Papa Francisco comanda la procesión del Domingo de Ramos en la plaza San Pedro
rancisco sostuvo una palma en la mano durante la ceremonia, realizada ante la basílica de San Pedro. En línea con el tono de sus dos años de papado, Francisco se apoyó en un sencillo bastón de madera en lugar de en uno de los modelos tradicionales más ornamentados
El papa Francisco caminó con solemnidad el domingo en la plaza de San Pedro del Vaticano, en la procesión del Domingo de Ramos que da inicio a la Semana Santa antes de Pascua.
Francisco sostuvo una palma en la mano durante la ceremonia, realizada ante la basílica de San Pedro. En línea con el tono de sus dos años de papado, Francisco se apoyó en un sencillo bastón de madera en lugar de en uno de los modelos tradicionales más ornamentados, de pie bajo un palio rojo en los escalones de la basílica.
Francisco y otros prelados en la misa vistieron de rojo en alusión a la muerte de Jesús por crucifixión. Decenas de miles de fieles sostuvieron ramas de olivo durante la misa, bajo un cielo azul claro.
Turistas y peregrinos han acudido a Roma, y muchos seguirán el Via Crucis del papa en el Coliseo el viernes.
El Caravobelo 28 marzo 2015
Pbo. Alfredo Fermín Vivas || El Evangelio desde adentro
¡Hosanna… crucifícalo!
raulfermin@hotmail.com
Quién iba a pensar que, horas después, el pueblo gritaría otra cosa. Año tras año se recuerda la fragilidad humana y la irracionalidad inaudita y pérfida en los eventos que marcaron la salvación de todo hombre que ha existido y existirá sobre la tierra. Ése hombre había hecho el bien; sólo hablaba con la verdad y quería dar a conocer a su Padre como aquel que traería el reino verdadero, reino de paz y tranquilidad duradera. Tan olvidadizo es el hombre que ya no recuerda todo el bien recibido. Aquí está la diferencia entre ser agradecido y no serlo.
Pues sí, gran algarabía y alegría para proclamar al mesías que tenía que venir. Montado estaba sobre un burro, cual rey que entraba triunfante a la ciudad santa por excelencia, Jerusalén, el centro espiritual de todo creyente en Yahvé. Además, las fiestas de pascua impregnaban de regocijo el momento tan curioso que se presentaba a todo fiel que se acercaba para ofrecer sus sacrificios anuales. Y el que no sabía de quién se trataba, se informaba sobre los prodigios que había realizado. Buena ocasión, entonces, para enterarse de las cosas que habían sucedido por aquellos días. Era ciertamente una autoridad distinta, porque curaba enfermos; increpaba hasta a los espíritus inmundos y calmaba las tempestades.
Mantos y palmas tenían que ser colocados como alfombras para que pasara un tal Jesús. Había gente que precedía la caravana y otros se quedaban atrás gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!”. Y las aclamaciones no podían pasar desapercibidas. Las calles de la ciudad se llenaban de color; las promesas de Dios parecían cumplirse; por fin había llegado el reino esperado; había una luz en medio del sufrimiento. Pero todo esto era solo el inicio de la “pasión”. Los que gritaban alegres, luego no tuvieron la fuerza de testimoniar a favor de él en el pretorio. Cambiaron el “¡hosanna!” por un “¡crucifícalo!”.
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