Lectura Tangente 29 de marzo 2015
Los poetas del cuatricentenario
Pedro Téllez
En 1955 la ciudad celebró su aniversario, eran los tiempos de Pérez Jiménez y del gobernador Coronel Arroyo Ludert. Valencia 1555-1955 es el titulo del libro de José Vicente Pepper, que abre con Alonso Díaz Moreno seguido del Presidente constitucional . En sus páginas desfilan en fotografías los personeros de la burguesía nacional e importadora, la élite política y policial junto a la clase media valenciana, hombres, mujeres y niños (algunos niños que hoy son hombres de la oposición), coroneles, funcionarios, comerciantes. Nadie del pueblo. Como fondo los sitios históricos y las nuevas edificaciones del gobierno, edificaciones todavía en pie. Como en pie está el recuerdo de los rines de la Seguridad Nacional. Valencia 1555-1955 es el titulo de un álbum de fotos de Koch con textos de Pedro Francisco Lizardo que edita Cerveza Caracas. Allí no se retratan personas, solo paisajes donde lo urbano se equilibra con su entorno natural: la vista del lago, el monolito, río Cabriales, el teatro, la Virgen llorando, casa colonial, casa de urbanización, ateneo, Colegio de Médicos, y el distribuidor vehicular son una síntesis, sin gente, de esos cuatrocientos años.
Se invitó al escritor José Rafael Pocaterra al magno evento, quien como orador de orden recita ante el dictador y su público un discurso en verso: versos libres, como el arte, como la verdad, como mi pueblo un largo poema rebelde entre líneas, que empieza:
Todavía te irgues/ vieja de cuatrocientos años,/ vieja villa alconina;/ todavía te yergues /con ímpetus extraños/ asentando el talón en la Colina,/ entre la colcha-a-chazos/ de tu cielo de añil:/ los labios resecos, ácidos, la mirada un poco senil.../ Y bajo el manto de tus lutos/ penden tus pechos flácidos/ donde el hocico de los brutos/ agotó tu leche civil.
En el poema-discurso Pocaterra da cuenta de las vejaciones recibidas por la ciudad de parte de los caudillos de turno, entre los que menciona a Aguirre. La lista se detiene en Cipriano Castro pero el desafío está hecho. Escudado en su prestigio regresa a salvo a Montreal, donde morirá al siguiente mes. Sus restos son repatriados y el pueblo sale a la calle: 50.000 valencianos acompañan su féretro por varios kilómetros.
La ciudad recibió otro homenaje en ese mismo año. Nuestro poeta mayor Vicente Gerbasi publica su Tirano de Sombra y Fuego dedicado A la ciudad de Valencia, con motivo de su cuatricentenario . Está en la mitad de su vida, tiene cuarenta y dos años, ha publicado siete libros, entre ellos dos que le proporcionan ya un lugar en la literatura latinoamericana. Venezuela continúa su paso de lo rural a lo urbano, crecen las ciudades y el paisaje empieza a adquirir connotaciones nostálgicas. El petróleo inicia una modernización de acero y concreto armado, las autopistas conviven con el paludismo y la malaria. Se persigue a los sindicatos y el gobierno se retira de la OIT. Son frecuentes las detenciones. Valencia tiene perspectiva de Ciudad Industrial. En ese contexto aparece el Tirano de Sombra y Fuego.
El homenaje está constituido por 35 poemas, que más que crónica de Aguirre lo es del paisaje que le rodea. De la crónica a la leyenda, Lope de Aguirre ha sido personaje de muchos poemas, pero son Las Elegías de Varones Ilustres de Indias compuestas por Juan de Castellanos, las que le han proporcionado fama literaria desde el pasado. Pero a Gerbasi no le interesa tanto el personaje histórico, como las leyendas anónimas de Bejuma, Aguirre, Montalbán y Canoabo. El siguiente elemento a tocar es la elección del Tirano , el momento en el cual se publica. Al respecto dice: Lo escribí por dos razones fundamentales. Primero, porque el Tirano Aguirre es una vivencia: él pasa todas las noches cerca de Canoabo, por las sabanas de Aguirre, sale en fuegos fatuos, en caballos con sus jinetes por medio de la calle, los relámpagos caen y lo destruyen. De modo que eso para mí es importante. El Tirano Aguirre forma parte de mi infancia. Razón por la cual yo tenía que escribir un libro sobre el Tirano. No es un libro histórico, es un libro mítico. Ahora bien, cuando empecé a escribirlo lo primero que pensé fue en Pérez Jiménez. También nombro a Gómez en el poema .
