El arte urbano de Jotashock
Burbujas Vivas es uno de sus murales preferidos. Se encuentra en San Miguel, Zona Industrial de Valencia. (Foto Laynhe Oliveros)
Luis Felipe Hernández
Está listo para responder el arsenal de preguntas que en unos minutos se transformará en una conversación agradable. Es Pedro Domínguez, quien espera la entrevista. Prefiere que lo llamen Jotashock, seudónimo artístico que ideó porque en su casa hay muchos Pedros. “Mi segundo nombre es Jesús y el shock lo coloqué por locuras mías”, cuenta entre risas.
Sus padres no tenían problema en que rayase las paredes de casa. Luego fueron testigos de algo: algún día se convertiría en un artista plástico.
Practica otras tendencias como el stencil e ilustración pero el spray es su mejor amigo. Egresado de la escuela Arturo Michelena y aspirante a la licenciatura de Arte en la Universidad de Carabobo, el valenciano ha participado en múltiples exposiciones municipales, nacionales e internacionales.
La urbe es uno de los medios donde ha expresado ideas y críticas sobre la realidad pero la amolda a lo irreal. Monstruos, animales y humanos son sus personajes predilectos al momento de crear. Sobre todo mezclarlos para darle vida a seres inexistentes antes los ojos incrédulos, pero sí vivos para quienes valoran el graffiti.
La avenida Bolívar Norte, Centro, Las Ferias, Branger, entre otros, son unos de los lugares de Valencia donde cualquier transeúnte puede apreciar las obras de Jotashock. Ciudades como Maracay, Caracas no han escapado de sus spray. Alemania y Colombia tampoco. “El mendigo y el ejecutivo pueden tener acceso al arte urbano precisamente porque está en la calle”. Considera que sus obras tienen vida porque cada una tiene un ciclo que comienza desde la vida (creación) hasta la muerte (derrumbe de pared o debilitamiento del spray con el tiempo).
Paralelamente las galerías de arte también son espacios donde utiliza sus monstruos y mutantes como protagonistas de la visión artística del autor. 40 exposiciones colectivas han tenido el sello Jotashock. Desde el 2006 ha vivido esas experiencias. “Desde que comencé a estudiar arte se dieron las oportunidades”.
En la 67 Bienal Salón Arturo Michelena ganó el premio Antonio Edmundo Monsanto por “El abasto de Don Pedro, aquí sí hay” (de la serie Rocíe y Listo), exposición pintoresca y colorida que ha recibido buenas críticas por el concepto: escasez de productos de la cesta básica en latas de spray. Recicló las que ya no usaba para transformarlas en una especie de envase. Toda una alusión a la llamada cultura pop venezolana.
Algunas han sido adquiridas por coleccionistas de Colombia, Estados Unidos y Venezuela. “A veces no me quedan latas porque se venden rápido, escasean como los productos”, ríe. Luego frunce el ceño y dice que con premios y admiraciones siempre buscará crecer y crear, sobre todo crear. Sus mutantes y monstruos de colores aún les falta por recorrer.
Premio en la 67 Bienal Salón Arturo Michelena
Spray’s reciclados y transformados alusivamente en productos de la cesta básica que formaron parte de El abasto de Don Pedro, aquí sí hay (de la serie Rocíe y Listo).
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