Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Desde Valencia, sede del final de este hecho histórico. Hablan nuestros comentaristas

Notitarde 03-05-2011 |
Crónicas de disidencia

Confederación y debate constituyente

Domingo Alfonso Bacalao/

A doscientos años del Congreso Constituyente de 1811, el tema en cuestión, por su conexión con la realidad presente, es materia de obligatoria discusión. El régimen federal es una conquista que arranca con nuestra Independencia. Pendientes y vigilantes de su autonomía, las provincias que el 5 de julio de 1811 proclaman su Independencia, consagran el sistema descentralizado. Más que una imitación de los Estados Unidos, como sostienen algunos constitucionalistas e historiadores, tal decisión responde a la naturaleza política e histórica de los pueblos de Venezuela, como apunta enfáticamente Caracciolo Parra Pérez, en su Historia de la primera República, y subrayan con abundancia de argumentos Laureano Vallenilla Lanz y Mario Briceño Iragorry, así como otros autores.
El gran esfuerzo para construir la nueva República aspira también a la instalación del gobierno civil y democrático en la óptica más avanzada de su tiempo. En el horizonte del 5 de julio de 1811 y de ese Congreso histórico, estos temas serán abordados suficientemente, continuando en el propósito de los padres fundadores de darle a la nación estructuras políticas y jurídicas sólidas en libertad y respetando los sagrados derechos ciudadanos.
A este respecto, el diputado por Cumaná, Juan Bermúdez, abrió la sesión del 5 de julio de 1811, proponiendo "como única materia de discusión la confederación de las provincias, declarando que la que representa le encargaba con preferencia a toda la seguridad de su territorio, la propiedad de sus habitantes y la igualdad política con las demás".
En el accidentado camino de la Venezuela democrática estas ideas adquieren una permanente vitalidad y constituyen desafíos para la construcción de un país mejor. La actual Constitución del 99 las retoma con fuerza y están allí presentes esperando una pronta realización como responsabilidad de un liderazgo consciente de su compromiso con la República.
Los constituyentes de 1811 centraron, pues, sus preocupaciones y angustias en la consolidación de un sistema democrático civil, federal, tolerante de las diversas posturas y criterios, fijándole a nuestro destino histórico un claro derrotero sobre el cual deberían reafirmar sus pasos.
El 20 de junio se oye un discurso muy importante en la Asamblea que da una idea muy clara de hacia dónde marcha el nuevo orden. Apunta en aquel momento Juan Germán Roscio, uno de los diputados más influyentes del cónclave: "El paso preliminar de confederación que ha dado el Congreso y refiere el orador que acaba de hablar, era muy consecuente a la actitud que tomaron las principales provincias de Venezuela, cuando determinaron seguir la marcha que emprendió Caracas en su gloriosa resolución del 19 de abril. Cada una de ellas protestó conservar en sus propias manos, el régimen interior de su distrito".
Se inclinaban, en su gran mayoría, por esta orientación constitucional las voces de los representantes más relevantes y con mayor ascendiente en el debate, marcando así los pasos de los acontecimientos. Tal era la significación de la palabra de hombres como Antonio Nicolás Briceño, Francisco Javier Uztáriz, Fernando Peñalver, Martín Tovar Ponte, Francisco Javier Yánes, José María Ramírez, José Vicente de Unda, Francisco Hernández, Mariano de la Cova, para mencionar algunos.
Más allá de la Independencia, el proceso que concluye con la Constitución de 1811, da inicio a la posibilidad de establecer genuinas instituciones políticas y jurídicas democráticas, con separación de poderes, jueces independientes y cohabitación plural en libertad. Ese es el debate que tenemos planteado los venezolanos de nuestros días y el mayor homenaje al Bicentenario.
dabacalao@cantv.net


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La muerte del líder saudí, Osama Bin Laden, primera figura del movimiento terrorista islámico Al Qaeda, ha sido un termómetro para medir los sentimientos frente al valor de la vida en los seres humanos. Quienes mantienen una permanente actitud hostil contra los Estado Unidos, lo que esa nación representa y sobre lo que significa la occidentalidad en sus vidas, sienten en mayor o menor grado una tristeza o desolación al no tener entre ellos a quien liderizaba el movimiento terrorista más importante de los últimos tiempos, no porque no pueda seguir existiendo dicha organización o que se continúen realizando sus actos para aterrorizar al mundo occidental, sino porque dicha baja, es un golpe duro, seco, "conmocionador", para todos aquéllos que no tienen otra forma de vida que no sea la violencia. Aquéllos que consideran que los actos terroristas son lesionadores de la paz, de los regímenes democráticos, de la vida ciudadana y fundamentalmente de la vida humana, por considerarse delitos de lesa humanidad, la desaparición física de Osama Bin Laden, es una demostración de que toda actividad criminal más temprano que tarde se castiga, y sobre la que se hace justicia.
Ahora bien, la muerte Osama Bin Laden, ha traído para algunos razón para festejar, para alegrarse y decir opiniones no sólo equivocadas o inconvenientes desde el punto de vista lógico e incluso espiritual, desatándose en esas humanidades actitudes vengativas y despreciativas que nacen o se inspiran al ver estos hechos de violencia y terror. Aquí no se afloran las virtudes humanas y cristianas en los hombres, no se detiene la persona a considerar en ocasión de esta muerte el valor del perdón por sus faltas y pecados, la oración por su alma, e incluso la misericordia de Dios, que lleva a la gente a expresar aquello de "que Dios lo haya perdonado", cuando muere alguien mucho o poco conocido.
Estas actitudes y declaraciones que hemos podido ver y oír de un lado u otro, demuestran incoherencias, falsedades y falta de convicciones sobre la formación humana. Por ejemplo: por un lado el Vicepresidente de la República de Venezuela declara no compartir la alegría de muchos por dicha muerte, señalando que es producto de la violencia, y por otro se hace la vista gorda sobre los hechos acaecidos en Barinas en la humanidad del joven Lorent Saleh, lo cual es celebrado con chanzas y mofas de dirigentes chavistas. Por otro lado, la declaración insensata y fuera de todo sentido ético-religioso del presidente del Perú, Alan García, de que veía en la muerte de Osama Bin Laden un milagro del beato Juan Pablo II, hace que uno diga, líbrame Dios de tanta ignorancia. Estos dos ejemplos sirven para afirmar que la espiral de violencia que se está viviendo hoy en día en el mundo, está haciendo desviar al hombre de sus valores espirituales, morales y cívicos, por los del odio, la revancha, la maldad y la injusticia. Esta situación debe, porque sí, hacer reflexionar a los líderes de la tierra y muy especialmente al Presidente de todos los venezolanos, porque no se puede venir a decir que el Gobierno de Venezuela "repudia todas la formas de violencia," y pretende ratificar "su compromiso con la paz" y en cada manifestación de la oposición dice en cadena a los integrantes de la Guardia Nacional que le echen a los manifestantes "gas del bueno" usando además otras frases y palabras que permiten deducir que le echen plomo también.
Rechazamos y repudiamos para nuestro país todo discurso de violencia y terror, éste sin duda No es el país que queremos.
miguelparra@miguelparra.com
@miguelparrag

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