pedazo de esta Venezuela mutilada en sueños, pero hay más, hay un pueblo esperando abrazarse sin suspicacias, mirarse sin resentimiento, caminar juntos. Vivir en paz, en libertad.
Explicando a Chávez
Carlos Peñaloza
Viernes, 16 de septiembre de 2011
Fue un militar mediocre y no es un intelectual brillante. Sin embargo, sólo Fidel Castro le supera en notoriedad mundial. Intentaremos explicar el caso de Hugo Chávez en un libro de cuya tesis fundamental trata esta crónica
Pese a sus limitaciones y gracias a su sentido del espectáculo, en poco más de una década Chávez se ha convertido en una figura internacional cuyo nombre es tan conocido como el de un cantante famoso. El único político hispanoamericano vivo que le supera en notoriedad es Fidel Castro, personaje a quien trata de imitar a diario y a quien obedece ciegamente. Ambos comparten muchas cosas, en particular la yanqui-fobia a nivel enfermizo y un histrionismo que con frecuencia llega a ser bufonada.
Chávez no se puede explicar sin Fidel. De no existir el barbudo no hubiera florecido nuestro “Supremo”. Son personajes simbióticos que se retroalimentan continuamente, aun en medio de sus enfermedades. No es fácil un análisis de personalidades tan desconcertantes. Sobre el tema se han escrito muchos libros sin que se haya producido una explicación satisfactoria para todos.
Tuve la oportunidad de trabajar con Chávez cuando él era oficial subalterno. Al recibir yo la dirección de la Academia Militar en 1984, uno de los oficiales que sentaba plaza allí era el capitán Hugo Chávez Frías. El larguirucho oficial no era particularmente destacado, salvo algunos destellos en el campo de beisbol y su actuación como cantante y bailarín en ingenuos actos culturales. Pronto empecé a recibir información de sus actividades conspirativas. Dado que se trataba de un delito que debía ser sancionado por medio del Código de Justicia Militar y no una falta punible a través del Reglamento de Castigos Disciplinarios, decidí solicitar que se le abriera una investigación sumarial. Solicité su retiro de la Academia pasándolo a la orden del Ejército. Este contacto me llevó desde entonces a mantener un interés especial en sus correrías. En este transcurso he recopilado abundante material y he entrevistado a muchas personas que lo conocen bien.
Dado que con frecuencia me preguntan sobre ese tema que he venido estudiando, decidí escribir un libro. En la medida que fui conociendo mejor al personaje y viendo lo que era capaz de hacer y las alturas que ha alcanzado en términos políticos, me convencí que el sujeto de mi libro no era Chávez el individuo, sino la dupla Fidel-Chávez, donde Hugo juega el papel de Don Sancho, el escudero del Quijote. Para dejar clara esta relación imbricada y compleja establecí un hilo conductor que conecta estas vidas procelosas que no son paralelas sino complementarias. No pretendo escribir una biografía, ni hacer una análisis político o sicológico. Mi libro conecta una serie de hechos usando técnicas de Inteligencia Militar para armar el rompecabezas de la relación Fidel-Chávez. Aun sigo revisando información e investigando.
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