Ahora que se conmemoran los 460 años de la fundación, en este 2015 de guerra económica, intentos de golpe y transición a una dictadura, o invasión extranjera. Celebremos en paz y democracia. La relectura de estos dos libros: Valencia, la de Venezuela, y el Tirano de Sombra y Fuego es un homenaje íntimo, reflexivo; homenaje estético, que con Gerbasi y Pocaterra podemos hacer a nuestra ciudad.
Se invitó al escritor José Rafael Pocaterra al magno evento, quien como orador de orden recita ante el dictador y su público un discurso en verso: versos libres, como el arte, como la verdad, como mi pueblo un largo poema rebelde entre líneas, que empieza:
Todavía te irgues/ vieja de cuatrocientos años,/ vieja villa alconina;/ todavía te yergues /con ímpetus extraños/ asentando el talón en la Colina,/ entre la colcha-a-chazos/ de tu cielo de añil:/ los labios resecos, ácidos, la mirada un poco senil.../ Y bajo el manto de tus lutos/ penden tus pechos flácidos/ donde el hocico de los brutos/ agotó tu leche civil.
En el poema-discurso Pocaterra da cuenta de las vejaciones recibidas por la ciudad de parte de los caudillos de turno, entre los que menciona a Aguirre. La lista se detiene en Cipriano Castro pero el desafío está hecho. Escudado en su prestigio regresa a salvo a Montreal, donde morirá al siguiente mes. Sus restos son repatriados y el pueblo sale a la calle: 50.000 valencianos acompañan su féretro por varios kilómetros.
La ciudad recibió otro homenaje en ese mismo año. Nuestro poeta mayor Vicente Gerbasi publica su Tirano de Sombra y Fuego dedicado A la ciudad de Valencia, con motivo de su cuatricentenario . Está en la mitad de su vida, tiene cuarenta y dos años, ha publicado siete libros, entre ellos dos que le proporcionan ya un lugar en la literatura latinoamericana. Venezuela continúa su paso de lo rural a lo urbano, crecen las ciudades y el paisaje empieza a adquirir connotaciones nostálgicas. El petróleo inicia una modernización de acero y concreto armado, las autopistas conviven con el paludismo y la malaria. Se persigue a los sindicatos y el gobierno se retira de la OIT. Son frecuentes las detenciones. Valencia tiene perspectiva de Ciudad Industrial. En ese contexto aparece el Tirano de Sombra y Fuego.
El homenaje está constituido por 35 poemas, que más que crónica de Aguirre lo es del paisaje que le rodea. De la crónica a la leyenda, Lope de Aguirre ha sido personaje de muchos poemas, pero son Las Elegías de Varones Ilustres de Indias compuestas por Juan de Castellanos, las que le han proporcionado fama literaria desde el pasado. Pero a Gerbasi no le interesa tanto el personaje histórico, como las leyendas anónimas de Bejuma, Aguirre, Montalbán y Canoabo. El siguiente elemento a tocar es la elección del Tirano , el momento en el cual se publica. Al respecto dice: Lo escribí por dos razones fundamentales. Primero, porque el Tirano Aguirre es una vivencia: él pasa todas las noches cerca de Canoabo, por las sabanas de Aguirre, sale en fuegos fatuos, en caballos con sus jinetes por medio de la calle, los relámpagos caen y lo destruyen. De modo que eso para mí es importante. El Tirano Aguirre forma parte de mi infancia. Razón por la cual yo tenía que escribir un libro sobre el Tirano. No es un libro histórico, es un libro mítico. Ahora bien, cuando empecé a escribirlo lo primero que pensé fue en Pérez Jiménez. También nombro a Gómez en el poema .
Ahora que se conmemoran los 460 años de la fundación, en este 2015 de guerra económica, intentos de golpe y transición a una dictadura, o invasión extranjera. Celebremos en paz y democracia. La relectura de estos dos libros: Valencia, la de Venezuela, y el Tirano de Sombra y Fuego es un homenaje íntimo, reflexivo; homenaje estético, que con Gerbasi y Pocaterra podemos hacer a nuestra ciudad.
El Carabobeño 29 marzo 2015
Poemas de Incamar, de Felipe Herrera Vial
Paisaje del pintor valenciano Braulio Salazar. (Foto Archivo)
Cuando estamos celebrando el aniversario de Valencia, recordamos al poeta Felipe Herrera Vial con los siguientes textos, contenidos en su libro Poemas de Incamar, publicado con motivo del cuatricentenario de esta ciudad, en 1955, con ilustraciones del pintor Manuel Mérida.
Incamar es la imagen de su amada Valencia en poemas que Fernando Paz Castillo y Vicente Gerbasi calificaron de luminosos y exquisitos. La ciudad es otra, pero sigue guardando la profundidad de un alma hermosa que Herrera Vial y Braulio Salazar (autor de la ilustración) plasmaron para siempre.
Rostro de Incamar
Juegan azules mariposas en la luz amarilla del Sol. Una sombra avanza por las blancas paredes del patio. El tiempo pasa sutilmente, Nadie lo ha osado tocar, ver ni oir. La alegría reluciente que a nuestro ánimo asoma no se percata de lo que viaja o anda. Está prendida de su emoción.
Incamar está gozando del paisaje y de las mariposas. En los colores viajan sus ojos enlazados a su espíritu, a los frescos días de la infancia, Los regresos de la escuela. Las meriendas. Los alfeñiques rubios, ligeramente empolvados de almidón. La hora ovalada de fuego de las tres de la tarde. Y luego, la voz armoniosa, como de hombre, de la viejecita -María, Antonia, Rafaela- que ofrecía ricos dulces de caro sabor en su pequeño azafate cuadrado. Y el agua. El agua purísima del tinajero trasladada a nuestros brillantes vasitos de aluminio.
Todo el rostro de Incamar es una gracia de melancolía. Un cuento azul y blanco. Una calcomanía del ayer perdido. Es toda una vital promesa de mujer criolla y altiva.
Incamar regresa de su ensimismamiento y canta ahora una canción tonta. Una canción donde el amor moviliza sentimientos. Cuando me atisba, calla. Y pone su mano nerviosa sobre el paño que borda. Nos quedamos como dos silencios, frente a frente, sintiendo el tiempo resbalar, blandamente.
Día domingo
Yo sentí su corazón oprimido de silencio y probé las lágrimas de su callado llanto. Ese día no llevaba Incamar, como otras veces, ni rosas, ni claveles ni lirios en su brillante cabellera negra. Una delgada, pequeñita y aguda pena ocupaba su robusta y franca expresión. No obstante, Diana, la perra cazadora, estaba como niña bonita, recién bañada, luciendo un lazo azul, prendido, graciosamente, como corbata inglesa alrededor de su lanudo cuello color de lino.
Como era día domingo, Incamar había ido a misa en la iglesia vecina. En el ofertorio, -me dijo-, mis oraciones fueron para pedir un poco de paz y más comprensión entre los hombres. He aquí cómo Incamar, pastora que congrega, solicita en oraciones, forma purísima de amor, lo que millares de artistas, soñadores por la tierra, buscan, como fórmula de felicidad para los pueblos. Incamar me lo ha dicho, sencilla y natural, sin formulismos ni cálculo alguno. Yo tomé su palabra y todo el pecho se me llenó de una sana alegría.
La sonrisa de Incamar
Incamar sabe muchas cosas agradables y dulces. Pero ella se complace en sonreír. Y su sonrisa guarda tal armonía que de los ojos a sus manos, de su negra cabellera a la punta sonrosada de la uña del pie izquierdo, danza una familiar vibración de curvas. Yo muestro mi reservada seriedad. Hay una corriente de alborozo interior desbordada en los ojos. Incamar lo ha comprendido y se hace la desentendida.
Todo el día -me dice- lo he pasado cosiendo y he arreglado el altar de la Virgen del Socorro. Incamar me ha dado una magnífica lección de economía. La he oído, golosamente. Estallan allá arriba en el cielo dos luceros como dos jazmines relucientes. La tarde se escurre en la fría brisa mensajera de las lejanas estrellas en la noche brillante y despierta.
El aire de la noche caía manso
El aire de la noche caía manso sobre la dulcedumbre de tus manos. ¿Cuántas sílabas juntas en el perfume de tus ojos húmedos? La magnolia acentuaba su pureza en la línea azorada de una estrella dormida. Distancia de sus ánimos maduros visten las golondrinas, en sus vuelos, y un aroma de música no oída pone claros y tibios los caminos que se quedan mirando los ponientes.
Lectura Tangente 29 de marzo 2015
Valencia memoriada
Marisol Pradas
Cuando llegué a Valencia,
Ciando llegué a Valencia
ella era mujer de anchas caderas y largas piernas verdes
permitía vestirme de fucsia con zapatos azules.
Deambulé esta ciudad cuando
el mañana era apenas sospecha
Entendí que ya estaban muertos
oficios que me aguardaban.
Buscaba sin cesar lo que llegó
en diferente forma
Amé algo inútil que sin embargo dijo adentro
era mi forma perfecta
cuando me separé del error
del jamás y del siempre
Conocí el dolor pero nunca
como aquel vestido de hierro
Implacable.
Aun conservo el atardecer en los ojos el neutral amanecer en mis oídos.
Mi voz hizo en el tiempo lo que
esta ciudad hace: Estremecer
Valencia partida en dos como
el recuerdo...
La fragancia naranjal huyó de los poros.
Las ruinosas calles del centro me enseñaron
a cultivar un puente de fe,
crecimiento, purificación y amor interior.
Reconocer lo más valioso que estaba ante mí
y no veía.
Hasta perderme y encontrarme en su corazón
y reconocer el arquetipo
de mi nueva madre ampulosa en los árboles,
Mar de fondo en tierra firme.
Me has mirado con la notoriedad de hacerme sentir amada,
por eso entiendo a los pájaros que
te circundan y anidan
y el concreto que intenta cristalizar fantasías y memorias.
Después de mi hermoso girasol,
mi marinero ataviado de estrellas,
mis amantes sin gloria,
me sumergí en el reparto
de la fugaz enredadera del tiempo.
Finito océano de colores
inesperados.
Valencia me has hecho llorar,
perfumar delirios
Amar como la primera vez es
lo que merece quien ahora me ama
sin importar haber pertenecido a
tus calles,
a tu río turbio,
tus calamidades ruinosas,
las mascaras de los conflictos
y las perdidas.
Valencia, aun me animas a encender deseos
A entremecerlos&
a colocar papagayos en el cielo
a rezarte en tus templos,
a admirar los religiosos que a tempranas horas cierran las puertas
de la Iglesia;
a ver el vuelo de tus pájaros
a confundirme entre la gente
a teclear tus tañidos.
(Poema libro Valencia Memoriada (Valencia Horizontal), ilustrado por Anna Fioravanti, para celebrar el latir de estos 460 años de la fundación de la capital carabobeña).-
ella era mujer de anchas caderas y largas piernas verdes
permitía vestirme de fucsia con zapatos azules.
Deambulé esta ciudad cuando
el mañana era apenas sospecha
Entendí que ya estaban muertos
oficios que me aguardaban.
Buscaba sin cesar lo que llegó
en diferente forma
Amé algo inútil que sin embargo dijo adentro
era mi forma perfecta
cuando me separé del error
del jamás y del siempre
Conocí el dolor pero nunca
como aquel vestido de hierro
Implacable.
Aun conservo el atardecer en los ojos el neutral amanecer en mis oídos.
Mi voz hizo en el tiempo lo que
esta ciudad hace: Estremecer
Valencia partida en dos como
el recuerdo...
La fragancia naranjal huyó de los poros.
Las ruinosas calles del centro me enseñaron
a cultivar un puente de fe,
crecimiento, purificación y amor interior.
Reconocer lo más valioso que estaba ante mí
y no veía.
Hasta perderme y encontrarme en su corazón
y reconocer el arquetipo
de mi nueva madre ampulosa en los árboles,
Mar de fondo en tierra firme.
Me has mirado con la notoriedad de hacerme sentir amada,
por eso entiendo a los pájaros que
te circundan y anidan
y el concreto que intenta cristalizar fantasías y memorias.
Después de mi hermoso girasol,
mi marinero ataviado de estrellas,
mis amantes sin gloria,
me sumergí en el reparto
de la fugaz enredadera del tiempo.
Finito océano de colores
inesperados.
Valencia me has hecho llorar,
perfumar delirios
Amar como la primera vez es
lo que merece quien ahora me ama
sin importar haber pertenecido a
tus calles,
a tu río turbio,
tus calamidades ruinosas,
las mascaras de los conflictos
y las perdidas.
Valencia, aun me animas a encender deseos
A entremecerlos&
a colocar papagayos en el cielo
a rezarte en tus templos,
a admirar los religiosos que a tempranas horas cierran las puertas
de la Iglesia;
a ver el vuelo de tus pájaros
a confundirme entre la gente
a teclear tus tañidos.
(Poema libro Valencia Memoriada (Valencia Horizontal), ilustrado por Anna Fioravanti, para celebrar el latir de estos 460 años de la fundación de la capital carabobeña).-
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